Durante dos décadas, el general iraní Qassem Suleimani tejió personalmente una compleja red de milicias que defienden los intereses de Irán en todo el arco que va del Mediterráneo a Afganistán. Son esos grupos armados, desde Hezbolá en Líbano a los rebeldes hutíes en Yemen, los que la Casa Blanca teme que respondan a la reciente operación con la que acabó con el militar de más poder en el régimen de los ayatolás. De momento, EE.UU. ha advertido de que responderá directamente a Irán ante cualquier ataque contra sus intereses por medio de esos peones.
Suleimani y las Brigadas Quds, que comandaba, son responsables de crear y entrenar milicias en Irak que tras la invasión norteamericana de 2003 mataron, según el cálculo del Pentágono, a casi 700 uniformados estadounidenses. Entre ellas se encuentran los grupos que conforman las Fuerzas de Movilización Popular, con cuyos líderes Suleimani tenía previsto encontrarse cuando fue abatido tras aterrizar en el aeropuerto de Bagdad en la noche del jueves. De hecho, el líder de Kataeb Hezbolá, uno de esos grupos, Abu Mahdi al Muhandis, murió en el mismo ataque del viernes, efectuado con misiles lanzados desde un ‘dron’ (avión no tripulado).
La milicia Hezbolá, cuyo brazo político ha llegado a controlar el gobierno de Líbano, fue creada por la Guardia Revolucionaria de Irán durante la guerra civil que tuvo lugar en ese país mediterráneo en los años 80. Por medio de Hezbolá, Irán ha combatido a Israel, abriendo un conflicto armado en toda regla en 2006, y ha apuntalado al régimen de Bachar el Asad en el poder en Siria, combatiendo a los rebeldes suníes y a los yihadistas del Estado Islámico.
Presencia en Yemen
También con el apoyo de Irán, los rebeldes hutíes tomaron en 2014 Saná, la capital de Yemen, provocando un conflicto que sigue abierto y que ha dado pie a una verdadera guerra regional en la que, en última instancia, se enfrentan Irán y su mayor adversario en el golfo Pérsico, Arabia Saudí, cuya monarquía está estrechamente ligada a Washington. Los saudíes lideran una coalición de potencias árabes que ha bombardeado a los rebeldes en Yemen. Según los observadores internacionales, son ya más de 100.000 los muertos de esa guerra, en su mayoría civiles.
En la franja palestina de Gaza, Irán ha hecho una excepción en su política de apoyar a grupos chiíes y ha financiado a lo largo de los años a varias milicias suníes: primero a Hamás, a quien le retiró el sustento en 2011 tras las protestas de la Primavera Árabe, y más recientemente a Yihad Islámica, responsable de varios ataques con cohetes contra objetivos israelíes. La última guerra entre Israel y las milicias islamistas de Gaza tuvo lugar en 2014.
En Afganistán, las Brigadas Quds han reclutado a combatientes que luego Irán envió a luchar en la guerra civil siria en coordinación con Hezbolá y en apoyo del régimen de El Asad.