En 1939 zarpó para Chile un barco, gestionado por Pablo Neruda, con 2.220 españoles derrotados por la Guerra Civil. De ello va su nuva novela, ‘Largo pétalo de mar’.
PREGUNTA. – Usted, escritora chilena que nació en Perú (1942) y vive desde 1987 en Los Ángeles, ¿cómo ve lo que está pasando…?
RESPUESTA. – Siempre ha habido emigrantes pero hoy la situación es mucho más difícil. Es un crimen lo que pasa en EEUU con la frontera de México, se separa a las familias, ya han muerto cinco niños en jaulas…
P.- Pero las encuestas apoyan a Donald Trump.
R. – Le apoya su base, no creo que haya ganado un voto más. Se ha perdido la decencia, la honestidad, la verdad, y la mentira se ha institucionalizado.
De exilios y de empezar de cero sabe lo suyo esta mujer menuda que no duda ni parpadea, pues ha vivido en Chile, se afincó en Venezuela tras el golpe del general Augusto Pinochet, conoce Europa, reside en EEUU y ha visitado un sinfín de ciudades por los distintos destinos como diplomático de su padrastro. Conocer el paño del desarraigo le ha servido a Isabel Allende para escribir su última novela, Largo pétalo de mar (Plaza & Janés). Aquí se relata cómo el poeta Pablo Neruda, con el apoyo del entonces presidente chileno Pedro Aguirre Cerda, logró que 2.200 refugiados españoles que huyeron por la frontera y acabaron en campos de concentración franceses subieran a bordo del barco Winnipeg en agosto de 1939. Un mes duró la travesía hasta Valparaíso.
R. Chile era el fin del mundo y no llegaba entonces a los tres millones de habitantes. El Gobierno quería obreros cualificados pero Neruda se las arregló para que embarcabaran artistas, intelectuales, amigos suyos. Se intregraron en el país hasta el extremo que uno de ellos, Leopoldo Castelo, reescribió la Historia de Chile. Hubo, es cierto, cierta oposición de la Iglesia y de los conservadores.
Un estudiante de Medicina (Víctor Dalmau), una pianista embarazada del hermano de éste (Roser Bruguera), la huida por los Pirineos, el frío, el hambre y el estraperlo, los campos de concentración en playas francesas, la Cruz Roja y los permisos para embarcar rumbo a cualquier parte se van sucediendo en una novela donde las casualidades o el destino se las apaña para que, dos pasos adelante y alguno hacia atrás, se salga del infortunio. No faltan relaciones amorosas (infidelidades, amores frustrados, sorpresas) en este friso histórico que va desde 1938 hasta 1991.
P. Incluso aparecer el tráfico de bebés por parte de la Iglesia chilena.
R. La Iglesia está pasando allí una crisis muy fuerte por los escándalos. Hay que tener mucha fe para ser hoy creyente.
P. ¿Usted lo es?
R. No. Como diría mi abuelo, no lo soy gracias a Dios.
Los personajes femeninos de Isabel Allende son fuertes, como Roser Bruguera, la criada Juana Nancucheo (un homenaje a “la tata que me cuidó”), como ella misma. Allende se ha casado tres veces y va a reincidir.
R. La vida te pone a prueba. Hay que echarse adelante. He perdido a mis padres, he tenido tragedias [perdió a una hija enferma que quedó en coma y de ahí escribió Paula, tuvo tres hijastros en la droga (dos de ellos murieron) y de aquéllo surgió El cuaderno de Maya] y muchas cosas buenas. Tengo una salud de hierro y mi familia es muy longeva.
P. Sus textos cada vez tienen menos adjetivos.
R. La literatura ha ido cambiando, como el cine. Hoy hay una gran influencia de lo audiovisual, así que el lenguaje es más directo.
P. Esta novela tiene una tirada inicial de 250.000 ejemplares en español entre España, América Latina y EEUU, y ha vendido 74 millones de libros, ¿no le da vértigo cuando escribe?
R. No. Cada 8 de enero empiezo un libro, que me lleva año y medio o dos. Y cuando no escribo, estudio o me documento.
P. En Largo pétalo de mar (“Oh Chile, largo pétalo/ de mar y vino y nieve”, cantó Neruda) se dice que no
se puede recuperar ni cambiar el pasado, que nada se saca con removerlo.
R. Siempre miro hacia delante pero me nutro del pasado, para saber quién soy, qué hago.
P. En el libro surge Neruda varias veces. ¿Le conoció?
R. Sí y su poesía me ha acompañado siempre. Ahora en Chile están contra él porque abandonó a un hija con problemas y por violar a una mujer. Pero hay que separar al autor de su obra. Si no se hace se condenaría a muchos. Y hay que ver en qué tiempo ocurrieron las cosas.
P. Venezuela.
R. Terrible. Un gran país con un gobierno que no lo podría hacer peor.
P. ¿Con qué se quedaría si tuviera que dejarlo todo?
R. Con mi perro y las 24.000 cartas de mi madre. Desde hace 35 años me escribía una vez al día, al menos. Y yo la contestaba. Mi hijo calculó el número. Están en unas cajas.