Javier Urra: “Tenemos que ser sinceros, los psicólogos no sabemos que hacer con algunos psicópatas”

El psicólogo de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Javier Urra habló en la 99.9 sobre el tratamiento que se le debe dar a los psicópatas que cometen aberrantes crímenes, aún siendo muy jóvenes. “La verdadera pregunta es saber si tienen recuperación y pueden volver a sentir. Con los años que tengo, veo que algunos son marcadamente irrecuperables”, agregó. 

El caso de Nahir Galarza en nuestro país volvió a reflotar un tema muy delicado y difícil como los jóvenes que cometen crímenes con síntomas patológicos de alguien que puede sufrir un trastorno. El psicólogo de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Javier Urra se refirió al tema en la 99.9 teniendo un amplio expertisse en la materia.
“La mejor definición de psicópata que se ha dado es que se trata de alguien que baila sin escuchar la música. Una persona que es insensible, no se pone en lugar del otro, no tiene sentimiento de culpabilidad y adolesce de compasión”, definió.
Después se encargó de diferencias dos términos que a veces se pueden utilizar como sinónimos pero no lo son: “una cosa es el psicópata y otro el psicótico. Éste último es alguien enfermo por un trastorno grave pero no sabe quien es y no lo es durante todo el día, incluso puede escuchar voces. Un psicópata es una persona que por sus intereses, porque le han llevado la contra o porque acaba de violar a alguien y lo puede denunciar, mata. El problema viene cuando empezamos a bajar edades y vemos que hay jóvenes, adolescentes y hasta niños que por sus circunstancias personales y culturales está desapegado de la sociedad y no tienen amor ni ternura”.
Una vez que cometen crimenes atroces, es difícil que entren en una recuperación que es otro de los temas delicados que se deben abordar. “Recientemente entrevisté a un joven que una noche se levantó con 14 años, tomó una katana mató a su padre, a su madre y a su hermana con síndrome de down. Este joven estuvo en un centro de reforma, se casó y tiene una hija. Explicaba que está rehabilitado, pero me mantengo en un fuerte interrogante. Lo que decía estaba bien dicho, pero no capté que lo sintiera”, ejemplificó.

El interrogante se presenta a partir de la cárcel y una real recuperación de alguien que es un violador o asesino: “la verdadera pregunta es saber si tienen recuperación y pueden volver a sentir. Con los años que tengo, veo que algunos son marcadamente irrecuperables”, dijo desde su experiencia. Incluso en el caso de los violadores, remarcó que son conscientes de que están haciendo algo malo: “hay gente que viola reiteradamente pero si en la cárcel le preguntas al violador si lo volvería a hacer, te dice que sí. Pero si le preguntas si se lo hacen a su mujer que haría, indica que lo mataría. Sabe lo que está bien y lo que está mal, pero juega a la ruleta arriesgando y a veces pierde”.
En el debate público de estos temas, planteó una definición interesante pidiendo además a todos sus colegas que cuando suceden situaciones de ese tipo, sean realistas ante la sociedad: “tenemos que ser sinceros, los médicos no curan a la gente que tiene cáncer de páncreas avanzado, no saben hacerlo. Los psicólogos no sabemos que hacer con algunos psicópatas y es más que posible y probable que vuelvan a reincidir”, sentenció.
Llegó a esa conclusión después de hablar con personas que han hecho cosas aberrantes y no sienten remordimiento alguno. Incluso están decididos a hacerlo de nuevo: “hablando en la cárcel con un violador en serie de niños, me dijo una frase terrible: “si se me pone una niña a tiro, volveré a reincidir”. Le respondí porque no se miraba en el espejo y tomaba una decisión; no es inducirlo al suicidio pero entre que una persona tome una decisión de vida con si mismo o con un inocente, prefiero que lo haga consigo mismo”.
Las ideologías judiciales también aportan lo suyo a este profundo debate sobre la rehabilitación: “en España un preso nos cuesta 1.085 euros por mes y la mayoría de ellos no hacen nada durante todo el día, ni siquiera van a terapia porque no es obligatorio. Las víctimas terminan pagando esas ideologías buenistas. Creo que la mayoría de la gente es muy buena, pero el mundo no es Disney, existe la maldad y de eso no se debe dudar”, dijo finalmente.