Después de cuatro días, el republicano resultó elegido para presidir la Cámara de Representantes. Fue una tensa disputa contra compañeros de partido rebeldes.
Después de cuatro días y 15 votaciones, el republicano Kevin McCarthy resultó elegido el sábado de madrugada presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos tras una dura y tensa disputa contra compañeros de partido rebeldes. Así terminó una situación de bloqueo inédita en más de 160 años que augura agitados debates y tensión en el Congreso estadounidense en los próximos dos años.
Tras varias transacciones, el grupo rebelde compuesto por seguidores del expresidente Donald Trump cedió y permitió la designación por mayoría simple de este californiano de 57 años. “Es tiempo de gobernar responsablemente y asegurar que ponemos los intereses de las familias estadounidenses primero”, indicó tras la elección el presidente Joe Biden, quien se dijo “preparado para trabajar con los republicanos”.
Antes de ceder, las células libres del bando republicano aportaron unas últimas notas de suspenso, haciendo descarrilar por 14ª vez las aspiraciones de McCarthy, que pensaba tener ya la votación ganada. Inmediatamente después, McCarthy se acercó al grupo de trumpistas rebeldes y se intercambiaron señales acusadoras con el dedo, mientras la secretaria del Congreso pedía calma.
McCarthy confirmó en una conferencia de prensa el sábado que el expresidente Trump había sido fundamental para “obtener los últimos votos” necesarios para su elección. Durante toda la semana, este núcleo duro de representantes conservadores, que acusaban a McCarthy de haberse plegado a los intereses del poder establecido, aprovecharon la ajustada mayoría republicana en la Cámara lograda en las elecciones de medio mandato de noviembre para bloquear la designación. No redujeron la presión hasta obtener garantías significativas, entre ellas la aplicación de un procedimiento para facilitar la destitución del presidente de la Cámara.
Finalmente elegido, McCarthy reemplaza a la demócrata Nancy Pelosi en el cargo de la presidencia de la Cámara, aunque sale debilitado de este proceso que le conllevará probablemente un mandato muy difícil. “Tenemos que volver a encarrilar a Estados Unidos”, dijo McCarthy antes de prestar juramento. El bloqueo orquestado por ese grupo de trumpistas es “humillante”, en opinión del politólogo Larry Sabato, quien considera que McCarthy es el “speaker” más débil jamás elegido desde la Guerra Civil.
En el menú de los próximos meses figuran las negociaciones para elevar el límite de la deuda pública estadounidense, la financiación del Estado federal y, probablemente, el desbloqueo de ayudas suplementarias para Ucrania. En el poder de la Cámara Baja, los republicanos prometieron lanzar una serie de investigaciones sobre la gestión de Biden de la pandemia o de la retirada de Afganistán. “Es tiempo de ejercer un control sobre la política del presidente”, subrayó McCarthy desde el hemiciclo.
Sin control de ambas cámaras, a diferencia de lo ocurrido tras su investidura en 2021, Biden no puede aspirar a aprobar grandes leyes. Pero con el Senado en manos demócratas, los republicanos tampoco. Enfrentarse a una Cámara hostil pero desordenada podría resultar una bendición política para Biden, si éste confirma su intención de postularse nuevamente a la presidencia en 2024, una decisión que se espera que anuncie a principios de este año.
A lo largo de este proceso de designación, el partido de Biden denunció el dominio de trumpistas (muchos de los cuales aún se niegan a reconocer su derrota en 2020) en el Partido Republicano, dos años después del asalto al Capitolio que se saldó con cinco muertos. “El caos en la Cámara de Representantes es solo otro ejemplo de cómo una franja extrema… impide gobernar”, dijo el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer. Pero sin mayoría en la Cámara de Representantes desde las elecciones de noviembre, los demócratas tampoco disponían de apoyos para conseguir la elección de su candidato a “speaker”, Hakeem Jeffries.
El proceso se hizo interminable por momentos, con maratonianas sesiones de negociación en los pasillos del Capitolio y una horda de periodistas captando cada declaración de los representantes díscolos. Sin “speaker”, la tercera figura política más importante de Estados Unidos después del presidente y el vicepresidente, los nuevos legisladores no podían asumir sus cargos y en consecuencia tampoco votar proyectos de ley.
El enfado era palpable entre los miembros del”Grand Old Party”, como se denomina al Partido Republicano, que apoyaban mayoritariamente la candidatura de McCarthy, lo que dio lugar a encendidos debates. Muchos abandonaron el recinto en protesta por el discurso de Matt Gaetz, uno de los representantes electos que encabezan la rebelión.