La obsesión totalitaria

El difluente Wado de Pedro —referenciado por el exegeta peronista Marcelo Bonelli— aseveró en Radio Mitre que «a algunos sectores les molestan cuarenta años de democracia». Es obvio que sí: les molesta a Luis D’Elía, a Juan Grabois, a Cristina Elisabeth Fernández, a Eduardo Valdéz, a Carlos Zannini, y siguen las firmas.

Argentina se debate, desde el golpe de estado de 1943, entre la república liberal que nos legaron nuestros padres fundadores con la constitución de 1853, y el estado socialista construido dentro de los pliegues de la República. Esa tensión entre una república liberal y un estado socialista está llegando, en 2023, a su máxima expresión con la disputa lanzada por el presidente Alberto Fernández contra la Corte Suprema de Justicia.

Para de Pedro, las determinaciones judiciales son decisiones políticas, con objetivos políticos: «Acabamos de ser testigos hace muy poco tiempo de una sentencia judicial donde el objetivo central, como fue siempre contra el peronismo, consistió en proscribir a la compañera Cristina Fernández de Kirchner», para agregar «la proscribieron judicialmente y esa proscripción, que fue vendida mediáticamente como un “se bajó”, es una proscripción como la que sufrió el peronismo durante 18 años».

No conforme, abundó: «Para que este sistema funcione como lo establece nuestra Constitución Nacional es necesario que el Poder Judicial funcione de manera independiente; que el legislativo lo haga como el pueblo manda; y que el Ejecutivo pueda gobernar y expresar esa voluntad que se vio reflejada en las urnas». Ahí dio en el punto de crisis: «Tenemos que pensar ante qué fenómeno estamos: estamos ante una democracia limitada por algunos sectores de poder, generalmente sectores que fueron cómplices de la dictadura militar».

Una idea, un concepto que siempre le dio resultado al peronismo: victimizarse ante poderes fácticos, cuando han sido un poder faccioso por antonomasia. Fruto del golpe de 1943, el peronismo se constituye como poder a caballo de la creciente ola social-nacionalista de la época, perfectamente reflejada en el documento de los coroneles nacionalistas que conformaban el GOU, donde ponderaban «el sacrificio de Alemania para dar identidad al continente ante la amenaza roja».

La enorme —y desgastante— batalla ideológica en torno al choque de ideas y proyectos enfrentados entre una república liberal democrática y el ideal autocrático del poder socialista está para definirse en 2023, un año crucial para la Argentina entre la esperanza de un futuro venturoso, o una frustración demoledora de sueños, proyectos e ilusiones para los argentinos tanto de hoy como del mañana.