La clonación de embriones humanos para obtener células madres habilitó esta opción. La pregunta ahora es para qué.
La reproducción de embriones humanos en platos de cultivo es una perspectiva científica que con un ojo vigila la ética y con el otro atiende a la moral. La pregunta que muchos expertos se hacen es: ¿si ya se duplican las células de una persona con éxito, el siguiente paso es clonarla por completo?
La posibilidad de reprogramar células de piel humana para que actúen como células madre, es la autopista que se comunica con la medicina regenerativa y el atajo para desembocar en la paradoja de clonar el cuerpo y la mente.
Con las evidencias apoyadas sobre la mesa, los expertos coinciden en que es biológicamente posible clonar a un individuo. Pero como toda nueva técnica que requiere de un aprendizaje, lo que se estaría desechando en cada intento fallido sería material humano.
La clonación es el proceso por el cual se consigue de forma asexual, crear individuos genéticamente idénticos. Como explica Sergio Ghio, de la cátedra de Genética de la Facultad de Agronomía (UBA), “la fórmula que se emplea es similar a la que se usó para la oveja Dolly, en 1996. Se toma una célula somática (ni esperma ni óvulo) y el interrogante que se planteó es, si a partir de esa célula del cuerpo, se podrían encender todos los genes para generar un organismo. Con los humanos, la clave está en dar con la combinación de sustancias para que se enciendan todos los genes y que, además, no se mueran. Haciendo las pruebas de rigor correspondientes, debería funcionar”.
Y agrega: “El procedimiento consiste en dejar que esta célula cultivada se divida durante 5 días, ya que todavía no está preparada para anidar en el endometrio. Si implantás ese blastocisto (embrión de 5/6 días) en el útero de una madre preparada, crecerá un humano. El tema es que nadie puede garantizar que será genéticamente idéntico al donante de la célula a la cual se extrajo el núcleo. La cuestión es para qué puede servir un clon. Y mientras surgen las teorías más descabelladas, al final, la ciencia termina por superar cualquier fantasía de la ficción”, resume Ghio.
Sobre esta puerta que se abre, Daniel Salamone, investigador del Conicet y director del Laboratorio de Biotecnología Animal de la Facultad de Agronomía de la UBA afirma que :“sí, es posible clonar humanos, la pregunta es para qué. No existe una razón que lo justifique, como en el caso de los animales, en los que se demostró enormes ventajas. Además de las cuestiones éticas, aún hay problemas no resueltos como las pérdidas embrionarias durante las preñeces. En humanos se sumarían condicionamientos psicológicos. Es fácil suponer el efecto de tener un gemelo muchos años mayor”.
Como en toda disputa revestida por una corteza ética, están quienes opinan que la clonación constituye una ruptura con las relaciones entre la identidad genética y la personal, y quienes la consideran un avance más entre tantos.
Incluso Shoukhrat Mitalipov, el Investigador de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón (EE.UU.), que clonó células humanas hace unas semanas, dijo en una entrevista que si se resuelven todos los problemas y se demuestra que se pueden reproducir humanos, como ocurre con la fecundación in vitro (FIV), es la sociedad quien debe decidir si eso se justifica, ya que considera que no es el rol del científico determinar estas cuestiones. Algunos están de acuerdo con la clonación para sustituir a un hijo perdido o, más perversamente, para ver crecer a su padre desde pequeño. “Si el inconveniente es no poder concebir un hijo, en un futuro no tan lejano, es probable que se puedan obtener gametos en el laboratorio a través de la tecnología que recién empieza a utilizarse en animales”, apunta Salamone.
Desde el aspecto jurídico, muchos países entienden que un clon no puede ser considerado persona, ya que para ser humano debe poseer la cualidad predominante de ser único e irrepetible. Y debe tener su origen en la fecundación de un óvulo, lo que no ocurre con la clonación. Sobre el comportamiento social del clon, abundan las suposiciones. Mientras que sus características serán idénticas en un 99% a las del ser originario, esto no se repetirá en el aspecto psicológico y su conducta puede ser diferente.
“A través de la observación en diferentes grupos de animales se vio que el primer clon nacido, por los cuidados que recibe, es más manso y menos arisco que los nacidos después. Eso demuestra que no sólo lo constituye la genética, sino que influye cómo fue tratado o dónde se crió”, concluye Salamone.