Los sondeos muestran un fuerte aumento del desencanto, que podría ser clave si se repitieran los comicios.
Fueron días de desencanto para los españoles. La intensa movilización política ante lo que se anunciaba en 2015 como un cambio de ciclo histórico se diluye en una profunda y medible frustración social a partir del bloqueo que impide formar un gobierno estable desde hace tres meses y medio.
La desilusión alcanza marcas históricas en todas las encuestas publicadas a principios de abril y puede resultar un dato decisivo si, como los pronósticos sugieren, se hace inevitable repetir las elecciones generales a finales de junio.
El último sondeo del estatal Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revela que casi el 80% de los españoles considera mala (37,6%) o muy mala (42,3%) la situación política del país y más del 50% cree que todo seguirá igual o peor de aquí a un año. La consultora Metroscopia cifra en 94% la cantidad de gente que expresa su descontento con los políticos por la incapacidad de hallar una salida a los resultados endiablados de las elecciones del 20 de diciembre, cuando por primera vez el poder se distribuyó entre cuatro partidos sin que ninguno se acercara por sí solo a la mayoría parlamentaria.
El tiempo para pactar un gobierno se vence el 2 de mayo y todas las vías de negociación están cortadas. El conservador Mariano Rajoy (PP) sigue a cargo de la presidencia con funciones acotadas y el Congreso está prácticamente inactivo.
“La decepción que pueda suponer una repetición de las elecciones podría traer consigo una menor participación”, sostiene Francisco Camas, analista de Metroscopia. Según sus números, iría a votar un 69% del electorado, seis puntos menos que en diciembre.
El politólogo Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III, coincide en que cabe esperar un aumento de la abstención en caso de nuevos comicios. “Pero lo que más me preocupa es que el desencanto también se incrementaría ante ese fracaso -dice-. Es posible que este incremento del interés por la política que fuimos viendo en España en los últimos años torne en cinismo. Y eso siempre es malo para un sistema político.”
Los analistas ven firme la opción por el multipartidismo. No hay nostalgia por el modelo conservador-socialista que dominó los últimos 40 años. Sin embargo, destacan también signos contradictorios ante este presente desconocido.
Una encuesta de Netquest, para el diario digital El Español, indica que menos del 20% de los entrevistados quiere que se repitan las elecciones, pero todos los pactos posibles para salir de la parálisis tienen mayoría en contra.
La opción que sale mejor parada es el acuerdo -insuficiente en cantidad de diputados- entre el socialista Pedro Sánchez y el liberal Albert Rivera, de Ciudadanos. Lo apoya el 22,4% y lo rechaza el 59%.
La frustración social se ceba especialmente con los partidos nuevos, que venían a revolucionar la política. “Los españoles han votado pensando en que la situación política se puede mover, que estaban en condiciones de cambiar el sistema porque ya estaban cansados -indica Simón-. Es lógico el desencanto si al final todo fracasa y resulta que daba lo mismo quién estuviera allí.”
Casi todos los sondeos conocidos reflejan que el PP podría ser el más beneficiado ante unas nuevas elecciones, a pesar de que Rajoy se negó a aceptar el encargo del rey para formar gobierno y se mostró incapaz de articular acuerdos para renovar su mandato.
En un escenario de mayor abstención, Metroscopia les otorga a los conservadores la posibilidad de aumentar su cantidad de bancas sin necesidad de crecer en porcentaje de votos (27,7%). El PSOE se mantendría en el orden del 22% que sacó en diciembre, mientras que Ciudadanos crecería (de 14% a 18,8%) y Podemos caería fuerte (de 20,7% a 15,9%).
Un resultado así garantizaría bloqueo y confusión sin límites de tiempo, salvo que los partidos asumieran sacrificios superiores a los que hasta ahora ofrecieron.
Son especulaciones abstractas. Si se concretara el nuevo llamado electoral, el tablero podría moverse con un simple cambio de estrategia. ¿Volvería Podemos a rechazar una alianza con Izquierda Unida, que sacó más de un millón de votos en diciembre? ¿No sería posible que el PSOE y Ciudadanos concurrieran en coalición con el pacto que firmaron en marzo? ¿Insistirá Rajoy -de pobrísima imagen pública- en ser el candidato del PP?
Esas preguntas ocupan hoy a los políticos, más que la lejana posibilidad de que se alcance un acuerdo en las tres semanas que quedan antes de que el rey declare fallido el Congreso elegido en diciembre.