El clan Bassi fue diezmado por las balas tras ser acusado por el crimen de “Pájaro” Cantero. El desembarco de las fuerzas federales no logró frenar la disputa por el territorio para el comercio y el tráfico de drogas en Santa Fe. Los Bassi perdieron a tres integrantes de su familia. Y un sicario asesinó a una mamá adentro de su propia casa.
Aún después de todo: de las promesas del gobierno provincial, del desembarco de las fuerzas federales y del procesamiento –que se calificó de histórico– a 36 integrantes, entre civiles y policías, de “Los Monos”, la organización narco criminal más temeraria de Rosario y alrededores. En 2014 no sólo nada cambió. Fue todavía peor.
“Lo que está pasando en Santa Fe es gravísimo y el gobernador no está haciendo la lectura correcta. El narcotráfico ya compró a la policía, al poder político y judicial pero no puede comprar a una madre y por eso se animaron a matar a Norma Bustos. Ya se pasaron todos los límites”, le dijo a Tiempo Argentino Norma Castaño, denunciante del comisario Hugo Tognoli, el ex jefe de la policía provincial que permanece detenido y procesado por sus supuestos vínculos con el narcotráfico y fundadora de la Asociación Madres Solidarias.
El crimen de Norma Bustos fue también un mensaje sobre quien detenta el poder en Santa Fe. Desde 2008, la mujer denunciaba en los medios locales que el barrio La Tablada, en el sur de Rosario, estaba tomado por los narcos y que eso sólo podía explicarse por la protección impúdica de la policía.
El jueves 20 de noviembre, en el almacén que improvisaba en su casa de Pavón al 4600, un sicario la fusiló con una pistola. Pero Norma estaba muerta desde antes: el sábado 26 de enero de 2013 le mataron a su único hijo. Se llamaba Lucas, tenía 25 años y estaba en la esquina de su casa cuando tres plomos lo alcanzaron, según la investigación judicial, por error: los hermanos Milton y José Damario buscaban liquidar a Joel, un amigo de Lucas enfrentado desde chico con los tiradores.
Norma alcanzó a ver presos a los asesinos de su hijo. Durante la causa se enteró que Milton, el menor, era un sicario y que uno de sus encargos incluyó, nada menos, que la ejecución de Claudio “Pájaro” Cantero.
“El procesamiento a Los Monos –reflexionó Castaño– no sirvió de nada. Todo sigue funcionando como antes. O peor porque ya no hace falta ir hasta el búnker: ahora el delivery va a tu casa. El arribo de gendarmes también fue un circo. Se instalaban 300 en un barrio, entonces el narco se iba y vendía en el barrio de al lado. Fue como burlarse de las madres. Hay un estado ausente. Los únicos presentes son los vendedores de droga.”
ZONA DE RIESGO. Estaba aclarando ese domingo cuando Pájaro echaba su última orina a un costado del boliche Infinity Night de Villa Gobernador Gálvez. Cinco balas que perforaron la nariz, una oreja, el pómulo, el hombro derecho y la ingle. Pájaro murió camino al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. El matador había descabezado a Los Monos. Enseguida se apuntó como instigador del ataque a Luis Orlando “Pollo” Bassi, un barra con fama en Gálvez que, según los investigadores, rivalizaba con los Cantero por el control del territorio. Fue el 26 de mayo de 2013. El día en que el apellido Bassi comenzó a estar maldito.
El 31 de diciembre de 2013, Leonardo Bassi de 36 años fue asesinado por un joven que, después de entrar a la remisería que la familia tiene en la esquina de Chile y 20 de Junio, le descargó el fuego de una pistola automática. Una semana antes los padres de Leonardo le hicieron llegar a los funcionarios de del Ministerio de Seguridad del gobierno de Santa Fe los temores de que se cumplieran las promesas de escarmiento que recibía la familia desde que otro de sus hijos, Pollo, fuera acusado de instigar el crimen de Pájaro.
Maximiliano Bassi tenía 34 años cuando le agujerearon tres veces el abdomen con balas. Fue el martes 11 de febrero. El sicario no tuvo que entrar al local porque lo encontró en la vereda intentando dar arranque a un camión.
El 22 de octubre, alrededor de las 9:30, Luis Bassi, de 60 años, no llegó a renovar la yerba del mate porque, al igual que a dos de sus hijos, alguien lo acribilló en la puerta de su remisería. Su mujer quedó sola al frente de la familia.
Bassi padre murió esa tarde en el Hospital Provincial de Rosario después de ser operado de urgencia. Los peritos le contaron siete disparos. Lo enterraron el jueves. Al día siguiente hubiera festejado junto a Victoria Carmen Orellana los 41 años de casados.
“Es como si viviera en la época de la dictadura –le explicó la mujer a Tiempo– porque hay un plan sistemático para eliminar a mi familia. Me están despellejando. Me están cortando en pedazos y nadie hace nada. Esta es una provincia liberada. Los de arriba saben quiénes manejan la droga pero los dejan trabajar tranquilos. Con sus guantecitos blancos agarran el dinero de los narcos porque alguien les tiene que financiar las campañas.”