La investigación mendocina destacada a nivel mundial

Diego Marzese y Javier Orozco son investigadores y profesionales de la salud que trabajan incansablemente en la búsqueda de tratamientos efectivos para el cáncer. Diez años les llevó a el estudio de tumores cerebrales y hace una semana fueron reconocidos a nivel mundial. En diálogo con MDZ ellos cuentan de qué se trata la investigación.

El cáncer es una enfermedad compleja. En ocasiones se desconocen los motivos de su aparición, los tratamientos no son efectivos y es entonces cuando empieza una búsqueda incesante de más información.
Hace una semana, la revista Nature Communications publicó una investigación de los mendocinos Diego Marzese y Javier Orozco, sobre tumores cerebrales, que dejó a la ciencia argentina en lo más alto.
Los profesionales estudiaron cómo se originan estos tumores, de modo que sea más efectivo el tratamiento a seguir. La investigación comenzó en 2008 pero se llevó a cabo con más fuerza en 2013.Analizaron 165 casos de pacientes con tumores cerebrales incluyendo metástasis cerebrales provenientes de cáncer mamario, cáncer de pulmón y cáncer de piel.
Actualmente, tanto Diego como Javier viven fuera del país. El primero, en España, y el segundo en Estados Unidos. Coinciden en calificar la realidad de la ciencia argentina como “crítica”. Los investigadores afirman que hay escasa financiación o problemas a la hora de pagar las becas de estudios. Destacan, además, que la ciencia resulta fundamental para lograr una “independencia intelectual” de un país.
Marzese se formó como investigador en biología molecular y Orozco es médico oncólogo. Ambos decidieron apostar por la formación continua y el servicio a la comunidad, para generar conocimientos que se vuelven importantes para todos aquellos que padecen esta enfermedad.

-¿Cuánto tiempo les llevó la investigación y la publicación de la misma?

-Diego Marzese: Específicamente la idea de la investigación que acaba de publicarse en metástasis cerebrales comenzó a gestarse en el 2013, luego de mi publicación del primer mapa epigenético de la progresión del cáncer de piel. Sin embargo, nuestra investigación comenzó en el 2008 en Mendoza, en un proyecto que apuntaba estudiar casi 110 pacientes con cáncer mamario. Esta investigación realizada entre la Universidad Nacional de Cuyo, el IHEM y el IMBECU fue dirigida por las doctoras María Roqué y Laura Vargas Roig, quienes consiguieron instalar y ejecutar una investigación de este tipo en Mendoza con una idea tan poco convencional para la época. Pero además contó con la colaboración de un excelente grupo médico del Hospital Italiano y el Instituto Gineco-Mamario que incluía a los doctores Francisco Gago, Olga Tello y a un residente que cursaba su 2º año de la especialización en Tocoginecología, Javier Orozco, que 10 años después es el primer autor de los estudios publicados. Para mí, lo que ha hecho Javier, suspendiendo una práctica clínica para saltar al abismo de la investigación básica-traslacional, es un gran ejemplo de no detenerse en el aprendizaje y la formación médica continua.

-¿Cómo es para ustedes la situación de la ciencia y de los investigadores en Argentina?

-DM: Si bien hace tiempo que no tengo la oportunidad de investigar activamente en Argentina, tengo muchísimos colegas con los que compartimos amistad o proyectos de investigación y de sus vivencias mi opinión es que la situación es crítica. Ya sea por la escasa disponibilidad de financiación o por el retraso en el pago de proyectos de investigación que han sido adjudicados meses atrás. Lo que más duele es que se ha intentado desprestigiar a los científicos y a la ciencia argentina. Y considero que se ha conseguido en cierta medida, tratando de convencer que la investigación no es importante en nuestro país, o que los que se dedican a investigar están perdiendo el tiempo y los pocos recursos del país. En mi opinión, no hay nada más errado que ese pensamiento, no hace falta más que ver como los países que aspiran a una situación financiera sostenible fortalecen la investigación científica y de ese modo, generan una “independencia” intelectual.

-¿Qué piensan cuándo ven sus investigaciones publicadas? Y en esta ocasión en particular, ¿cómo ayuda a las personas y su salud?

-DM: A mí se me mezclan varios tipos de sensaciones. La primera es una emoción muy grande, una sensación de haber hecho un buen trabajo, aunque no sea el final de la investigación; ansiedad por saber cómo el estudio impactará a otras investigaciones en el área, cómo será recibida, cómo será utilizada para construir algo mejor. La segunda es una sensación de liberación de estrés, de mirar para atrás y ver la acumulación de falta de sueño y del tiempo privado a mi familia, amigos, ocio, cuidado personal, etc. La verdad es que creo que con cada estudio se deja un poco de vida, se cierra y lo que quedó ahí atrapado, ese esfuerzo y sacrificio, no volverán. Por suerte, priman las primeras sensaciones y uno se mete de lleno en el siguiente paso de la investigación. En esta ocasión particular ambos tipos de sensaciones se amplificaron por la magnitud de las revistas que aceptaron publicar los resultados y por la esperanza que tenemos que lo que hemos descubierto se convierta en, o siente las bases para, un método diagnóstico de precisión para pacientes con metástasis cerebrales, que permita eventualmente determinar el tipo de tumor y las posibilidades terapéuticas, sin necesidad de cirugía. Si bien para esto todavía falta mucho trabajo, estamos en el camino y en estos estudios ofrecemos las herramientas para que nosotros u otro grupo de investigación lo logre.

– ¿Dónde y cómo trabajan actualmente?

-DM y JO: La investigación fue realizada casi en su totalidad en el John Wayne Cancer Institute, de Santa Monica, California. Hemos contado con la colaboración de científicos de varios centros de Estados Unidos y de Australia, tanto para la inclusión de pacientes como para elevar el nivel analítico del estudio. Nuestra idea, para la segunda fase del estudio, es aplicar estos clasificadores moleculares en biopsias de líquido cefalorraquídeo y así, verdaderamente estimar las aplicaciones clínicas reales del sistema. Para esta fase, sería excelente contar con colaboraciones con grupos de neurocirugía y neurooncología de nuestro país, como así también especialistas en estudios clínicos, por lo que aprovechando la difusión de nuestra publicación invitamos a que los interesados en participar nos contacten.

– ¿Están trabajando en nuevas investigaciones? ¿De qué tratan?

-DM y JO: Bueno, la investigación continúa. Estamos investigando cómo los tumores de las pacientes con cáncer de mama triple-negativo pueden ocultarse del ataque del sistema inmunológico, convertirse en una especie de fantasma y sobrevivir a los tratamientos. Este segundo proyecto incluirá probablemente grupos de investigación de Mendoza. Esperamos lógicamente que ambos estudios lleguen a diseminarse como nuestra reciente publicación.

-Para la gente que quizá no entiende lenguaje técnico y científico, ¿cómo podrían resumir la investigación publicada en NatureCommunications?

-DM y JO: Los estudios publicados en Scientific Data y NatureCommunications tuvieron como objetivo caracterizar los cambios en el ADN del tumor con utilidad diagnóstica para tumores cerebrales primarios y metastásicos. El estudio publicado en la revista Scientific Data, explica detalladamente cómo logramos micro-disectar poblaciones de células tumorales, extraer el ADN genómico de los tres tipos de metástasis cerebrales más frecuentes cómo el cáncer mamario, cáncer de pulmón y melanomas. El estudio publicado en NatureCommunications, claramente el más importante de ambos, resume cómo hemos construido, adaptado y validado los BrainMETHs, clasificadores epigenéticos de precisión que permitieron discriminar entre metástasis cerebrales y tumores cerebrales, entre metástasis cerebrales de los distintos orígenes, y entre metástasis cerebrales con distintos subtipos terapéuticos, en pacientes con cáncer mamario avanzado. Hemos adaptado una técnica de laboratorio conocida como PCR específica de metilación, la cual solo requiere el análisis de modificaciones epigenéticas de 12 regiones génicas, en lugar de las cerca de 500.000 regiones iniciales. Esta técnica, fue validada en este estudio en 165 tumores cerebrales de pacientes con tumor cerebral primario o metástasis cerebrales.