La bebida provoca el 7,6% de los fallecimientos en hombres y el 4% en mujeres. Cánceres, accidentes, violencia y enfermedades hepáticas son las principales consecuencias.
El alcohol, el tabaquismo, la mala dieta y la falta de ejercicio forman el cuarteto de causas de muerte prevenibles, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El organismo acaba de presentar un estudio mundial sobre los efectos del alcohol. Advierte que la principal consecuencia es que la bebida se relaciona con 3,3 millones de muertes en el planeta: el 7,6% de los fallecimientos en hombres y el 4% en mujeres, lo que da una media de aproximadamente el 6% de las defunciones anuales en el mundo. Esta proporción es reflejo de que los hombres son más bebedores que las mujeres, aunque hay datos que demuestran que ellas son más susceptibles a algunos efectos adversos de la bebida. No solo por cuestiones intrínsecas (suelen pesar menos, tienen menor capacidad de procesamiento hepático y más proporción de tejido graso, que son factores de riesgo), sino también por factores sociales, ya que son víctimas de violencia por sus parejas cuando beben, por ejemplo.
Europa es la región con mayor porcentaje de bebedores. España se acerca mucho a la media: 11,2 litros de alcohol puro al año (10,9 es la cantidad europea), que sube a 16,4 litros cuando se reparte solo entre bebedores. Allí, el 68,3% de los mayores de 15 años beben, un 19,6% son bebedores de riesgo y hay un 0,7% de personas con dependencia alcohólica (frente al 4% de Europa). La proyección hasta 2015 es de una estabilización.
La segunda región es América. El 70,7% de los mayores de 15 años y el 52,8% de las mujeres de esa edad bebe, muy por encima de la media mundial (el 47,7% y el 28,8% respectivamente). Sin embargo, en cuanto a los litros ingeridos por cada bebedor, el continente americano está por debajo de la media, solo por delante del norte de África y Oriente próximo. También en América es donde hay más mujeres con problemas de comportamiento asociados al alcohol, y donde existen más regulaciones sobre el acceso. Por consumo, en el continente destacan Canadá, Granada y Santa Lucía, con más de 10 litros por bebedor.
El informe divide las bebidas en tres grupos: espirituosas (licores), cerveza y vino. Cada una representa, respectivamente, el 50,1%, el 34,8% y el 8% del alcohol ingerido. En la región europea el reparto es: 39,9% de cerveza, 32,9% de espirituosos y el 25,7% de vino. En América, 55,3% de licores, 32,6% de cerveza y 11,7% de vino. El modelo español es diferente: 50% de cerveza, 28% de licores y un 20% de vino.
Cánceres, accidentes, violencia y daños hepáticos son las principales consecuencias del consumo de alcohol. Pero el informe destaca que hay evidencia de su relación con otras enfermedades, como el SIDA o incluso la tuberculosis, por su efecto sobre aspectos como el uso de medidas preventivas. Hasta 200 patologías se relacionan con el consumo de alcohol. De ellas, las hay propiamente efecto de la bebida (el síndrome alcohólico fetal), pero también otras tantas relacionadas como pancreatitis, cirrosis, cáncer de boca y faringe o problemas neurológicos y enfermedades mentales que se ven agravados, como la epilepsia. Además, están las complicaciones cardiovasculares.
Pero el alcohol no solo causa muertes. Las organizaciones sanitarias tienen otra medida para evaluar el impacto de una enfermedad o problema: los años de vida saludable perdidos (DALYs). En 2012, según el estudio, fueron 139 millones, o el 5% del total, atribuido a todas las enfermedades.
Todos estos datos sitúan el consumo de alcohol entre las cinco primeras causas de enfermedad, discapacidad y muerte en el mundo. Sin contar las consecuencias socioeconómicas del abuso del alcohol, que se pueden dar hasta en las sociedades más tolerantes: pérdida de ahorros, del trabajo, problemas familiares o estigma y discriminación.
Pero la OMS destaca que dos tercios de la población del planeta no bebe, por lo que esta cifra se concentra en el otro tercio (el 38,3% que sí lo hace) que consume en promedio 17 litros de alcohol puro al año. El trabajo destaca que hay una relación entre la riqueza de un país y la bebida. Es la cantidad y el modo de consumo lo que determina el daño, señala la OMS. El tercer aspecto es la calidad del alcohol consumido, pero a distancia de los otros dos factores. Y ello, a pesar de que un 25% de la bebida consumida es de fabricación casera.
“Hay que hacer mucho más para proteger a la población de las consecuencias negativas del consumo de alcohol”, ha dicho Oleg Chestnov, experto en enfermedades crónicas y salud mental de la OMS. Con estos datos “no hay lugar para la complacencia”.