La Sharia en Europa: si vienen a nuestra casa, respeten las normas

Sobre advertencia no hay engaño. Así que ya sabe, si lo dejo entrar en mi casa lo único que espero es que cumpla las reglas y simplemente se quite los zapatos y los deje junto a la puerta.

Supongamos que un día usted llega inesperadamente a mi casa y me pide alojamiento por tiempo indefinido porque está pasando por una situación personal pésima. Podría decirle que sí o que no. Imaginemos que le digo que sí, asumiendo riesgos y gastos. Entonces le explico las reglas de mi casa: quitarse los zapatos, dejarlos en la entrada, lavar sus trastos después de utilizarlos, mantener limpia la cocina y abrir las ventanas por la mañana.
Después de 10 días de tenerlo en casa, descubro que se atrincheró en su habitación con un par de amigos más, que han entrado en casa con los zapatos sucios y que la cocina está hecha un asco. Usted se molesta, se queja de mis reglas (porque le parecen absurdas), me impide entrar en la habitación (en mi propia casa) y de manera agresiva me amenaza diciendo que no puedo echarle.
¿Qué debería hacer? ¿qué haría usted si estuviera en mi lugar?
Pues déjeme contarle que esto está sucediendo en nuestra casa llamada Europa, donde el incremento de la población musulmana está generando áreas segregadas en los diferentes países donde se impone la Sharia como ley con sus respectivos tribunales, desplazando a las legislaciones vigentes.
La Sharia es la ley islámica. Samir Khalil Samir, sacerdote jesuita experto en islamología, explica que “proviene del Corán y la sunna, es considerada como la expresión perfecta de la voluntad divina destinada a garantizar a los hombres un ordenamiento justo de la sociedad humana”. Rige todo los ámbitos (civil, religioso, jurídico, etc.), no está abierta a interpretación y es incuestionable. Además, detalla que ésta “se fundamenta en la desigualdad: entre hombre y mujer, musulmán y no musulmán”.
Esta ley aprueba la poligamia, establece la superioridad del marido sobre la mujer, recomienda la amputación por robo, la pena de muerte para cualquier apóstata que abandone el Islam, 30 latigazos por adulterio (para la mujer), otorga exclusivamente al padre la responsabilidad de la educación física, moral y religiosa de los hijos, ofrece el derecho a casarse ‘sin restricción’ en lo que corresponde a “raza, color o ciudadanía”.
¿Le parece que esta legislación protege los derechos humanos? Haciendo a un lado esta cuestión, que da para mucho más, me pregunto: ¿Por qué en un país que tiene sus propias leyes tiene que regir en los guetos una ley extranjera y constitucionalmente incompatible?
Lo grave es que en los últimos años estos guetos han ido creciendo en extensión, población y agresividad. Los expertos los catalogan como zonas de alta peligrosidad, los cuales son inaccesibles incluso para la Policía.
¿No se lo termina de creer? Le cuento lo que está pasando en Reino Unido, Francia, Suecia y Alemania.
En el Reino Unido se calcula que aproximadamente 85 tribunales o consejos de la Sharia están operando, según las declaraciones a la CBN de Tim Dieppe, Jefe de Políticas Públicas del Christian Concern.
Estos tribunales o consejos son dirigidos por expertos en la interpretación de la Sharia (que como dije, abarca el ámbito civil y religioso), digamos que son una especie de jueces. Entre los asuntos que regulan están los divorcios, las herencias o la educación de los hijos.
En un informe presentado por el Ministerio del Interior Británico a finales de 2017 se concluyó que los consejos de la Sharia “apoyaban los valores de los extremistas, justificaban golpear a las mujeres, ignoraban la violación marital y permitían los matrimonios forzados“.
Vamos ahora a Francia, donde en mayo de 2016 el Ministro de Zonas Urbanas, Patrick Kanner, reconoció que en el país había “al menos cien barrios que presentan posibles similitudes con el de Molenbeek”, con su propia legislación e inaccesibles para las fuerzas de seguridad.
Además de esto, un informe realizado por la asociación France Médiation, afirmó que “existen áreas públicas que están ‘ocupadas’ exclusivamente por hombres (musulmanes) que ‘aparcan’ allí, y las mujeres sólo están autorizadas a pasar por ellas …”.
Y si esto le parece poco, déjeme contarle lo que pasó en la ciudad de Wuppertal, Alemania donde un grupo civil autodenominado “Shariah Police” (que ni siquiera Polizei, en alemán) patrullaba los barrios de mayoría musulmana para desalentar a los hombres que entraran en bares, burdeles o bebiera alcohol y ‘decoraron’ las zonas con carteles donde recuerda lo que está prohibido y permitido hacer (como musulmanes). Como dato cultural, uno de los miembros de la “Shariah Police” era el predicador islamista Sven Lau, quien fue sentenciado a prisión por apoyar a una organización terrorista.
Pero vayamos a Estocolmo, que se pone aún más interesante. Un hombre iraquí, juzgado con la Sharia por el Tribunal del Distrito de Solna, fue absuelto, tras haber sido acusado de maltratar a su esposa empujándola contra los muebles, jalándole el cabello y golpeándole la cara con un zapato.
Los ‘jueces’ del consejo de la Sharia argumentaron que “el hecho de que la mujer recurriera a la policía en lugar de a la familia del esposo minó su credibilidad”. Según el tribunal, ‘lo normal’ en estos casos es tratar de resolver el conflicto dentro de la familia” y añadieron que “él venía de buena familia”, no como ella.

¿Sigo?

Como ciudadanos debemos exigir a los Estados que se tomen las medidas pertinentes, si no queremos ser tratados como un pueblo conquistado en nuestra propia tierra. La legislación que rige en cada nación no puede subordinarse a la Sharia en áreas dentro del territorio.
Y sobre lo que está pasando en España, lo dejaré para otro artículo.
Bueno, sobre advertencia no hay engaño. Así que ya sabe, si lo dejo entrar en mi casa lo único que espero es que cumpla las reglas y simplemente se quite los zapatos y los deje junto a la puerta.