El Dr. Hamurabi Noufouri explicó en la 99.9 porque la sociedad suele reaccionar negativamente frente al Islam incluso en nuestro país: “Las que están más concentradas en mantener su pureza ven a lo que es diferente como una amenaza a sí misma. Eso es muy difícil de modificar si no es por experiencia propia”, indicó sobre las comunidades europeas.
La reacción de la población mundial ante el Islam suele ser negativa. Las informaciones que día a día se publican a lo largo y ancho del planeta suelen colaborar con una mirada sesgada acerca de esta religión. El Dr. Hamurabi Noufouri desarrolla su tarea en la Universidad de Tres de Febrero donde dicta la cátedra de Arte Islámico y Mudéjar, pero además escribe y desarrolla una mirada particular acerca del Islam.
Una de sus preocupaciones como romper el miedo al Islam que está instalado en la sociedad y al respecto, en la 99.9, explicó que “para superar los miedos hay dos caminos, el rápido que es el de los psicofármacos, pero la única manera es el método de conocerlas. Cuando se las conoce, finalmente se puede superar. En nuestros ámbitos, la palabra Islam tiene un montón de noticias negativas lo que hace que también sea una palabra con significado negativo”.
En Argentina, puntualmente también sucede mucho porque nuestro país está acostumbrado a la diversidad cultural y además fue formado a partir de las migraciones desde distintos puntos de Europa: “el censo de Buenos Aires de 1806, durante las invasiones inglesas ya había un musulmán. Nuestra sociedad tiene una capacidad de aceptación de la diversidad que no tienen otras sociedades. Las que están más concentradas en mantener su pureza ven a lo que es diferente como una amenaza a sí misma. Eso es muy difícil de modificar si no es por experiencia propia”, aseguró.
Como pasa habitualmente también, se tiende a generalizar entre aquellos extremistas y los que practican el Islam, algo que no debería suceder: “la reacción instintiva es poner distancia con aquello que representa una amenaza. Lo que mejor pone distancia para el humano son las cosas negativas. Se refuerza esa percepción negativa, donde aparece la generalización hija de la ignorancia y madre de la intolerancia”.
También creyó conveniente realizar una diferenciación en cuanto a la terminología empleada porque Naciones Unidas se ha encargado de remarcarlo en su momento: “el migrante es la persona que sale de su ámbito nativo y va a otro en búsqueda de mejorar su situación de vida. El refugiado es aquél que deja su lugar nativo porque peligra su vida. Es muy importante que se entienda esa diferenciación. Los sirios por ejemplo, son refugiados, es un pueblo que muy difícilmente abandone su territorio históricamente”.
Detrás de lo que se plantea simplemente como un problema de religión, aparecen otros intereses encubiertos que tienen que formar parte del análisis global: “más que los territorios, hoy se disputan los recursos y la población suele ser un obstáculo. El medio oriente y norte de África concentra sólo el 10% de la población del planeta, pero como contra partida concentra el 60% de los refugiados del planeta, el 85% de la reserva de petróleo y el 60% de las de gas”, explicó finalmente.