Según el Instituto Nacional de Investigación sobre la población, un cuarto de los varones de 30 años no ha tenido relaciones.
“Nunca he tenido novia. Jamás. No se trata de que no me interese. Me gustan las mujeres. Pero soy incapaz de echarme una”, confía Takashi Sakai a la AFP.
Con 41 años, Sakai (un seudónimo) admite que nunca se ha acostado con una mujer y que no sabe cómo perder su virginidad. En Japón, un cuarto de los hombres treintañeros son vírgenes, según el Instituto Nacional de Investigación sobre la Población, con una progresión del 3% entre 1992 y 2010. Por el contrario, la proporción de mujeres japonesas treintañeras que todavía lo son ha disminuido desde 1992 (25% en 2010 frente a más de 40% en 1992).
A pesar de que no existen estadísticas internacionales comparables, parece que los japoneses se distinguen por tener una vida sexual menos activa que en el resto de países industrializados. Así, a penas el 30% de los japoneses perdieron su virginidad antes de los 20 años, según un estudio de 2010, mientras que los jóvenes europeos que sí lo hicieron con esa edad son mucho más numerosos, según una estadística realizada el mismo año por el fabricante de preservativos Durex: más del 80% de los alemanes, por ejemplo.
Como muchos fenómenos sociológicos en Japón, los investigadores profundizan en las causas económicas. La explicación sería las «dos décadas perdidas» después del estallido de la crisis financiera a principios de 1990.
«Muchos hombres japoneses parecen haber perdido su confianza sexual con el debilitamiento económico», explica Yoko Itamoto, un especialista sobre el mercado matrimonial en Japón. «Estos últimos veinte años, la situación ha sido muy difícil, muy competitiva para ellos», añade. Sobre todo por el problema de los empleos precarios.
Otro experto, Shingo Sakatsume, muestra una paradoja contemporánea: el sexo está en todas partes en Japón, en la calle, en la televisión, en el manga, pero está mal visto hablar de él seriamente. «Actualmente en Japón no hay ningún lugar donde aprender sobre sexualidad y sobre cómo enfrentarse a una relación amorosa o cómo casarse», se lamenta Sakatsume.
Sakatsume trabaja en una ONG bautizada White Hands (Manos Blancas), cuyo objetivo es ayudar a las personas víctimas del bloqueo sexual a desarrollar su sexualidad.
«Las personas privadas de una sexualidad abieta tienden a ser tímidas en sociedad», observa Sataktsume. Por esta razón fundó «Virgin Academia», que propone especialmente programas de conferencias sobre las almas gemelas y sobre cómo tener una relación larga.
Antes, la sociedad regulaba por sí misma la oferta y la demanda en los intercambios matrimoniales a través de códigos morales estrictos y ritualizados. Hoy, «cada uno debe encontrar por sí mismo un compañero y negociar el aspecto sexual», remarca Sakatsume.
Takashi Sakai forma parte de «Virgin Academia» y participa en clases de dibujo donde desencripta la anatomía femenina sobre modelos desnudos.
«En la primera lección, el pasado otoño, estaba…alucinado. Los cuerpos son increíblemente bellos…He aprendido que hay muchas formas diferentes de senos e incluso de órganos genitales», se maravilla.
Pero el candor sexual puede provocar infinitos sufrimientos mentales. Es el caso para el señor «Y», un arquitecto que cumplirá pronto los 50 años y que todavía es virgen. Explica que no «es el típico tipo que liga». No frecuenta los bares y nunca ve películas de contenido sexual. Se enamoró dos veces: primero con 25 años y después hace dos años, pero terminó hundido en ambas ocasiones. «Perdí mi orgullo. Perdí toda razón de vivir», confiesa por teléfono. Incluso perdió diez kilos con cada ruptura.
Su compatriota Takashi Sakai, sin embargo, se toma la vida con filosofía. «No merece la pena ser pesimista», se consuela, «de todas formas, ser virgen no te mata».