Un nuevo estudio determinó que las emanaciones de los volcanes contribuyen con el enfriamiento de la Tierra. Si no hubiera erupciones, el calentamiento global habría sido mucho peor en los últimos diez años.
Científicos de la Universidad de Colorado y del Instituto Tecnológico de Massachusetts estudiaron la capacidad de los volcanes para frenar el calentamiento global. Advierten que, como la contaminación provocada por el ser humano aumenta todos los años, la acción de los volcanes no es suficiente. En 1991 el volcán del Monte Pinatubo, en Filipinas, entró en erupción e hizo que el nivel de los océanos descienda unos 5 milímetros. Pero elevó a la atmósfera una gran cantidad de dióxido de azufre (SO2) que enfrió bastante al planeta.
Gustavo Villarosa, Doctor en Geología, investigador del Conicet y de la Universidad del Comahue, explicó que “lo que hicieron estos científicos fue medir la opacidad de la atmósfera frente a los rayos solares y estimar cómo esto puede amortiguar el calentamiento global. Además, intentaron distinguir si se debe a un fenómeno natural o a causas antrópicas”.
El dióxido de sulfuro de la superficie de la Tierra se eleva de 19 a 32 kilómetros a la estratosfera. Allí, las reacciones químicas crean ácido sulfúrico y partículas de agua que reflejan la luz solar de vuelta al espacio, enfriando el planeta. Cuando un volcán explota se producen dos tipos de efectos. “Los favorables se dan cuando la erupción expele cenizas a gran altura y éstas, al flotar en la atmósfera, cumplen las funciones de un filtro que atenúa los rayos solares. A la vez, las erupciones emiten gases: dióxido de azufre (SO2) y de carbono (CO2). Cuando el estallido es importante y la columna alcanza la estratósfera (por sobre los 12 kilómetros), el SO2 se combina con agua y forma gotitas en los altos niveles de la atmósfera, que filtran los rayos solares. Estos ‘tamices’ se pueden extender por 3 años. Mientras que el CO2 produce el efecto contrario, permitiendo el ingreso de la radiación solar y evitando que escape calor desde la Tierra, y aporta al efecto invernadero”, explica Villarosa.
Los autores se basaron en mediciones a largo plazo de los cambios de profundidad óptica del aerosol de la estratosfera. Desde el año 2000, la profundidad óptica pasó de 4 a 7%.
Un estudio anterior señalaba que esa reducción fue a causada por las emisiones de dióxido de sulfuro industrial de India y China, que aumentaron en un 60% durante esa misma década y fueron consecuencia de la quema de carbón.
Después de la erupción del Agung en Indonesia en 1963, del Chichón en México en 1982 y del Pinatubo, se verificó un descenso del nivel del mar en el mundo y un enfriamiento de los océanos durante un año. En el caso del volcán filipino, en 1994 se recuperó el flujo solar neto respecto a los valores previos a la erupción.
Brian Toon, coautor del estudio, indicó que “la mayor implicación aquí es que los científicos deben prestar más atención a las erupciones volcánicas pequeñas y moderadas para tratar de comprender los cambios en la Tierra. Pero ante todo, tales erupciones no van a contrarrestar el efecto invernadero. Las emisiones de gases suben y bajan, ayudando a enfriar o calendar el planeta, mientras que las emisiones de gas provocadas por la actividad humana continuarán aumentado”.