El sistema de salud debe gastar unos 21.000 millones de pesos por año para tratar las enfermedades asociadas al consumo de tabaco.
La primera radiografía de los daños que está produciendo el humo de tabaco en la salud de nuestra población y economía, es preocupante. El tabaquismo sigue haciendo estragos en la Argentina, a pesar de medidas como la de los ambientes 100% libres de humo, que se han adoptado para contrarrestar esta epidemia.
Un informe elaborado por el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), institución independiente especializada en salud pública, revela que todos los días se producen 111 muertes totalmente evitables ocasionadas por alguna de las 17 enfermedades que causa el tabaquismo. Además, este año el sistema de salud deberá gastar casi 21.000 millones de pesos en la atención y el tratamiento de patologías como son los nueve cánceres que el tabaquismo puede inducir de manera directa o indirecta, los infartos o las enfermedades respiratorias. La cifra representa alrededor del 1% del Producto Bruto Interno (PBI) del país y el 12% del presupuesto anual de Salud.
El cálculo, que es “conservador” porque excluye los costos generados por el ausentismo laboral, la productividad perdida o los gastos de bolsillo de los pacientes y sus familias, duplica la recaudación del Estado por los impuestos al cigarrillo, un monto que apenas alcanza los 10.000 millones de pesos. Es, como señalan los investigadores del IECS en sus conclusiones, “un valor que no llega a cubrir ni la mitad de los gastos directos provocados por el cigarrillo en el sistema de salud”. Los investigadores sostienen que, con estos datos, “es claro que todavía existe en la Argentina un amplio margen para aumentar los impuestos al cigarrillo, una de las medidas más efectivas en la lucha contra el tabaquismo”.
El documento técnico “Carga de enfermedad atribuible al tabaquismo en Argentina”, que se puede consultar en www.iecs.org.ar , resume los resultados obtenidos a partir de un modelo matemático con una precisión que supera el 95%. Fue diseñado y validado por un grupo de 40 especialistas en estadísticas y salud pública de Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Bolivia y Argentina. Las estimaciones se realizaron con la información estadística de mejor calidad de cada país participante. “Ya existían estudios que, con otra metodología, habían obtenido resultados similares y que no sorprenden, dada la prevalencia del tabaquismo en la Argentina. El valor de este trabajo es haber podido cuantificar los efectos con tanta precisión”, comentó el doctor Andrés Pichon-Riviére, investigador principal del proyecto y director del Departamento de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y Evaluaciones Económicas del IECS.
Explicó, también, que la Argentina se encuentra “en una situación intermedia en América latina” pero que la mortalidad por el tabaquismo sigue siendo muy alta (13,6% de todas las muertes anuales del país), y alcanza incluso a los no fumadores que están expuestos al humo de tabaco de terceros en el trabajo o el hogar. Los resultados de la Encuesta Mundial de Tabaquismo en Adultos, que se realizó en 20 países y que hoy, un día antes del Día Mundial sin Tabaco, presentará el Ministerio de Salud, revelan que uno de cada tres trabajadores argentinos todavía fuma en su lugar de trabajo.
Cada año, el tabaquismo pasivo produce 4.670 muertes. El tratamiento de esos pacientes demanda poco más de 2.400 millones de pesos, el cuarto valor más alto después del gasto en la atención de las enfermedades cardíacas, los cánceres y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) asociados con la adicción al cigarrillo. “El tabaquismo es la principal causa de muerte prevenible, que es el punto más importante, porque son muertes que no sucederían si la gente no fumase“, sentenció Pichon-Riviére.
En lo que sí se diferencia la Argentina es en el gasto anual dedicado al tratamiento de los trastornos y las discapacidades que produce el tabaco de manera directa (cáncer de pulmón y EPOC) e indirecta. El informe muestra que un fumador tiene 23 veces más riesgo de padecer cáncer de pulmón y tráquea, mientras que en un ex fumador el riesgo disminuye hasta 9 veces. Fumar triplica el riesgo de infarto en hombres y mujeres, y cuadruplica en ellas la probabilidad de sufrir un infarto cerebral. Pero ellos tienen el doble de riesgo que las fumadoras de tener cáncer de boca.
“Cuando se habla del tabaco no hay que mirar el daño individual, hay que pensar que es un contaminante del ambiente. Por eso los fumadores tienen una responsabilidad por sobre la salud de los demás. Aun cuando un fumador tenga obra social o prepaga, está dañando a terceros. Los fondos que se derivan para el tratamiento de estas enfermedades no se están utilizando para otros pacientes”, explicó el Dr. Ariel Bardach, coautor del estudio e investigador del Centro Cochrane del IECS.