Leer aumenta nuestra empatía, cada vez que nos ponemos en la piel de los personajes y protagonistas de los libros. También deja una huella en el cerebro relacionada con las aventuras que leemos.
Un estudio de la Universidad de Emory, publicado en “Brain Connectivity”, asegura que las novelas pueden cambiar el cerebro de forma parecida a como lo hace la experiencia cotidiana.
La lectura de un libro como “Pompeya”, de Robert Harris, que narra las últimas horas de la ciudad italiana tras la erupción del Vesubio en el año 79 d C., logró aumentar la conectividad de la corteza temporal izquierda en el cerebro de 21 voluntarios que participaron en el estudio durante 19 días. El efecto continuó aún después de acabar el libro, por lo que los expertos aseguraron que estos cambios son duraderos.
La corteza temporal izquierda, además de estar implicada en la producción del habla, el procesamiento del lenguaje y la comprensión, interviene en el análisis de las oraciones complejas que conforman un libro.
Además de todo esto, los investigadores encontraron que existen más cambios asociados a la lectura. Se refieren a la empatía, o capacidad de ponernos en la piel del otro, que de forma empírica se sostenía que la lectura mejoraba. En consecuencia, apareció también una mayor conectividad en una zona relacionada con la representación de las sensaciones corporales, localizada en el surco central del cerebro, que sirve de frontera entre las cortezas motora y somatosensorial primaria.
“Ya sabíamos que las buenas historias te pueden ayudar a ponerte en la piel de otra persona, en un sentido figurado. Pero con este estudio estamos viendo que esto puede tener un verdadero correlato biológico. Los cambios neuronales que encontramos asociados a los sistemas de sensación física y movimiento sugieren que la lectura de una novela te puede transportar al cuerpo de la protagonista”, señala Gregory Berns, el investigador principal del estudio.