Las nuevas estaciones orbitales que arrancan la carrera espacial definitiva

Comienzan el nuevo imperialismo interplanetario y la carrera para tomar posiciones en el sistema solar con el lanzamiento del primer módulo de la estación espacial china.

China lanzó ayer el primer módulo de su nueva estación espacial, un hito que marca el principio de la nueva y feroz carrera por la colonización del sistema solar. Será la primera de varias estaciones que se pondrán en órbita terrestre y lunar en los próximos años, las avanzadillas del nuevo imperialismo interplanetario.

De hecho, si los planes de todos los países salen bien, la humanidad podría pasar de tener una estación espacial a seis antes de que acabe la década.

La razón de esta explosión es que las estaciones espaciales son la clave para la exploración y colonización de la Luna, Marte, el cinturón de asteroides y otros lugares del sistema solar. Vitales para la colonización del sistema solar.

Las estaciones espaciales dejarán de actuar como laboratorios en órbita para pasar a ser puntos intermedios entre diferentes localizaciones, según me contó el doctor en astronáutica y segundo hombre en la Luna Buzz Aldrin en una entrevista.

En vez de realizar viajes directos entre superficies planetarias, habrá ‘naves de ciclo’ (o ‘cyclers’, en inglés) que viajarán de una estación a otra, pero nunca aterrizarán en asteroides, lunas o planetas. Esta última función estará reservada para naves especializadas que tengan en cuenta las condiciones del destino. No es lo mismo aterrizar en Marte (que tiene un tercio de la gravedad terrestre y atmósfera) que en la Luna (con un sexto de la gravedad en la Tierra y sin atmósfera).

Según Aldrin y otros expertos, estas estaciones intermedias serán la única manera de establecer una presencia en Marte o cualquier otro objeto en el sistema solar de forma efectiva sin disparar los costes. En Marte, Aldrin propone la creación de una estación espacial en Phobos, una de las lunas del planeta rojo.

Estación Espacial Internacional/ISS (EEUU/Rusia/Canadá/Europa/Japón)

La venerable estación espacial puso su primer módulo en órbita en 1998 y acogió a su primera tripulación permanente a finales del año 2000. Desde entonces, ha crecido hasta convertirse en la mayor estructura jamás puesta en órbita por el ser humano, con una longitud de 73 metros, una anchura de 109 metros y un volumen presurizado de 915 metros cúbicos.

En teoría, la ISS seguirá operativa hasta el año 2030, cuando se planea que sea destruida usando una nave no tripulada que la hará caer en la atmósfera terrestre hasta que se desintegre.

Tiangong (China)

La Tiangong ya cuenta con su primer módulo en órbita, un núcleo de 16,6 metros de longitud por 4,2 metros de diámetro llamado Tianhe, la ‘armonía de los cielos’ en español. Tianhe contiene espacio habitacional para tres astronautas, sistemas de soporte vital y los motores para mantener la estación en el espacio.

La Tiangong tendrá tres módulos en total que, según la agencia espacial china, estarán ensamblados y completamente operativos para finales de 2022. China utilizará 11 lanzamientos, tres de los cuales serán para los módulos, cuatro para tripulaciones y otros cuatro para llevar carga.

Estación sin nombre (Rusia)

El siempre fanfarrón jefe de Roscomos, Dmitry Rogozin, declaró el 22 de abril de este año que el objetivo de Rusia era abandonar la Estación Espacial Internacional en 2025 y poner su propia estación en órbita en 2030, marcando el fin de dos décadas de estrecha colaboración con la NASA (uno de los efectos secundarios de las nuevas tensiones entre Estados Unidos y Putin). “Si en 2030, de acuerdo con nuestros planes, podemos ponerla en órbita, será un progreso colosal”, dijo Rogozin, que añadió que tienen el deseo de dar un nuevo paso en la exploración espacial.

Sin embargo, Rusia no ha presentado nada concreto por ahora y solo ha anunciado que se van a gastar 6.000 millones de dólares en construirla, una cantidad muy insuficiente comparada con los 150.000 millones de la ISS. Según Rogozin, la estación rusa no contará con una tripulación humana permanentemente porque su órbita la dejará más expuesta a la radiación que la ISS. En vez de eso, asegura, usará principalmente robots e inteligencia artificial.

Voyager Station (privada)

La compañía Orbital Assembly Corporation asegura que comenzará la construcción de una estación espacial con gravedad artificial al estilo de la película ‘2001: Odisea del Espacio’ a partir del año 2025.

La Voyager Station es un proyecto extremadamente ambicioso que, según sus creadores, usará una estructura metálica base con módulos habitacionales inflables. Según la OAC, cuando esté terminada, tendrá 200 metros de diámetro, 51.104 metros cúbicos de espacio presurizado y podrá acomodar de “316 a 400 personas dependiendo de la configuración de los módulos”. En total, afirma OAC, contará con 24 módulos habitables de 20×12 metros. El espacio por donde podrán andar esas 400 personas será de 11.600 metros cuadrados.

Lunar Gateway (Estados Unidos/Canadá/Europa/Japón)

La NASA y sus socios europeos, canadienses y japoneses planean tener una estación orbital lunar antes de que el ser humano llegue otra vez a la Luna. Esta estación servirá para que los astronautas que lleguen de la Tierra puedan cambiar de nave para aterrizar en la Luna y de nuevo para volver a la Tierra al término de la misión en la superficie lunar.

El primer módulo será el módulo de energía, que además será el motor de iones más potente que jamás ha volado en el espacio. En teoría, este se lanzará en 2024 a bordo de un cohete Falcon Heavy de SpaceX. La compañía de Musk será proveedora principal del proyecto, incluyendo las naves que llevarán humanos a la superficie lunar por primera vez desde el programa Apolo.

Si todo va bien, en 2024 también llegará el segundo módulo, llamado HALO: ‘Habitation and logistics outpost’ (puesto avanzado de logística y habitabilidad, en español). Los astronautas que vayan a la Luna o a Marte usarán HALO como cuartel general, lugar de investigación científica y muelle de atraque para las naves que vengan y vayan a la Tierra, así como las que partan de la Lunar Gateway hacia la Luna, el planeta rojo y otros cuerpos dentro del sistema solar.

La estación añadirá después dos módulos más. Uno será Esprit, de la agencia espacial europea, que servirá para abastecer de combustible esas naves y realizar otras labores logísticas. El otro, de la agencia espacial japonesa (JAXA) y la canadiense (CSA) con la colaboración de la ESA y la NASA, será otro módulo habitacional internacional llamado I-HAB.

Estación lunar sin nombre (China/Rusia)

En marzo de 2010, China y Rusia anunciaron un acuerdo para establecer una estación de investigación en la Luna. Todavía no hay detalles sobre qué quieren hacer exactamente y, por ahora, no sabemos si será una estación orbital o una base lunar. Tampoco sabemos cuál será la fecha en que estará operativa.

Según un comunicado chino, la estación estaría “abierta a otras naciones”, aunque todavía no hay detalles de cómo funcionará. Su misión será la “exploración y uso de la Luna, la observación lunar, experimentos científicos básicos y verificación tecnológica”.

El nuevo imperialismo interplanetario

De ahí que China, Estados Unidos y Rusia estén tomando posiciones en la nueva carrera espacial. China —que planea convertirse en la primera potencia, no solo terrestre, sino del sistema solar— ha triplicado su presupuesto espacial desde el año 2000 hasta alcanzar los 8.900 millones de dólares anuales. Estados Unidos sigue liderando, con una inversión anual de 41.000 millones, pero lo cierto es que China está avanzando a una velocidad de vértigo y esta estación es un gran primer paso en su ofensiva.

Rusia no se querrá quedar atrás —aunque China la supera ya en inversión—, como tampoco lo van a hacer la India, Japón o Europa, estas dos últimas aliadas con la NASA y SpaceX. Ya no solo el nuevo imperialismo interplanetario —Rogozin declaraba sin rubor que “Venus es un planeta ruso” a finales de 2019, a pesar de los acuerdos internacionales que prohíben la propiedad de objetos celestes— sino para explotar los prácticamente ilimitados recursos de materias primas que ofrecen los asteroides del sistema solar interior.

Precisamente porque los recursos son ilimitados, dudo que a medio y largo plazo el sistema solar se convierta en un nuevo campo de batalla entre potencias. Sólo en asteroides cercanos hay suficiente materias primas para soportar a un par de billones — un millón de millones, no mil millones — de seres humanos. Y de paso dejar la Tierra libre de cualquier explotación material.

Sin embargo, a corto plazo, está claro que con el neo-imperialismo de Putin y la extensión de las políticas imperialistas chinas de la Tierra hacia el sistema solar, la humanidad va a perder varias décadas de progreso acelarado por la unidad. Es una pena. La expansión hacia el sistema solar es una gran oportunidad para que las naciones encontraran puntos en común para trascender su larga historia de guerras fraticidas y genocidios, colaborarando y avanzando hacia un futuro mejor de la mano de la razón y la ciencia.

Por ahora esto es imposible. Sólo hay que ver la ruindad de los líderes políticos para darse cuenta de que seguimos asistiendo a la misma pelea de ratas jefes — con las ratas que les siguen ciegamente — para controlar lo que sea, desde la comunidad de Madrid al mar Negro o África. Como decía Carl Sagan en su libro Pale Blue Dot a propósito de la sobrecogedora fotografía sobre esas líneas, el pequeño punto azul que es la Tierra contra el fondo negro del espacio:

“La Tierra es un pequeño escenario en una vasta plaza cósmica. Piensa en las crueldades sin fin inflingidas por los habitantes de una esquina de este punto en los vagamentes distinguibles habitantes de otra de las esquinas, qué frecuentes sus malentendidos, qué ansiedad para matarse unos a otros, qué fervientes sus odios. Piensa en los ríos de sangre derramados por todos esos generales y emperadores para que, en su gloria y triunfo, pudieran convertirse en los amos momentáneos de una fracción de este punto”. No hay más que decir.