Las parejas “militan” no tener hijos

En Argentina hay medio millón de personas que están en pareja y deciden no tener chicos. Avanza la militancia en las redes sociales.

Movimiento ChildfreeDicen que el mundo está superpoblado. Que la vida es hostil para los más pequeños. Que igual la natalidad está asegurada por otros. Y por sobre todo, dicen que no quieren ser presionados por los mandatos sociales. ¿Quién dijo que hay que ser padre sí o sí?, preguntan indignados. Son parte del movimiento “childfree”, que no es otra cosa que estar libres de niños. Estos hombres y mujeres sin interés por la reproducción humana crecen por el mundo. Al punto que la revista Time les dedicó su último número. Es que ahora, además, militan por las redes sociales. Argentina tiene medio millón de personas que comparten esta idea de una vida sin hijos. Se los tilda de egoístas. Ellos contratacan y defienden su libertad. ¿Se pueden condenar las decisiones individuales?
Lo cierto es que sí, se condenan. Como se condena el aborto o el matrimonio homosexual. La sociedad condena siempre. Y puede ser implacable. El artículo de Time reflota críticas de especialistas que hablan de “síntoma de agotamiento de la modernidad tardía”, de “la decadencia que revela un espíritu que privilegia el presente sobre el futuro”, de “la destrucción del futuro económico que se producirá al reducir el número de consumidores y contribuyentes…”.
Los índices de natalidad caen estrepitosamente en los países desarrollados. En Argentina está en baja, sí, pero la caída se ve en los grandes centros urbanos y fundamentalmente en Buenos Aires. “En la ciudad el 19% de las mujeres no tiene hijos, es el doble de lo que ocurre a nivel país. Podríamos decir que elegir no tener hijos en Argentina es incipiente y selectivo. Y tiene que ver con los sectores más educados”, explica a Clarín Georgina Bainstock, del Centro de Estudios de Población (CENEP).
Si se analizan los censos, la tasa de natalidad actual es la más baja de la historia: 18,7. Un siglo atrás era 39,2. Hoy, en Capital Federal cuatro de cada diez mujeres no son madres.
Desde el 2010 existe en Facebook el grupo “Movimiento Childfree”, creado por argentinos, pero que tiene seguidores de todos lados. La página está llena de chistes de lo que se supone es tener hijos, la carga, el estrés y los contratiempos que genera esta tarea, además de mostrar la degradación del cuerpo femenino después de pasar por un embarazo. Se leen frases del tipo “tener hijos=esclavizar”, “el peor error de tu vida”, “los que tienen hijos no pueden quejarse”, “la tortura de tener hijos”, y así.
En childfree.net está muy clara la explicación del FREE: “libres de perder la libertad personal, el dinero, el tiempo y la energía que requiere tener hijos”. También explican el porqué de estar en las redes sociales: “porque en esta sociedad centrada en los niños, es difícil encontrar información sobre no tener hijos por elección… y porque la mayoría de nosotros tememos las miradas de desaprobación”. Recomiendan montones de libros sobre la materia, dan links de sitios por el estilo y se defienden de la principal acusación: ser egoístas. Se defienden con la misma acusación, y dicen: “los que tienen hijos lo hacen por tener la experiencia de ser padre, por el placer de la diversión y la alegría de criar a los hijos, por la herencia genética y del apellido, por el estatus de respeto que da ser padre, por la satisfacción de enfrentar el reto de ser padre, por el poder que se tiene sobre los niños”. En cambio, dan sus razones de no parentalidad, entre las que se lee: “Libertad, no tener que dejar de fumar, no llenar las guarderías de niños, más tiempo para participar en organizaciones comunitarias, no gastar los recursos ambientales, no contribuir a la sobrepoblación del mundo”, al que consideran peligroso y por ende injusto cargarlo de niños.
“Se trata de una tendencia social contemporánea, vinculada, efectivamente, con la superpoblación del planeta y también con el proceso postmoderno de individuación –explica a Clarín la psicoanalista Irene Meler–. En la Modernidad tardía o Postmodernidad, el modo de producción capitalista, en el contexto de la urbanización y la globalización, promueve un desarrollo de la individualidad inédito en las sociedades humanas. Hoy cada individuo es libre de interrogarse sobre sus deseos. Esa interrogación abre horizontes de libertad y a la vez genera sentimientos de desamparo, con los que habrá que aprender a convivir. Parece razonable que sólo los sujetos y las parejas más motivados y capacitados para cuidar de los niños y adolescentes, opten por ejercer la parentalidad, transformada de ser imperativo a opción. Lamentablemente esta posibilidad de elegir se restringe a los sectores medios educados, mientras que amplios sectores sociales sumergidos o excluidos, perpetúan patrones pre-modernos de reproducción”.
Lo mismo dice Bainstock: “Cuando hablamos del retraso de la maternidad, hablamos de un grupo. Las chicas que tenían sus hijos a sus 18 años los siguen teniendo a los 18 años. Hay gente que no elige nunca, por eso el embarazo adolescente no baja”.
Dichosos entonces los que sí pueden elegir y decidir libremente; aunque deban lidiar con una sociedad entrometida que se empeña en opinar y juzgar. Como dice Meler: “El nuevo criterio no consiste en ajustarse a un decurso vital planificado de antemano, sino ser fiel a sí mismo, y asumir los riesgos y desafíos que conlleva toda opción, ya que el lado oculto de las elecciones, son las renuncias”.