Reino Unido ha cerrado clubs, teatros, gimnasios y restaurantes porque el coronavirus avanza en el país a una velocidad incluso más rápida que en Italia.
Los ‘pubs’ son lugares de culto en el Reino Unido. Los británicos no acuden únicamente para beber la pinta de cerveza. Pueden pasar allí el día comiendo, escuchando música en directo, leyendo el periódico, disfrutando de juegos de mesa o viendo en la televisión las carreras de caballos. No en vano, oficialmente tienen el rango de “casas públicas”. Pero a partir de este sábado están cerrados hasta nuevo aviso, en un intento de evitar la propagación del coronavirus en el país.
Boris Johnson quería evitar a toda costa la medida. Pero no le ha quedado otro remedio que prohibir finalmente clubs, teatros, gimnasios y restaurantes porque el coronavirus avanza en el Reino Unido a una velocidad incluso más rápida que en Italia. El número de muertes en las dos primeras semanas desde que se registró el primer caso supera la ratio homóloga italiana. El viernes por la noche los fallecidos ascendían ya a 177, con el mayor número de casos en Londres (cuatro de cada diez).
El primer ministro recomendó el pasado lunes a sus compatriotas “evitar contactos sociales innecesarios y trabajar en la medida de lo posible desde casa”. Pero al no existir prohibición como tal, miles de británicos seguían reuniéndose cada día y cada noche en los ‘pubs’. Los jóvenes y no tan jóvenes. El propio padre de Boris Johnson, Stanley, que tiene 79 años, anunció públicamente que “por supuesto” él seguiría acudiendo.
El viernes a medio día, en Tooting, un barrio residencial al sur de la capital, el ajetreo en el JJ Moon’s era como el de un día cualquiera. La estampa de jubilados pidiendo sus pintas chocaba de lleno con la imagen de la morgue que se ha levantado cerca de la corte forense de Westminster, con capacidad para hasta 215 víctimas.
No será la única. El Ejecutivo ha pedido instalar este tipo de carpas especiales por todo el país —sobre todo en las zonas que se prevé serán las más afectadas— como parte de la planificación de lo que la Oficina del Gabinete describe como “el peor escenario posible”.
Que no pare la fiesta
En cualquier caso, Johnson sigue sin imponer veto completo a la vida social. Cuando le preguntaron el viernes en la rueda de prensa que diariamente celebra en Downing Street si los jóvenes debían evitar ahora las fiestas en casas respondió: “por supuesto no podemos prohibir ese tipo de cosas, aunque deben de ser conscientes que supondrían un riesgo de contagio para los más vulnerables”.
Asimismo, tampoco ha prohibido por completo la salida de los niños a la calle. Los colegios cerraron el viernes sus puertas hasta nuevo aviso, excepto para los hijos de trabajadores claves, como sanitarios, policías, reponedores o periodistas. Asimismo, se seguirá cuidando a los niños de las familias más vulnerables, que podrán seguir disfrutando del servicio gratuito de comedor.
Sin embargo, niños (y mayores) podrán seguir saliendo a la calle —guardando las distancias eso sí— ya que “la salud mental” también es importante. “Somos una democracia madura, adulta y liberal, en la que la gente entiende muy claramente las recomendaciones que le damos”, señala el inquilino del Número 10.
Tal y como señala, Camilla Tominey, una de las principales plumas de ‘The Telegraph’ (rotativo de cabecera de los ‘tories’), el primer ministro está intentando mantenerse fiel a sus “principios liberales”, pero “va a tener que sacrificarlos si quiere salvar al país del coronavirus”.
“Al insistir en que el Reino Unido sigue siendo ‘tierra de libertad’ en comparación con la China comunista, ha intentado evitar medidas draconianas que amenacen los mismos valores por los que fue elegido. Su enfoque ha apostado más por ir poniendo la zanahoria que por coger el palo, instando a la ciudadanía a ser razonable. Sin embargo, con los supermercados colapsados y sin abastecimiento, amenazando con introducir la cartilla de racionamiento, y muchos ciudadanos ignorando el consejo de distanciamiento social, Johnson está cada vez bajo más presión para imponer el ‘estado de niñera mandona’ que siempre ha deplorado”.
En este sentido, Tominey considera que el cambio es necesario. Entre otras cosas porque “la aversión inherente de Johnson para evitar un gobierno autoritario” está consiguiendo “el desafortunado efecto secundario” de dejar a un electorado “cada vez más ansioso y con más preguntas que respuestas a medida que intentan averiguar cómo ejecutar las no órdenes”.
De vuelta a España
El sector de la restauración, por ejemplo, ha estado todos estos días en el limbo hasta que finalmente se ha impuesto el cierre de los locales. Al no haber en un principio prohibición como tal por parte del Ejecutivo, los restaurantes que decidían cerrar por ‘motu proprio’ no quedaban cubiertos por los seguros y los que se mantenían abiertos no tenían posibilidad de pagar a los empleados porque apenas recibían clientes.
Marcos Fernández, director general de Ibérica y Arros Q.D —la mayor cadena de restaurantes de comida española en el Reino Unido con nueve locales repartidos por todo el país— asegura que está lidiando con ya no solo con una “crisis de negocio y financiera” sino también “humanitaria”.
De los alrededor de sus 300 empleados, solo se han podido quedar con 50 con la esperanza de que a partir de junio se pueda “arrancar de nuevo”. “Parte de mi trabajo estos días es tranquilizar a la gente. Muchos han cogido las maletas y se han ido de vuelta a España. Y les entiendo. Yo me he quitado el sueldo de los próximos tres meses y a los trabajadores que he podido mantener se lo he tenido que bajar para ir pudiendo ayudar a la gente. Estamos en guerra y para salir de esta vamos a tener que ser muy creativos”, recalca. Por el momento, los restaurantes tan solo pueden realizar el servicio de comida para llevar a domicilio.
Cuarentena a medio gas
Está por ver ahora cómo la gente va a reaccionar a una cuarentena a medio gas. En todo momento, el objetivo de los científicos que asesoran al Gobierno ha sido intentar atrasar el pico de contagios para no saturar al Sistema Nacional de Salud Pública (NHS, por sus siglas en inglés).
Pero muchos centros comienzan ya a sufrir dificultades para atender la avalancha de pacientes. El hospital Northwick Park en Harrow, al norte de Londres, fue el viernes el primero en alertar de que su unidad de cuidados intensivos ha alcanzado ya su máxima capacidad, debido al aumento de casos, por lo que ha pedido ayuda a otros centros de la zona para derivar pacientes. Más de 65.000 médicos y enfermeros jubilados han recibido estos días cartas donde se les pide que vuelvan a sus puestos para ayudar a combatir el Covid-19.
Por su parte, el ministro de Economía, Rishi Sunak, ha anunciado que el Gobierno pagará el 80% del salario de los trabajadores que corran el riesgo de ser despedidos por la epidemia. El plan —uno de los más extraordinarios acometidos por Downing Street en tiempos de paz— cubrirá los sueldos hasta un total de 2.500 libras al mes (2.700 euros) y permitirá que los empleados mantengan sus puestos de trabajo aunque sus empresas no puedan pagarles. Las medidas se suman al paquete anunciado el pasado martes de 330 mil millones de libras (360 mil millones de euros) en préstamos respaldados por el Gobierno a empresas afectadas por la pandemia.