Un grupo de ancianos se convirtió en símbolo de la reivindicación social en Nicaragua, luego de tomar las instalaciones del Instituto de Seguridad Social (INSS), un edificio de cristal en el centro de Managua. Fue una protesta pacífica como hacía años no se veía en este país, pero terminó con la represión de la Policía Nacional.
Cinco mil ancianos de la Unión Nacional del Adulto Mayor (UNAM) exigen al gobierno de Ortega la entrega de una pensión mínima por toda una vida de trabajo. Demandan un monto de unos 50 dólares al mes, más ayudas en medicinas y aparatos como sillas de ruedas. Pero el gobierno no ha hecho caso a estas demandas y ayer envió a decenas de policías para desalojar por la fuerza las instalaciones del INSS.
“No les importa lo que nos pase”, decían los ancianos a los periodistas que también sufrieron la represión de la Policía Nacional.
El presidente Daniel Ortega sigue sosteniendo en su discurso populista el lema oficial figura que en enormes carteles distribuidos por toda Managua: “Arriba los pobres del mundo”. La protesta de los ancianos, bautizada en las redes sociales como “OcupaINSS”, contradice directamente ese lema y se hizo eco en muchos ciudadanos nicaragüenses que no son adeptos a participar en manifestaciones.
La protesta comenzó el pasado lunes, cuando entraron al edificio del INSS ayudados por jóvenes y organizaciones civiles que han organizado colectas de dinero, agua y víveres para entregar a “los viejitos”. Pero la movilización fue reprimida por la policía. Las imágenes eran terribles: señoras de la tercera edad enfrentándose a jóvenes policías que, sin mayores dificultades, las arrastraban; señores con muletas siendo golpeados por los policías; la mayoría, sitiados dentro del edificio, con el agua cortada y sin posibilidad de recibir comida. Incluso los vecinos intentaron entregar alimentos a través de los techos de las casas, pero la orden oficial fue subir a los policías a los tejados para evitar que eso ocurra.
Las denuncias de abusos que colmaron las redes sociales lograron convocar a jóvenes que forcejearon con los cordones policiales para romper el cerco y dar agua a los ancianos. La policía respondió con gases lacrimógenos y golpeando a los manifestantes. Durante la noche del miércoles, decenas de personas realizaron una vigilia en el lugar; entre ellos, Zoilamérica Narváez, hijastra de Ortega, quien lo acusó en 1998 de abusar sexualmente de ella desde que era una niña.
Durante la madrugada del jueves, oficiales de la policía entraron al edificio del INSS y arrestaron a los ancianos. Algunos fueron trasladados a hospitales de la capital, pero otro grupo decidió regresar y continuar con la manifestación por su derecho a una pensión de 50 dólares. Sin dudas, lograron crear conciencia en todos los ciudadanos. “Lo que ha sucedido ahora es algo inédito. Los viejitos locos que andaban por las calles ya no lo son más. A fuerza de perseverancia y dolor, se ganaron el respeto y la admiración de todos y han provocado una de las olas de solidaridad más grandes que protesta alguna haya despertado en el país”, escribió el periodista Fabián Medina.