Son vehículos aéreos no tripulados que pueden portar una cámara y se manejan a control remoto. Se consiguen por Internet. Y por su bajo costo y facilidad para armarlos, cada vez más gente los usa.
Casi tan suavemente como son capaces de despegar o aterrizar, sin grandes eventos de presentación ni otras formalidades, los drones saltaron desde su universo de origen –el militar– al mundo civil, y ganan cada vez más presencia en múltiples rutinas de la vida cotidiana. Ya se los usa para rodajes publicitarios, de ficciones o de documentales, en cine o televisión; también en el registro de eventos artísticos o deportivos; en seguridad pública y privada; para vigilancia de oleoductos u otra infraestructura remota; en la atención de catástrofes (para llegar a áreas de alto riesgo o de difícil acceso); para controles catastrales; en la verificación de avances de obras y para diferentes fines en emprendimientos agropecuarios. Y muchas de estas prácticas llegaron a la Argentina y se aplican cada vez más.
Se conoce como drones a los vehículos aéreos no tripulados que, a diferencia de los del aeromodelismo u otros, tienen la capacidad de despegar, realizar un recorrido determinado, ciertos movimientos y aterrizar sin intervención humana. Lo más común es que los de uso civil transporten videocámaras, capaces tanto de grabar imágenes como de transmitirlas a una base de monitoreo en el mismo instante.
Según los expertos consultados por Clarín, el uso de drones, al menos el de los más pequeños, no está alcanzado en la Argentina por regulaciones específicas. En el país, municipios, fuerzas de seguridad y las industrias cinematográfica y publicitaria están haciendo punta en la adopción de drones. Y empresas agropecuarias, constructoras y del mercado inmobiliario, entre otras, están mostrando interés y empapándose de las posibilidades que podrían aportarles estos robots de varias patas.
Si los drones ampliaron su radio de acción más allá de las milicias (Estados Unidos los estrenó en campañas bélicas en Medio Oriente), no fue por una evolución tecnológica puntual. Varios factores fueron ajustándose para que su construcción y uso dejaran de ser materia de presupuestos millonarios y tecnologías secretas.
Cámaras de cada vez más resolución y más livianas, componentes electrónicos y sensores que crecieron en precisión y cuestan cada vez menos, allanaron el camino para que los drones puedan ser armados en un galpón a partir de piezas que se consiguen en Internet.
Iván Insausti es proveedor de imágenes aéreas para producciones cinematográficas y publicitarias y es uno de los pioneros locales en el uso de drones. Hace nueve años que los investiga y seis que los usa en producciones profesionales. Sus drones son los responsables de tomas en publicidades televisivas y en videoclips.
En su opinión, fue la marcada evolución de los componentes que comandan los drones lo que hizo progresar a estos dispositivos. “Estas piezas, que estabilizan el dron y controlan la fuerza que debe liberar cada motor en cada momento para que el artefacto mantenga la posición esperada, aumentaron mucho su precisión y a la vez bajaron de precio”, explicó.
De hecho, quien quiera asomarse al mundo de los drones puede adquirir uno muy básico y pequeño, sin GPS, por 1.500 pesos. En el escalón siguiente aparecen los modelos como el Phanton, un cuadricóptero (cuatro motores) que puede cargar una cámara y que, dice Insausti, está de moda (cuesta aquí unos 10.000 pesos). El tipo de aparato más utilizado en el país puede alcanzar los 300 metros de altura.
Esto que comienza en el país, tiene su antecedente en los Estados Unidos, donde la gente está comprando drones por Internet a precios bajísimos y los utiliza hasta para filmar desde el aire las fiestas de cumpleaños de sus hijos. El que picó en punta, sin embargo, fue el fundador de Amazon, Jeff Bezos, cuando días atrás anunció que planea crear un delivery de drones para entregar en domicilio las compras de sus clientes (ver “El delivery…”).
Para Insausti, si bien los drones han experimentado un gran progreso, su rango de usos podría ampliarse mucho más si se resolvieran cuestiones como su autonomía de vuelo (entre 15 minutos y una hora), que todavía está lejos del ideal, sobre todo cuando cargan cámaras de mayor resolución y por ende más pesadas. Además, para algunos usos, que sean tan ruidosos es una contra considerable.
Según los especialistas, los drones civiles tienen todavía algunos asuntos que resolver respecto de la seguridad de su uso, sobre todo cuando vuelan sobre personas, un debate que se da actualmente en todo el mundo. Tal vez en parte por eso, uno de los sectores en los que su potencial parece mayor, al menos por ahora, es en el agro. Combinados con cámaras especiales, los drones podrían relevar cultivos para, por caso, determinar su densidad.