Un vehículo para personas con discapacidad, un kit de diagnóstico del Chagas, un recipiente térmico para el delivery, una cosechadora para pequeños productores. Los premios de Innovar muestran el beneficio de que distintas instituciones se articulen en función de requerimientos específicos del país y sus comunidades.
Un nuevo vehículo eléctrico para personas con discapacidad, que les permite recorrer la ciudad sin depender de nadie; pero también un revolucionario sistema para que la pizza por delivery ¡llegue calentita! Y una heladera accionada por la luz solar que permitirá a pequeños tamberos de zonas alejadas conservar sus productos lácteos. Y esta heladera se gestó porque los tamberos se dirigieron al INTA, que a su vez consultó con una universidad y ésta se vinculó con otra y en ésta última unas alumnas brillantes de diseño industrial terminaron de resolver el problema. El recorrido de los premios Innovar 2013 –otorgados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva– conduce a un orden en el que distintas instituciones logran articularse en función de requerimientos específicos del país y sus comunidades. En este marco, los premios mayores fueron para un kit de diagnóstico del Chagas –que por primera vez se aplicará fácilmente a recién nacidos– y para una cosechadora de algodón que, a diferencia de las grandes máquinas extranjeras, se adecua a extensiones reducidas y así sostiene a los pequeños productores.
“Ya existía un kit de diagnóstico de Chagas para adultos y niños mayores de un año, pero no sirve para bebés porque hasta los 9 meses llevan en su sangre los anticuerpos de la madre y no se puede hacer diagnóstico certero –explicó Carolina Carrillo, que junto con Luciana Larocca y Adrián Vojnov obtuvo la Distinción Innovar, dotada con 50.000 pesos, por su kit de diagnóstico molecular para la enfermedad de Chagas. Otros testeos sólo ofrecen un 50 por ciento de seguridad o hay que apelar a métodos en centros de alta complejidad. Nuestro método permite diagnosticar desde el nacimiento, es barato y se usa la muestra de sangre que se le toma a todo recién nacido para diagnosticar enfermedades, se lee con una tirita como la del test de embarazo y se puede aplicar en todas las maternidades o salitas de atención primaria. Incluso es más sensible que los métodos de alta complejidad.”
Esta innovación consiste “en el uso de una enzima que se empleó ya en otros países para diagnosticar enfermedades como la malaria: una técnica que ya existía, la adaptamos a nuestro contexto –precisó Carrillo, que dirige un equipo de investigadores del Conicet en el Instituto Milstein–. Estamos haciendo acuerdos con distintos hospitales y maternidades para nuestro kit”.
También ganó la Distinción Innovar la máquina cosechadora de algodón de Orlando Pilatti y Víctor Ferezín, que asimismo obtuvo medalla de oro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. “Hasta ahora, para la cosecha se usan máquinas que descargan el algodón en el suelo para que sea cargado en camiones: esto requiere mucho trabajo con guinches y una tarea manual muy dura. Ya hay máquinas fabricadas en Estados Unidos que, en vez de depositar el algodón en el suelo, preparan ellas mismas rollos del producto, pero están diseñadas para escalas muy grandes: pesan casi 30 toneladas, producen rollos de dos toneladas y media, son para grandes extensiones de cultivo. La nuestra hace lo mismo, pero pesa la quinta parte, prepara rollos de sólo 700 kilos y se usa con tractores agrícolas corrientes –contó Pilatti–. Ya veníamos produciendo una cosechadora para escalas pequeñas y medianas, destinada a maíz, trigo, poroto, en espacios de cinco a quince hectáreas. Así, para pequeños productores, llenamos el vacío que dejó internacionalmente el incremento en las escalas de producción.” Pilatti, que tiene 74 años, se jubiló en el INTA, pero sigue como profesor asociado, categoría por la cual el INTA permite a ciertos investigadores que sigan trabajando voluntariamente ad honorem.
Entre los Productos destacados por su grado de novedad está Trimove Integra: un vehículo eléctrico en forma de triciclo que permite a la gente con discapacidad el desplazamiento urbano sin necesidad de salir de su silla de ruedas: “Tiene una rampa que, accionada por un motorcito, permite que el usuario suba al vehículo con su silla de ruedas y quede en posición de manejo –explicó Eduardo Carella, quien integra el equipo de innovadores con Juan Artuso, Maximiliano Carella y otros–. El vehículo lleva incorporada una computadora que le permite regular la fuerza del motor, por ejemplo en cuestas, y a su vez puede adaptarse a las necesidades del usuario. Puede circular a 40 o 50 kilómetros por hora; se carga de electricidad en cualquier enchufe, como un celular, y tiene una autonomía de hasta 50 kilómetros de recorrido o, si se le agregan baterías, hasta 100. Internacionalmente, “no hemos encontrado nada parecido –dijo Carella. Los vehículos de este tipo en el mundo suelen ser caseros: por ejemplo, alguien se compra una moto y la modifica; y no son con motores eléctricos”.
En otro orden se ubica el “Heatbox: no más comida fría”: Sergio Villarreal contó que “yo venía de la facultad cansado, pedía comida por delivery y llegaba fría, y ahí empezó a germinar la idea de una moto de reparto con un sistema para mantener caliente la comida: el que desarrollé aprovecha el calor del motor de la moto para calentar agua que a su vez calefacciona el receptáculo del envío. Es un sistema nuevo: en Estados Unidos, las grandes pizzerías utilizan un sistema eléctrico, más engorroso porque hay que enchufarlo a la red domiciliaria y esperar a que el bolso para la comida se caliente”. Villarreal desarrolló su innovación en el marco de su tesis para la carrera de diseñador industrial en la Universidad de Córdoba, Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño. “Ya lo estoy vendiendo a una franquicia cordobesa de comidas rápidas.”
Pero no sólo de delivery vive el hombre. Ailen Gagneten –diseñadora industrial de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA– fue premiada por una parrilla de balcón: “Se amura a la baranda; es fácil de instalar, compacta, tiene buena calidad estética y, por su forma y dimensiones, puede permanecer en el balcón sin interferir el desplazamiento. Permite hacer asado a las brasas para cuatro o cinco personas”.
Vodka de batata, por favor
¿Por qué es importante elaborar vodka de batata en la Argentina? María Mejail, quien junto con Silvina Pérez, Estefanía Eleno y equipo, fuera premiada por “Desarrollo sostenible de snacks y vodka a base de batata”, explica que el proyecto fue desarrollar dos productos, de modo que uno de ellos se obtuviera de los desechos de la producción del primero. En este caso, se trata de producir snacks de batata y el descarte de los snacks se usa para elaborar el vodka. Esto se anota en la perspectiva de fortalecer la producción de batata: hay tendencia a que la siembra disminuya y hay pocos productos que la utilicen a nivel industrial. María pertenece a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Mar del Plata y el desarrollo se hizo en contacto con el centro de investigaciones del INTA San Pedro.
De la Heladera Solar –innovación de Carolina Truchero y Tali Yaroslavsky– importa tanto qué es como la manera en que fue desarrollada: “Una asociación de pequeños productores caprinos en Cruz del Eje, Córdoba, necesitaba refrigerar la leche, pero no tiene electricidad; las heladeras a gas son muy caras y nadie le lleva garrafas por 400 kilómetros de ripio: plantearon el problema al INTA, que se conectó con el Centro de Investigaciones para Pequeña Agricultura Familiar (Cipaf), de la Universidad de General Sarmiento. Ellos desarrollaron un prototipo y se vincularon con la carrera de diseño industrial de la UBA para desarrollarlo: funciona con energía solar, sin necesidad de agregarle nada”, contó Carolina Truchero, y agregó que “además, nos vinculamos con la actual cooperativa Siam y adaptamos el modelo a la heladera Siam ‘bolita’, de la que hay muchas que quedaron de un plan canje, para ofrecerlas en distintos lugares”.