‘The Wall Street Journal’ revela que el espionaje escatima detalles al presidente por temor a que los filtre.
Un nuevo bombazo informativo ha resonado esta noche a las puertas de la Casa Blanca de Donald Trump. Según revela el diario The Wall Street Journal citando fuentes de inteligencia anónimas, los servicios de espionaje estarían privando de información al presidente de Estados Unidos, su máximo superior jerárquico, por temor a que flitre datos sensibles para la seguridad nacional.
A Trump se le estarían restringiendo detalles sobre fuentes y métodos de investigación, incluyendo las vías de obtención de información sobre gobiernos extranjeros. “Nada indica que [el presidente] esté teniendo un reporte adecuado de lo que se hace”, afirma una fuente no identificada citada por el periódico.
The Wall Street Journal expone que siempre ha ocurrido que los servicios de espionaje reserven parte de sus investigaciones en sus informes a la presidencia, pero con objeto de asegurar a sus fuentes o de no dañar sus estrategias de inteligencia, no por desconfianza hacia el líder del país.
En menos de un mes al mando de Estados Unidos, Trump está envuelto en una crisis de credibilidad acelerada que estalló este lunes con la dimisión de Michael Flynn, su ya exconsejero de Seguridad Nacional, por haber hablado con el embajador ruso, Sergei Kislyak, durante la transición presidencial y haber ocultado a altos cargos del gobierno información sobre dichas conversaciones, entre ellos al vicepresidente Mike Pence.
Posteriormente The New York Times ha revelado que miembros de su equipo electoral mantuvieron contactos con el Kremlin y con espías rusos durante la campaña presidencial. Justo en ese periodo, de acuerdo con investigaciones oficiales de EE UU, los servicios de inteligencia rusos intercedieron por medio de espionaje cibernético -hackeos- para tratar de perjudicar a la candidata demócrata Hillary Clinton y favorecer al republicano Trump, quien durante la campaña se mostró amigable con Moscú.
Asediado por las investigaciones periodísticas, disparadas por las principales cabeceras de Estados Unidos, el presidente ha reaccionado a la defensiva acusando a la vez a los medios y a sus fuentes del espionaje de un contubernio contra él. “La comunidad de Inteligencia está dando información ilegalmente a los fracasados The New York Times y The Washington Post”, ha escrito en Twitter, la red social por la que Trump lanza día a días sus invectivas.
El presidente culpa a la prensa y a las filtraciones de departamentos de espionaje de la caída de Flynn, “un hombre maravilloso tratado de forma injusta”. “El verdadero escándalo aquí”, añadió, “es que información clasificada está siendo entregada por la ‘inteligencia’ como caramelos”.
El nuevo batacazo, ahora a cargo de The Wall Street Journal, un reputado diario financiero de corte conservador, propiedad del magnate Rupert Murdoch, abre más la fisura existente entre Trump y los servicios de inteligencia, una brecha institucional inédita en EE UU. Su público aprecio por el mandatario ruso Vladímir Putin y las supuestas conexiones de su círculo de confianza con Moscú, el gran enemigo de Estados Unidos durante la Guerra Fría y hasta la llegada de Trump todavía una nación antagonista, han convertido al propio inquilino del Despacho Oval en una figura sospechosa para las agencias encargadas de velar en la sombra por la seguridad del país.
La caída del general retirado Michael Flynn no ha servido para dar carpetazo al revuelo en torno a la conexión rusa de la Administración Trump. Al contrario: parece que ha sido el primer hilo grueso en salir de una madeja a la que le queda, probablemente, un recorrido sinuoso.