Los tests, nueva rutina en Dinamarca para acceder a los espacios públicos

Las personas no vacunadas contra la covid deben presentar una prueba negativa.

El diccionario de la Real Academia (RAE) indica que la rutina es la “costumbre o hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y de manera más o menos automática”. Es lo que ha ocurrido en Dinamarca con los tests de detección de la covid, que ya se han convertido en una parte fundamental de la rutina de muchas personas. Al menos, de las que aún no están vacunadas y que quieren socializarse en espacios públicos. El país escandinavo empezó a relajar las restricciones anticovid a mediados de abril, pero lo supeditó a la obligatoriedad de presentar el llamado coronapas ( pasaporte corona ), que certifica que aquella persona está inmunizada –bien por la vacuna o porque ya ha pasado la infección—o ha dado negativo en un test realizado durante las últimas 72 horas.

“Si quieres tener la semana cubierta, debes hacerte tres pruebas semanales”, explica Kasper, que sale de hacerse una PCR en las grandes instalaciones temporales situadas cerca del hospital de Bispebjerg, en el norte de la capital danesa. Se trata de un centro provisional formado por una gran carpa para proteger a quienes hacen cola de las inclemencias del tiempo o el tórrido sol de estos días de inicio de verano.

En todo el país hay más de 650 centros en los que se pueden hacer pruebas de detección, ya sean PCR o tests rápidos de antígenos. En muchos de ellos no hace falta pedir hora, solo pasar por ahí y pedir el test. Una vez listo el resultado, se puede consultar en la app del pasaporte corona o recibirlo por mensaje. En todos los casos son gratuitos, para los daneses y los turistas. De hecho, quien llega a Dinamarca en avión debe someterse a un test de antígenos antes de salir de la terminal, a no ser que ya esté vacunado con la pauta completa.

El Gobierno danés anunció ayer un pacto con una mayoría parlamentaria para levantar totalmente las restricciones de forma gradual hasta el 1 de octubre, la fecha marcada para la vuelta a la normalidad. Entre otras cosas, ya el lunes se eliminará la obligatoriedad de llevar mascarilla en espacios cerrados, excepto en el transporte público si va lleno y los pasajeros no se pueden sentar. Sin embargo, el pasaporte corona se mantendrá activo. En estos momentos se pide para entrar al interior de restaurantes, bibliotecas, museos, cines, teatros, parques temáticos, zoos, gimnasios, y peluquerías, entre otros. A partir de septiembre, cuando puedan reabrir, se pedirá también en las discotecas.

Clara, que trabaja en la Biblioteca Real de Dinamarca controlando el pasaporte corona de todo el que quiere entrar al edificio, asegura que es una medida bien aceptada. “La gente ya se ha acostumbrado”, dice. “Yo, hasta hace poco, me hacía un test a la semana. Ahora más, porque trabajo aquí y también han reabierto los gimnasios. Si quieres hacer cosas, tienes que hacerte dos o tres cada semana”, explica.

Òscar, un catalán que vive en Copenhague, también lo ha adoptado como una rutina. “Me hago un test los lunes, miércoles y viernes, antes de empezar a trabajar. Suelo coincidir con el mismo trabajador, ¡hasta se ha aprendido mi número de teléfono en español!”, cuenta. “Aunque quedes con los amigos en la casa de alguno, está superaceptado que todo el mundo se haga un test antes. Todo el mundo lo sabe y todo el mundo lo hace. Es una forma de sentirte más seguro”, añade.

Además de lo que marcan las restricciones, el Gobierno danés recomienda que quienes trabajen presencialmente y socialicen con otras personas se hagan pruebas al menos una vez a la semana.

Dinamarca –que acumula 2.520 muertos por covid y una incidencia de las últimas dos semanas de 215 nuevos casos por 100.000 habitantes– es el primer país del mundo en cantidad de tests en relación con su población. Con 5,5 millones de habitantes, realiza más de 750.000 pruebas diarias. Según un documento del Ministerio de Justicia publicado por el periódico Berlingske , esta política de tests masivos gratuitos supone un coste de 2.000 millones de coronas danesas al mes, unos 270 millones de euros.

El Ejecutivo socialdemócrata apostó desde muy al inicio de la pandemia por una estrategia que potenciara las pruebas de detección como medida de control, pero el alto coste ha propiciado críticas por parte de algunos sectores. Sin embargo, el ministro de Justicia, Nick Hækkerup, lo justifica por los beneficios que conlleva, y añade que pronto se irá rebajando porque habrá más gente vacunada. A día de hoy, el 44% de la población ha recibido al menos una dosis, y casi el 25%, las dos.