Por primera vez se ha podido tener una visión más clara de las alteraciones genéticas vinculadas a los tipos más comunes de cáncer.
En el marco del Estudio de Colaboración Oncológica Gene-ambiental (COG ), a cargo de un consorcio con sede en la Unión Europea, por primera vez los investigadores pudieron lograr una imagen relativamente clara de las alteraciones genéticas que pueden estar vinculadas a los tipos más comunes de cáncer.
Este grupo de expertos pretende calcular el riesgo individual de cáncer para tratar de entender cómo se desarrollan estos tumores y así poder desarrollar nuevos tratamientos.
En los cinco estudios que se realizaron se observó a 100.000 pacientes con cáncer de mama, ovario o próstata y a otros 100.000 individuos sanos de la población general. Los científicos realizaron análisis genéticos de todos los participantes y estudiaron la atmósfera de bases nitrogenadas A, G, C y T en 200.000 secciones seleccionadas de la cadena de ADN.
Las alteraciones pueden ser descritas como “error de ortografía genético”, donde A, G, C o T son reemplazados por otra carta. Este error se llama “polimorfismo de un solo nucleótido” (SNP). Los investigadores encontraron 49 errores tipográficos genéticos o SNP para el cáncer de mama.
En el caso del cáncer de próstata, se descubrieron otras 26 desviaciones; un total de 78 SNP podrían estar relacionados con la enfermedad. Mientras que para los tumores de ovario se identificaron 8 nuevos SNP relevantes. “Un hallazgo igualmente importante es que hemos identificado cómo muchos SNP podrían influir en el riesgo de cáncer de mama y de próstata, respectivamente. También tenemos una imagen de los lugares del genoma en los que debemos buscar en futuros estudios”, explicó Per Hall, profesor en el Instituto Karolinska de Suecia y coordinador del consorcio.
“Ahora estamos a punto de ser capaces de utilizar nuestros conocimientos para desarrollar pruebas que podrían complementar el cáncer de mama y nos llevarán un paso más cerca de tener un programa de cribado eficaz del cáncer de próstata”, finalizó Doug Easton, de la Universidad de Cambridge, Reino Unido.