El presidente Guillermo Lasso entró a gobernar un país en un pico de inseguridad y conflictos en los penales.
Aterrizan los extranjeros en Guayaquil y un cartel de la policía que ofrece resguardo para el traslado del aeropuerto al hospedaje destaca en una sala de llegada vacía de familiares por las restricciones de la covid-19. Cuando arrancó el 2021, Ecuador calibraba, como el resto del mundo, si sería un nuevo año de confinamientos. Pero termina ahora el año con el lamentable balance de ser el más sangriento de la última década y con un récord de masacres carcelarias que han atemorizado como nunca antes a los ecuatorianos. A mitad de año, se estrenaba como presidente el político conservador Guillermo Lasso, que arrastrará para 2022 el objetivo de apaciguar las calles y las cárceles.
Las últimas cifras de muertes violentas publicadas por el Ministerio de Gobierno llegaban a 2.331 homicidios intencionales con corte a 14 de diciembre. Entre esos números, está Sebastián, un niño de 11 años que murió en el asalto a una heladería de Guayaquil a mediados de octubre. No contaban aún las estadísticas con otro menor de cinco años que perdió la vida de un disparo en la cabeza en un cruce de balas el 15 de diciembre en un barrio peligroso de la misma ciudad costera. El menudeo de drogas está detrás del suceso, según la versión policial.
La misma explicación ha dado el Gobierno al récord de asesinatos como al ambiente de violencia dentro de las cárceles, que se ha saldado en solo un año con cuatro grandes masacres. Si Guayaquil es la ciudad más caliente por número de muertos del país, con 636 asesinatos, los centros penitenciarios son el segundo territorio más crudo, con 329 fallecidos. Le sigue Quito. La capital ha anotado en un año 135 víctimas. Hace un año, en cambio, los doce meses se cerraban con 1.286 homicidios en todo el país. Hay que remontarse hasta 2010 para encontrar un balance de muertos como el de este año, con 2.624.
La primera reacción de las autoridades fue decretar estado de emergencia. Tanto en las calles, para combatir la delincuencia, como en las cárceles. De hecho, Ecuador despedirá el viejo año este 31 de diciembre 15 días después de que se agotó el último periodo en el que se movilizó a los militares para labores de control y vigilancia ciudadana. El parte de operaciones de lo que la presidencia ha llamado “Plan Rescate de Ecuador” da cuenta de 150.000 operativos realizados en dos meses, en los que se ha detenido a más de 10.000 personas implicadas en robos, asesinatos, tenencia ilegal de armas o violencia sexual. Aseguran haber desmantelado 120 bandas delictivas desde mediados de octubre, sin que eso haya variado la percepción de inseguridad de una ciudadanía que no se resigna a vivir entre sobresaltos.
El año récord de asesinatos ha sido también excepcional por la cantidad de droga detectada e incautada. Se han decomisado más de 200 toneladas cuando el año pasado esa cifra, que ya registraba una tendencia al alza, llegó a las 120 toneladas. Solo en Guayas, la provincia que alberga a la ciudad más conflictiva, las fuerzas del orden se hicieron con 17 toneladas. En un día, la policía encontró en una casa de Guayaquil 120 fardos de cocaína que pesaban tres toneladas.
El otro foco de inseguridad que preocupa a los ecuatorianos y a sus gobernantes ha sido la violencia machista. Van 506 mujeres asesinadas desde que el país empezó a llevar un recuento de los femicidios en 2014, aunque esa cifra que publica la Fiscalía General implica un subregistro de víctimas. Solo en 2021 han perdido la vida de forma violenta 196 mujeres, pero oficialmente se están investigando 57 como femicidios, según el portal de datos abiertos del Consejo de la Judicatura. Es un 32 % más de casos que hace dos años y un 19 % más alto que el año pasado. En asesinatos de mujeres, también 2021 rompe su propio techo histórico de violencia.