Los resultados preliminares de un importante estudio revelan que es posible cambiar los hábitos alimenticios de la dieta materna sin necesidad de gastar más dinero. Los profesionales destacan la necesidad de mejorar este aspecto para prevenir enfermedades en los niños.
Es difícil de creer, pero un estudio comprobó que se puede cambiar el hábito alimenticio sin necesidad de que esto implique un mayor desembolso económico. Participaron de la prueba, en su mayoría, familias de bajos recursos; muchas, con las necesidades básicas insatisfechas. A pesar de ello, la pobreza no logró explicar los resultados: “es una población para la que los productos ricos en hidratos de carbono son lo más accesible para que madres y chicos se alimenten. Pero con estos resultados y un análisis minucioso de la dieta materna, podríamos ofrecerles una alternativa para gastar lo mismo y comer más saludablemente”, planteó la doctora Andrea Rodríguez, del Hospital Evita Pueblo de Berazategui.
Menos del 10% de las mujeres que participaron cambiaron su alimentación antes o después del embarazo, a pesar de los controles prenatales regulares: “hay que explicarles que en lugar de preparar un guiso con fideos, usen lentejas; que en lugar de gaseosas, compren naranjas y tomen jugo natural. Y ya que hay un plan Pescado para Todos, que lo usen. Con ayuda estatal para modificar los hábitos alimentarios maternos habrá menos infecciones respiratorias agudas en nuestra población infantil, tan susceptible a los virus respiratorios, en especial al VSR”.
Edgar Barboza, neumonólogo infantil del Hospital Narciso López de Lanús, explicó que “es un estudio que me entusiasmó mucho, y eso que tengo años en la medicina. Atiendo sobre todo a chicos con asma, y la influencia de la alimentación en la enfermedad respiratoria se venía viendo en la práctica clínica. Este estudio lo confirma; y muestra no sólo que la alimentación del chico es importante sino también la de la madre. Sin duda, esto tendrá un impacto muy fuerte en las recomendaciones para la embarazada. Ya lo empecé a recomendar, pero la información también debería llegar a los obstetras”.
Otro punto a favor surge de un estudio que llevó adelante el chileno José Antonio Castro Rodríguez sobre la alimentación y el asma, a partir del cual le atribuye efectos protectores a una dieta mediterránea. “Es parecido a lo que encontramos acá, pero con la bronquiolitis: que la dieta rica en hidratos sería la más dañina para el bebé”, comentó Barboza.
Karina Dueñas, pediatra del Hospital Evita de Lanús, también dio su opinión. Indicó que, al principio, los resultados sorprendieron mucho. Pero aclaró que “repasando el concepto de ‘programación fetal’ resultan muy lógicos, porque el embarazo es un período crítico donde se determina la salud de una persona para toda la vida. La nutrición durante la vida fetal y la infancia temprana puede inducir efectos permanentes en el metabolismo, el crecimiento y el neurodesarrollo. Así, sería lógico que los niños de madres expuestas a una alimentación inadecuada sean más susceptibles a desarrollar una enfermedad pulmonar grave ante la agresión viral”.
Si bien los propios especialistas indicaron que los resultados aún son preliminares, porque el estudio finalizará este año, coincidieron con Dueñas en que “es muy alentador pensar que identificar la dieta materna como un factor de riesgo modificable ayudaría a reducir la enfermedad grave por VSR”.
Además de las instituciones citadas previamente, también participaron del estudio los hospitales de niños de La Plata y Pedro de Elizalde (Ciudad de Buenos Aires), el Instituto de Desarrollo e Investigaciones Pediátricas; y los hospitales Dr. Arturo Oñativia (Rafael Calzada), Lucio Meléndez (Almirante Brown), Presidente Perón, Fiorito y Materno Infantil Ana Goitía (Avellaneda), Dr. Alberto Eurnekián (Ezeiza) y El Cruce (Florencio Varela).
Para tener un parámetro de lo que representa trabajar en este tema se informó que en un solo invierno, en los centros participantes, murieron 9 bebés menores de 6 meses. Mientras que en Estados Unidos no hubo ninguna muerte infantil por bronquiolitis en cinco años. “El estudio abre la puerta a un gran estudio de salud pública para hallar nuevas estrategias que protejan a nuestros chicos de la bronquiolitis y, quizás, de otras enfermedades”, concluyó el doctor Fernando Polack, director de la Fundación Infant y profesor titular de la Cátedra César Milstein del Departamento de Pediatría de la Universidad de Vanderbilt (USA).