Una amnesia beneficiosa. Un Macri que se despierta del letargo. Y partidos a los que, por fin, se les ocurre una idea que va más allá de la nada. ¿Está despertando “la otra mitad” y se está durmiendo “esta mitad”? Amanecerá, y veremos.
Los dirigentes y seguidores del oficialismo parecen no tener otro argumento de discusión. Excepto aquel de origen cuantitativo que, invariablemente, termina con la amoscada admonición de “Cristina ganó con el 54 % de los votos, ¿te parece que se le puede discutir lo que haga?”. No hay más explicación ni intento de sostener medidas tan disparatadas que a sus propios fanáticos les resultan imposibles de justificar como lógicas. Pues bien, si las cosas son así, ya ha llegado el momento de poner un coto a la “política de porcentajes” que, a juzgar por la experiencia reciente, para el kirchnerismo parece ser origen y sostén de un poder intocable.
Cristina, efectivamente, ganó las últimas elecciones con el 54% de los votos. Muy lejos del 62% que el Gral. Perón y su esposa Isabel cosecharon en los comicios del 12 de octubre de 1973. En la cultura del oficialismo, si a la actual Mandataria no se la puede ni siquiera mirar torcido por el porcentaje logrado, sería entonces imposible deslizar tan siquiera una sugerencia que no sea elogiosa hacia quien logró tantos más votos como ella misma.
Sin embargo, muchos de los ultra defensores de la “intangibilidad cristinista” eran, por aquellos años, confesos integrantes de grupos irregulares. No sólo cantaban en Plaza de Mayo aquello de “vea, vea, vea, qué pueblo más boludo: votamos a una muerta, una puta y un cornudo”, en obvia alusión a Eva, a Isabel y al propio Perón. Además, le sacudían literales bombazos al gobierno y hasta asesinaron al secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, el más leal y eficiente colaborados del líder justicialista. Insultos, bombas y crímenes. Bastante más que críticas para alguien que había sacado tantos más votos que la ahora intocable.
Basta, entonces, de esta democracia cuantitativa. Tanto Perón como Cristina están sujetos a la crítica de la ciudadanía, toda vez que lo numérico sólo vale el día de los comicios y a los efectos de seleccionar a los mandatarios en todos los niveles.
Pero queríamos recordar aquéllos números y hechos para poner en caja a estos novedosos cultores del porcentualismo que, en su momento, matrimonio Kirchner incluido, supieron pasarse por el rayero la decisión que los argentinos del 64% habían tomado. Por eso, al menos a mí, me tiene 100% sin cuidado su pobre argumento matemático.
Uno que la vio clara
Mauricio Macri rompió la inercia de mediocridad y desorientación que se apoderó de toda la oposición hace ya demasiado tiempo. Durante la semana pasada, en lo que seguramente será la jugada más importante de su carrera política, anunció la firma de un Decreto de Necesidad y Urgencia que pone bajo el amparo de la Justicia de la CABA a medios y periodistas con domicilio en la ciudad y que se sientan perseguidos por el Gobierno o por cualquier poder que pretenda amedrentarlos o avanzar sobre sus derechos.
No hay que ser muy despierto para entender que el líder del PRO pretende pararse frente al intento de Cristina y sus adláteres de apropiarse del Grupo Clarín, a partir de una intervención que tiene tanto de absurdo como de antijurídica. Macri lo sabe, y se siente seguro del paso que está dando.
Frente a la ciudadanía, aparece como el único dirigente que supo ir más allá de la queja, el lamento o la frase de ocasión.
Está enfrentando al poder central. Y lo está haciendo a suerte y verdad. Cristina sólo podría redoblar la apuesta e intentar una intervención del distrito para desoír o desconocer una medida impecable en lo jurídico y ajustada a los derechos que le competen a la CABA como Estado soberano. Hacerlo sería una locura que no cabe ni en la cabeza de esta administración; lo que ya es mucho decir.
Sin embargo, le queda el camino de echar mano sobre los medios del grupo que se encuentran asentados en otras provincias (canales de cable o radios) y, de esa forma, evitar que sus señales lleguen a la ciudadanía. ¿Es posible? Técnicamente, sí. Políticamente, sería un suicidio. Obligaría a los gobernadores a tomar posición. De no hacerlo, estarían suicidándose frente a sus votantes, que hoy -según todas las encuestas- acompañan al grupo de medios en su combate con un gobierno que ha despertado el malhumor social con sus últimas medidas.
Pero Cristina sabe, además, que cualquier atropello de esos a los que habitualmente echa mano lanzaría en brazos de Macri a los millones de argentinos que en noviembre y abril salieron a la calle con una idea pero sin un líder, y que ahora podrían cerrar filas alrededor del Jefe de Gobierno porteño y convertirlo en el conductor natural de los enojos argentinos.
Con el agravante de que una situación semejante le daría lo que hoy le falta y que el kirchnerismo trata de evitar por todos los medios: proyección nacional.
Una jugada maestra del ex mandatario boquense y un Gobierno nacional que tendrá que pensar muy bien los pasos a dar.
Como ocurrió con la Ley de Medios, sus propios errores y apresuramientos vuelven a encerrarlo en un laberinto judicial que puede proyectarse por varios meses y que, aunque en definitiva le fuese favorable, lo pone frente a un poderoso grupo periodístico que de aquí en adelante se sentirá blindado por la justicia porteña. Tal vez Cristina y sus pingüinos aprendan ahora que no es bueno abandonar la política para suplantarla por el atropello. Porque siempre puede aparecer alguien que sepa cómo hacerla…
Por favor, acierten una
La estrategia que propuso Ricardo Alfonsín suma adhesiones de sectores que se oponen al kirchnerismo. El ex candidato presidencial del radicalismo convocó a todos los partidos opositores a unirse en una lista única de candidatos para ocupar el Consejo de la Magistratura. Y la idea tuvo una buena recepción en el arco político enfrentado al Gobierno. El primero en abrir el juego fue el presidente del FAP, Hermes Binner, quien no descartó realizar una alianza con el PRO de Mauricio Macri si las cosas se complican y “hay que defender a la República ante el avance del oficialismo para partidizar la Justicia”.
Ante esta situación, los representantes de Libres del Sur y del FAP consideraron que “no caben las especulaciones ni las justas diferencias políticas e ideológicas cuando lo que está en juego es la República. Eso nos ha dicho el presidente del FAP, y nosotros lo compartimos absolutamente”.
“Ante un hecho de tamaña gravedad, las fuerzas opositoras debemos dar una respuesta común. Más allá de las alianzas que cada partido realice a cargos legislativos, con generosidad y amplitud deberíamos presentar una lista común de destacadas personalidades para el Consejo de la Magistratura y derrotar en las urnas la maniobra oficialista, tal como importantes dirigentes ya propusieron”, completaron.