El nuevo Ejecutivo de unidad nacional ha sido ratificado en el Parlamento israelí este domingo.
La toma de posesión del “gobierno del cambio” en Israel se recordará como un día tenso y turbio, alejado de los respetuosos traspasos de poder de antaño. El Likud y sus socios ultraortodoxos y de extrema derecha embarraron la toma de posesión de Naftali Bennet (Yamina), coronado ayer como primer ministro número 13 del estado judío. Benjamín Netanyahu, nuevo líder de la oposición, continuó con el tono beligerante de las últimas semanas, y vaticinó que pronto retomará el poder. Con 60 votos a favor y 59 en contra, Bennet fue proclamado premier.
Entre la bulla y los gritos que impidieron al líder de Yamina iniciar su discurso, varios diputados fueron expulsados del hemiciclo por los incesantes improperios. A pesar de la bronca, Bennet mantuvo la compostura. “Es momento de que los líderes responsables detengamos esta locura”, arrancó. Consciente de la furia desatada entre las bases derechistas por aliarse con la izquierda y una facción árabe (Ra’am), se mostró “orgulloso por la habilidad de sentarnos con gente de distintas opiniones en este momento decisivo”.
Mientras continuaba los abucheos, remarcó que la división “nos ha llevado a una tormenta de odio y a un conflicto entre hermanos, que conllevó la paralización del país”. Analistas destacan que el líder de Yamina, conocido en el pasado por sus postulados ultranacionalistas, apostó por un mayor pragmatismo para favorecer el cambio. Y así lo hizo constar de inicio: “abriremos un nuevo capítulo en la relación con los ciudadanos árabes de Israel”, aseguró. Le dio a Netanyahu el crédito por “pavimentar el terreno” para la entrada del islamista Ra’am a la coalición.
El que será el primer líder israelí que viste kipá –pese a la mayoría laica entre los integrantes de la coalición-, es por ahora un gran desconocido para el mundo. Por ello, quiso proyectar dureza y fiabilidad. “No permitiremos que Irán obtenga armas nucleares. Israel no es parte del acuerdo nuclear, y mantendremos la libertad de actuación”, dijo en un mensaje dirigido a Washington. No obstante, agradeció el compromiso de Joe Biden “con la seguridad de Israel” durante la reciente ofensiva militar en Gaza, y prometió operar para recuperar el apoyo bipartidista en EE.UU.
A continuación, se refirió a los palestinos: “el conflicto persiste, nuestros enemigos amenazan la existencia del estado de Israel. Si Hamás vuelve a lanzar misiles, les golpearemos con dureza”, señaló.
Su socio Yair Lapid (Yesh Atid), considerado el “gran ganador” por su perseverancia que le llevará a ocupar el cargo de premier en la rotación que se consumará en 2023, renunció a pronunciar su discurso escrito, donde pretendía apelar a la unidad. “Todos los ciudadanos de Israel se avergüenzan de vosotros, y esto recuerda el motivo por el cual llegó el momento de reemplazaros”, dijo dirigiéndose a la bancada del Likud. Minutos después, su jefe de prensa filtró el mensaje que traía preparado.
En él, aseguraba que “este es de los gobiernos más complicados de la historia, pero el cambio era inevitable”. Tras repasar la “rabia y las cosas terribles que se pronunciaron en esta cámara, quiero decirle a la oposición que las puertas estarán abiertas. La verdadera división es entre moderados y extremistas, a quienes no permitiremos destruir el país”.
Al tomar la palabra, Netanyahu prosiguió con el victimismo y el discurso reaccionario. Sin ser interrumpido en ningún momento, arrancó diciendo que “fue un gran honor trabajar día y noche por mi amado país”. En un discurso centrado exclusivamente en él, “Bibi” se plantó “en defensa del millón de votantes del Likud, y otro millón que votaron a partidos de derecha, con la expectativa de que se unieran a un gobierno liderado por mí”.
Luego, pasó lista de sus logros: la campaña de vacunación exprés contra la covid-19; la acción unilateral para frenar el plan nuclear iraní; o el reconocimiento de la administración Trump sobre la capitalidad de Jerusalén o la soberanía sobre los Altos del Golán. Tras ello, fue al ataque: “Bennet no tiene credibilidad en la arena global. Un primer ministro debe ser capaz hasta de decir no al gobierno norteamericano”, dijo refiriéndose a los planes de Biden de reingresar al pacto nuclear con Teherán. Para “Bibi”, los iraníes están celebrando “el gobierno débil” que se conformó ayer. Y culminó: “el público no olvidará este tremendo fraude. Trabajaremos hasta que tumbemos a este gobierno peligroso. Regresaremos pronto”.
Aharon Dekel, analista de Kan11, consideró que “presenciamos el peor espectáculo en la Knesset desde el establecimiento del país. Lo que está claro es que a Bennet y Lapid no les harán la vida fácil”.
Las palabras de Betzalel Smotrich, de la facción extremista “Sionismo Religioso”, daban fe de ello: “este gobierno es una profanación de la palabra del Señor, un desdén para la Torá. No lo perdonaremos”. En la plaza Rabin de Tel Aviv, miles de personas celebraron eufóricamente la constitución del “gobierno del cambio”.
El nuevo “Gobierno del cambio” en Israel, que agrupa ocho partidos de casi todo el espectro político, fue ratificado este domingo en una votación de confianza en el Parlamento, echando del poder a Benjamín Netanyahu tras doce años seguidos como primer ministro.
Aprobado con una estrecha mayoría, el nuevo Ejecutivo de unidad nacional envía a la oposición a Netanyahu y estará liderado los dos primeros años por el ultranacionalista Naftali Bennet y los dos siguientes el centrista Yair Lapid, acabando con más de dos años de bloqueo político en Israel.
Bennet juró como primer ministro tras una estrecha votación de 60 a 59 en el parlamento. Para satisfacer a los múltiples actores, el ejecutivo naciente contará con 28 ministerios, el tercero más amplio de la historia.
En el documento que establece los pilares de actuación del nuevo ejecutivo figuran la mejora del sistema productivo; promover la estabilidad gubernamental; fortalecer la seguridad interna; o reforzar el sistema educativo y sanitario. En lo nacional, solo se destaca la preservación de Jerusalén como capital, así como planes para impulsar la construcción en la ciudad.