La crecida histórica del río Arno amenaza a las dos ciudades; el mal tiempo afecta a todo el país, con tornados en la Toscana, nevadas y lluvias intensas.
No es solo Venecia. El mal tiempo sigue arrasando no solo la ciudad de las góndolas, que continúa siendo víctima de una marea alta que no da tregua y que en los últimos días ha causado estragos en el patrimonio artístico de la ciudad, sino también a toda Italia.
Ayer, el “acqua alta” amenazó también a Florencia y a Pisa, otras dos joyas de la península, en alerta por la crecida del río Arno. Al mismo tiempo, fuertes nevadas en el norte del país, que dejaron bloqueadas diversas localidades y temporales violentos en el sur, volvieron a dejar en claro que los efectos nefastos del cambio climático a lo largo del país ya no serán excepcionales: once de las 21 regiones de Italia habían sufrido daños.
Florencia no veía desde hacía 27 años una crecida del Arno como la que vivió ayer, que la mantuvo en vilo durante toda la jornada. Debido a los temporales del fin de semana, que causaron en 24 horas más de 62,6 mm de lluvia, las aguas del río que atraviesa la ciudad tuvieron una crecida extraordinaria que causó inundaciones en diversos tramos y terror en el centro histórico de la capital de la Toscana y cuna del Renacimiento.
Las aguas del Arno, de hecho, quedaron al mediodía a tan solo pocos metros del famoso Ponte Vecchio, volviendo a traer reminiscencias de la terrible “alluvione” (inundación) de 1966, que devastó la ciudad.
Más allá del temor a una inundación en el centro de la ciudad, pese a que el agua alcanzó a la altura del museo de los Uffizi los 4 metros y 70 centímetros (por arriba del primer nivel de guardia, de tres metros), no superó el peligroso segundo nivel de guardia, fijado en 6 metros y cincuenta centímetros.
Como en el resto de la península, Florencia fue víctima de ráfagas de viento de más de 70 kilómetros horarios, fenómeno que llevó al cierre de los Jardines de Boboli por temor a la caída de plantas.
Más de veinte familias debieron ser evacuadas por la crecida del río Elsa, afluente del Arno, que puso en alerta a toda la región de la Toscana, con otras 500 personas evacuadas en Cecina y, especialmente, a Pisa.
En la ciudad famosa en todo el mundo por su torre inclinada, la alerta era roja. Se decretó para hoy el cierre de todas las escuelas y universidades y la prefectura dispuso asimismo el cierre de todas las actividades comerciales a partir de las 18.30 de ayer.
El tránsito vehicular y peatonal se encontraba bloqueado en las costaneras y puentes “por motivos de seguridad”.
“Renuevo la invitación a los ciudadanos a no salir a la calle cerca del río y a quedarse en casa durante la noche”, aconsejó el alcalde de Pisa, Michele Conte.
En la Toscana, un tornado también golpeó la ciudad de Grosseto, aunque la ola de mal tiempo comenzada hace una semana no perdonó en verdad a ninguna región. En Bologna, Emilia Romagna, la crecida del río Reno causó la evacuación de varias familias; cerca de Caserta, al norte de Nápoles, una “bomba de agua”, como les dicen ahora a lluvias cortas y violentas, causó inundaciones y diversas situaciones críticas, así como en Salerno, aterrada por un rayo caído sobre una cancha de fútbol que hirió a dos chicos de 15 años. El alcalde de Caserta, Carlo Marino, decidió el cierre de escuelas para verificar la estabilidad de los edificios.
Lo que fueron lluvias incesantes en el centro-sur, se tradujeron en el noreste en nevadas que causaron caos en la región del Trentino-Alto Adige, con 11.000 personas sin electricidad en provincia de Bolzano y vastas zonas de montaña bloqueadas.
Por la mañana, una avalancha dañó diversas casas de un centro habitado del Valle Martello y se encontraba inhabilitada la autopista del Brennero, que une Italia y Austria, debido a la caída de algunos árboles repletos de nieve sobre un cable eléctrico.
Este incidente provocó también la interrupción de la vía ferroviaria. “Vistas las actuales condiciones de ruta, aconsejamos evitar viajes no urgentes”, fue el llamado que lanzó la central de viabilidad de Bolzano. Se estima que sobre las montañas de más de 2000 metros cayeron entre 120 y 150 centímetros de nieve, por lo que el peligro de avalanchas es muy elevado.
También hubo problemas en las regiones noroccidentales. Ciento cincuenta familias quedaron aisladas cerca de Ventimiglia, en Liguria, debido al cierre de una ruta bajo amenaza de derrumbe. En la provincia de Cuneo, Piamonte, 4000 personas familias estaban sin electricidad y en Novi Ligure había caído un pedazo de muro del antiguo castillo del centro histórico.
También en esta capital fuertes lluvias y vientos causaron la caída de árboles y accidentes. El río Tevere, que había superado el nivel de sus banquinas inferiores, seguía creciendo y se encontraba bajo vigilancia. Luego de una semana de mal tiempo, se contabilizaban daños por millones de euros tanto para el sector pesquero, como para el campo. Y el pronóstico no auspiciaba ninguna mejora.