Las amenazas ultraderechistas contra la clase política se ha convertido en un problema de primer orden en Alemania, donde el Gobierno de Angela Merkel ultima una legislación para castigar los delitos de odio en internet.
Los últimos objetivos de los ultras han sido dos dirigentes de Los Verdes, la vicepresidenta del Bundestag (Parlamenot federal), Claudia Roth, y el popular ex líder de la formación ecologista, Cem Özdemir, hijo de inmigrantes turcos.
La Prensa reveló este fin de semana que ambos dirigentes recibieron sendas cartas del grupo neonazi División de Armas Atómicas (AWD), originario de EE UU y presente en varios países europeos. «Actualmente estamos planeando cómo y cuándo lo ejecutaremos, ¿en el próximo mitin público? O lo interceptaremos delante de su casa», se puede leer en la carta remitida el 27 de octubre.
Roth lamentó que «esta amenaza está dirigida esta vez contra mí y Cem, pero forma parte de una larga lista de intentos de intimidación contra políticos municipales y la sociedad civil, contra judíos y musulmanes, contra artistas y personas con orígenes migratorios».
La Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA) advirtió de que «la amenaza de actos de violencia de extrema derecha y terrorismo de derecha en Alemania se mantiene, incluso después del anuncio de la existencia de una filial del AWD, en un nivel alto y abstracto, sin cambios». No por casualidad, los servicios de Inteligencia estiman que hay 24.100 ultraderechistas activos en el país y que 12.700 son potencialmente violentos. Durante 2018, se registraron 19.409 delitos con motivación de extrema derecha.
Los ultras han demostrado su capacidad de pasar a la acción con acciones como la que el pasado junio acabo con la vida del político local de Unión Cristianodemócrata (CDU) Walter Lübcke por su apoyo a la entrada de refugiados.