En lugar del tradicional té, un fabricante boliviano ideó una cerveza con malta, levadura, lúpulo y hojas maceradas de coca, sin aditivos, ni conservantes. La bebida tiene “cualidades energizantes”, aseguraron los fabricantes de “Ch´ama”, que significa “fuerza” en lengua aymara.
Es mediodía en una empinada calle en el casco antiguo de La Paz y dos alemanes disfrutan una original bebida: una cerveza artesanal elaborada con hojas de coca, un nuevo atractivo turístico en Bolivia y una forma fresca de enfrentar el mal de la altura.
“Como buenos alemanes nos encanta la cerveza. Hay muchas en Alemania, pero esta cerveza de coca es buena porque aquí en La Paz nos ayuda con la altitud”, dice, a la AFP, Malina E., de 27 años, estudiante de historia en su natal Hamburgo y que pidió no revelar su apellido.
A 3.600 metros sobre el nivel del mar, la capital boliviana es famosa por los efectos físicos por la baja presión de oxígeno, y muchos visitantes beben té de coca por sus cualidades favorables para combatir el malestar.
Pero un fabricante boliviano ideó una variante de la tradicional infusión de hojas de coca: Ch’ama (“fuerza” en lengua aymara), una cerveza elaborada desde 2011 con malta, levadura, lúpulo y hojas de coca maceradas, sin aditivos, ni conservantes. “Su sabor es comparable a la Hefeweizen”, dice Malina, en alusión a esta cerveza de trigo.
Su compañero de viaje por Sudamérica, Timo L., un estudiante de antropología de 29 años que también prefiere mantener en reserva su identidad, está de acuerdo. “Es una cerveza muy buena, como del sur de Alemania, pero menos pesada, el alcohol de esta sube más rápido”, dijo-
Según la dueña del bar K’umara (“saludable” en lengua aymara), el producto “es muy buscado por los turistas que quieren probar algo nuevo”.
El fabricante de Ch’ama, la empresa Vico’s con sede en Sucre (sureste), asegura que la bebida tiene “cualidades energizantes”.
“Es una cerveza blanca de alta fermentación con 5% de alcohol, no filtrada, no pasteurizada, tiene un moderado aroma, color y sabor a hoja de coca y lúpulo”, dice el gerente propietario de Vico’s, Víctor Escobar. Con el entusiasmo de un innovador alquimista, Escobar explica el proceso de elaboración.
Primero, se seleccionan las hojas de coca y luego se las pone a macerar con agua. A esto se le agrega un macerado puro de cebada malteada y, en diferentes tiempos, se adicionan lúpulos hasta obtener el mosto que será fermentado durante unos 20 días y luego embotellado y comercializado.
La cerveza se vende en botellas de vidrio de 300 cc. Su precio unitario en fábrica es de 12 pesos bolivianos (1,7 dólares), y a los consumidores les llega desde unos 2,8 a 3,6 dólares.
Vico’s produce apenas unos 10 hectolitros diarios y, con limitados canales de comercialización, llega a algunas zonas turísticas de Bolivia, pero también cruza fronteras hacia Perú y Chile, con una marca ya registrada.
“Hemos llegado experimentalmente a la región de Puno (sur peruano) y también a la ciudad de Arica (norte chileno)”, asegura Braulio Saavedra de Vico’s, pero reconoce que aún falta culminar trámites sanitarios en esos países y permisos de exportación de las autoridades bolivianas.
En Perú se fabrica también una cerveza de coca llamada “Apu” (“dios de la montaña”, en lengua quechua), comentan los empresarios.
Vico’s aprovecha además el buen momento que atraviesa la hoja de coca después de que el gobierno boliviano logró mejorar su imagen al denunciar la Convención de Viena de 1969, que obligaba al país a prohibir el uso tradicional de esta planta, como el mascado, la infusión y los rituales religiosos.
El gobierno de Evo Morales, un ex líder cocalero, también realiza esfuerzos para darle usos legales a la hoja de coca y aumentar así su exportación.
La milenaria hoja de coca está asociada en Bolivia a la alimentación de los nativos y obreros, pero también es utilizada para la fabricación de pasta de cocaína, una actividad por la que se combate su producción.
Bolivia es el tercer productor de hojas de coca, después de Perú y Colombia, según la agencia antidrogas de la ONU.