Los que se tratan en la Región rondan hoy entre los 25 y los 30 años. Crece el número de mujeres afectadas, aunque son las últimas en pedir ayuda. La nueva ley y los nuevos criterios para la atención
Pacientes cada vez más jóvenes entre los que aumentan las patologías psiquiátricas de base asociadas al consumo de drogas y alcohol e inmersos en complejas situaciones sociales que dificultan su reinserción en la comunidad tras su paso por los hospitales neuropsiquiátricos.
Estas son las tendencias salientes que se observan en el campo de la Salud Mental en la Región. Tendencias que se registran en momentos en que se busca un cambio de paradigma en la atención, que tiene por objeto reemplazar las largas internaciones (sólo en el Hospital Romero hay en la actualidad internos que suman entre 30 y 50 años de permanencia en el hospital) por otras estrategias que logren una reinserción más efectiva de los pacientes en la sociedad.
En esa dirección apunta la recientemente reglamentada Ley Nacional de Salud Mental (26.657), que hace hincapié en la inclusión social efectiva de los pacientes a través de dispositivos comunitarios de sostén, tales como casas de prealta, casas de convivencia o cooperativas sociales de trabajo.
Con todo, se trata de un camino que encuentra numerosos obstáculos, según destaca el subsecretario de Salud Mental y Adicciones de la Provincia Carlos Sanguinetti: “La idea de la nueva ley es que no se cree ningún manicomio más, ni público ni privado. Este tipo de instituciones son representativas de un modelo de atención que viene de muchos años atrás y se basaba en un abordaje del paciente a través de tres elementos: el encierro, la judicialización y la medicación. Según esta concepción, los pacientes son llevados a instituciones ubicadas lejos de sus hogares, separados de sus familias y con el tiempo la externación y la reinserción social se hacen cada vez más complicadas”.
Así, los cuatro hospitales neuropsiquiátricos de referencia que existen en la Provincia (en Melchor Romero, Open Door, Temperley y Necochea) fueron el escenario de un nuevo problema: las internaciones convertidas en crónicas. Se estima que en toda la Provincia hay en la actualidad un total de 3.000 pacientes en esta situación, 500 de ellos en el hospital Alejandro Korn de Melchor Romero.
La última semana, unos 30 directores de hospitales y centros de atención de las adicciones de todo el país se reunieron para avanzar en la implementación de la nueva ley, que busca terminar con la manicomialización de los enfermos mentales, aunque ya genera debates y encuentra resistencias y obstáculos.
Entre otros puntos, la ley busca cambiar el concepto de “alta médica” por el de “externación” y apunta a crear una serie de dispositivos que favorezcan la reinserción social de los internos y la restitución de sus derechos.
Muchos de esos dispositivos ya funcionan en la Región, donde desde hace 20 años se busca combatir la cronificación de las internaciones mediante el alquiler de casas de convivencia para que los pacientes externados vivan en ellas siguiendo sus tratamientos puertas afueras del hospital. O la creación de una casa de prealta, donde los pacientes se atienden de manera ambulatoria y participan de talleres y otras iniciativas económicas que apuntan a su reinserción.
La nueva ley apunta a que en el año 2020 los manicomios dejen de funcionar como tales y que sean los hospitales generales y los municipales los que atiendan a los pacientes psiquiátricos de manera ambulatoria o mediante breves internaciones para evitar separarlos de su entorno familiar y social.
Pero el camino no va a ser fácil en este sentido, según apunta Sanguinetti: “recientemente hicimos una encuesta entre médicos residentes de hospitales generales y el 70% de ellos dijo que no estaban preparados para atender una contingencia de salud mental. Hay una gran resistencia entre los médicos para abordar este problema y se va a necesitar concientización y capacitación”, dice Sanguinetti.
La nueva ley también plantea desafíos en otras áreas y su aplicación va a demandar un fuerte compromiso de otros actores, como miembros de la justicia e incluso en la propia comunidad donde se inserten casas de convivencia y de prealta.
Cecilia López Santi es directora asociada del Hospital Romero y destaca que en todos los casos las casas de convivencia y de prealta que funcionan en la Región se insertaron sin problemas en sus barrios y mantienen buena relación con sus vecinos.
Sergio Adrián (que elige omitir su apellido y hoy vive en una pensión después de haber estado internado en el hospital Alejandro Korn para tratarse una esquizofrenia paranoide depresiva), cree que “no toda la gente está preparada para aceptar a los externados de las instituciones mentales sin discriminar” y por eso prefiere no contarle a cualquiera su historia.
La nueva ley también encuentra otros desafíos por delante. Uno de ellos, el de reducir los altos índices de reinternación que hoy registran los pacientes psiquiátricos que logran reinsertarse y que en el hospital Alejandro Korn de Melchor Romero alcanzan al 30%.
Con esas nuevas herramienta y motivando para el compromiso a profesionales de distintas disciplinas, la meta es lograr reducir los tiempos de internación (las que se busca hacer en la actualidad oscilan entre los dos y los cinco meses) y hacerle frente al descenso de la edad promedio de los pacientes y el incremento del impacto de drogas y alcohol en el área de la salud mental.
Según Egidio Melía, director del hospital Alejandro Korn, de Melchor Romero, en el lapso de los últimos veinte años se duplicó la atención de las patologías duales: aquellas en las que el problema psiquiátrico de base (esquizofrenia, trastorno de la personalidad, epilepsia) se cruza con la adicción a las drogas o al alcohol- Y hay otro dato: los pacientes afectados por este problema no sólo son más jóvenes, sino que crece entre ellos el número de mujeres, que se caracterizan por tardar mucho en pedir ayuda.