Investigadores españoles han ‘humanizado’ estos animales a través de una modificación genética para hacerlos sensibles a un fármaco contra la enfermedad e identificar los puntos débiles de células tumorales.
Se trata de un estudio en el que se han analizado las aguas residuales de 120 ciudades en 37 países diferentes, y en el que se han incluido cuatro ciudades españolas.