El desperdicio de alimentos es responsable de la generación de 193 millones de toneladas de gases de efecto invernadero en América del Norte, una cifra que descontrola las emisiones.
Ante la ola de crímenes se plantea la controvertida pregunta: ¿debe darse a los agentes más poderes para cachear, aunque no haya pruebas contundentes, a todo el que consideren sospechoso?