El abogado defensor del juez Pedro Hooft, Héctor Granillo Fernández, habló esta mañana en la 99.9 sobre el fallo absolutorio que se dio a conocer en el día de ayer. “Para nosotros es una fiesta desde el punto de vista de la República porque, aun con acusaciones poderosas, primó la justicia”, señaló.
Ayer se dio a conocer el fallo por el jury de enjuiciamiento que se le realizó al juez Pedro Federico Hooft. La absolución trajo alivio a muchos sectores de la sociedad que creían en la absoluta inocencia del marplatense, acusado de participar en la denominada “Noche de las Corbatas”.
El resultado fue, precisamente, lo que buscaba la defensa, convencida de la inocencia de Hooft. Esta mañana en la 99.9, el abogado Héctor Granillo Fernández señaló: “ha sido un juicio difícil, muy bien llevado desde la dirección y con un resultado que nosotros creíamos desde el principio que debía ser. Fue difícil por las entidades que lo promovían, pero primó una decisión que restituye la fe en la justicia”.
El lugar en que se había colocado Hooft hacía que la lucha por dar a conocer la verdad se tornara ciertamente compleja: “se colocó al imputado como si fuera un criminal de guerra y no permitieron una defensa adecuada, la imputación estaba llena de prejuicios. Hemos trabajado con mucha comodidad desde el tribunal. Había, desde el principio, un signo de interrogación importante porque estos movimientos que impulsaron la denuncia tienen una legitimación en la sociedad y en la política muy fuertes, pero estamos muy tranquilos con el resultado”.
En el camino, han quedado otras causas que comenzarán a accionarse. Entre ellas, el pedido de falso testimonio por parte de la defensa hacia dos personas. “Pedimos dos procesamientos por falso testimonio. El alegato fue muy difícil, había muchas cosas para decir. El juez Portella se presentó socialmente con una situación no creíble, era evidente el interés porque él mismo se presentó como enemigo del Juez Hooft. Dijimos que no se presentó el doctor Falcone. No era nuestro interés perseguir a todo el mundo, pero había algunos testigos groseramente falsos”, explicó el letrado.
El proceso ya es parte de la historia, y la justicia se ha expedido. “Para nosotros es una fiesta desde el punto de vista de la República porque, aun con acusaciones poderosas, primó la justicia. Podrán decir lo que quieran, pero al juez Hooft la Provincia de Buenos Aires, a través de sus instituciones, le privó la destitución”, agregó Granillo Fernández.
Lo más grave de este intento de destitución fue lo que le costó su puesto al fiscal federal Claudio Kishimoto: el hijo de Hooft lo grabó diciendo que la causa estaba armada e inmediatamente se actuó para que el registro pasara desapercibido. “Fue un disparate lo grosero de la acción; en el Fuero Federal ha sido una cosa autoritaria, con influencias que son llamativas y llaman la atención. El apartamiento del fiscal Kishimoto por parte de la Procuración General y la sustitución con un funcionario del propio Fiscal General que habría dado las órdenes, de acuerdo a los dichos de Kishimoto, da cuenta de una causa grosera”.
Ya con el fallo definitivo, Granillo Fernández aún no encuentra motivos para que este juicio se haya llevado adelante: “no hubiera tomado el caso Hooft si hubiera pensado que el juez estaba metido en algo mínimo. Tiene que haber un reproche de intereses porque si no, no lo concibo de otra manera”.