En las principales ciudades brasileras, la población salió a protestar por el aumento del pasaje de transporte público. El país está viviendo un momento de crisis económica, con alta inflación y caídas de la bolsa. Durante tres días, los manifestantes se enfrentaron contra la policía y quemaron dos autobuses.
En Río de Janeiro hubo enfrentamientos entre la población y la policía. Hasta el momento, han sido detenidas 32 personas. Para hoy jueves se anunció un nuevo encuentro de protesta en Cinelandia, en el centro de la ciudad.
Las autoridades calificaron las acciones como “violentas contra el patrimonio público”. El país vecino está atravesando un momento de crisis, con la inflación en alza, la bolsa en caída y el dólar rozando los 2,20 reales. La presidenta Dilma Rousseff expresó su preocupación por las manifestaciones y por los problemas económicos que le han costado, por primera vez, una pérdida de ocho puntos en su popularidad.
En la ciudad de Natal, un grupo de estudiantes obligó a las autoridades a rebajar las tarifas que aumentaron. Y en Florianópolis, la paralización de los autobuses públicos fue del 100%, hecho que dejó a cerca de medio millón de ciudadanos sin colectivo.
Los precios del boleto de transportes público en Brasil es muy altos en relación al sueldo base de los trabajadores. El billete sencillo en São Paulo, que permite un máximo de cuatro trayectos en tres horas, cuesta 3,20 reales. Para quienes hacen dos viajes seis días a la semana, el gasto en transporte puede superar los 200 reales al mes, cuando el salario mínimo es de 678 reales. La clase media, poco acostumbrada a las manifestaciones en las calles, pidió mano dura a la policía contra los protestantes que están paralizando el tráfico.