Hoy, las perspectivas futuras son tan pero tan distintas a las previstas por los supuestos conocedores del sistema, que bien podrían ser un trabajo práctico sobre cómo equivocarse en la lectura de la realidad. Lo que sería fantástico, fue un desastre. Los que estarían muertos, demuestran vitalidad. Los encargados de explicarlo, siguen en el limbo.
Ante el emblemático Tercer Milenio, las perspectivas económicas y sociales de los países periféricos se veían, por lo menos, inciertas. El peso de la deuda que aumentaba a velocidad creciente a pesar de las privatizaciones, sumada al despido masivo de funcionarios y las sucesivas limitaciones por el llamado “ajuste estructural”, hacían imposible el equilibrio de las cuentas públicas. La simultánea caída del precio internacional de las materias primas y la apertura indiscriminada de los mercados, provocaba graves déficits en las balanzas comerciales y de pagos. Los pésimos resultados se hicieron visibles y provocaron cimbronazos; como la decisión argentina de redefinir su deuda insana. Pero hoy le están proponiendo a Grecia y a Italia lo mismo que nos llevó al derrumbe.
La especulación financiera internacional fragilizó cualquier estrategia económica. Y convirtió a los gobiernos en simples ejecutores de decisiones foráneas; cuando no en bomberos de incendios bursátiles y bancarios, que se apagaron con más endeudamiento y enajenación. En algunos casos, devinieron en policía de sociedades desesperadas.
Entonces, ¿qué “ganadores” del sistema habrían imaginado que éste se les volvería duramente en contra y que la segunda década del siglo XXI los encontraría en medio de una crisis profunda, y parados sobre un terremoto fiscal? Al momento en que usted esté leyendo esta nota, ya se habrá encontrado una salida al “abismo fiscal” norteamericano. Pero la pregunta sería: ¿era tan imposible imaginarlo? La respuesta es no.
La salud y el nivel educativo de la población se deterioraron en aquella Latinoamérica de fines del siglo XX. Pero hoy es tema central de discusión en Estados Unidos, donde el gobierno demócrata se aferra desesperadamente al único (modesto) logro de entre una gran cantidad de promesas de campaña: un sistema de salud mínimamente humano.
La asfixia económica de los institutos de investigación técnica y científica provocó el desaliento y la deserción de su componente humano en nuestro continente. Hoy, los investigadores vuelven, sobre todo de Europa. Y no son pocos los españoles que prefieren encontrar salida a su profesión en nuestras tierras, habida cuenta del grotesco en el que viven (y de la más grotesca solución propuesta por Mariano Rajoy y sus “duros” del PP).
La globalización, tal como se aplicó, fue un puño que atravesó Estados y sociedades de la llamada despectivamente “periferia”. Dejó a su paso fragmentos de tejido productivo, institucional y cultural, y comprometió a término el sistema democrático.
Lo que vemos alrededor del globo son países endeudados, niveles de desempleo que no dan el brazo a torcer, tasas de interés que no pueden bajar más y que no reactivaron las economías. Y lo que parece más alarmante, un descontento generalizado, mundial, por los niveles de desigualdad más altos de la Historia de la Humanidad. De acuerdo con las proyecciones del Fondo Monetario Internacional, publicadas el pasado mes de octubre, para el 2013 se espera un crecimiento del 3,6 % para todo el planeta, levemente por encima del crecimiento estimado para el 2012 (3,3%) e inferior al crecimiento del 2011 y 2010 de (3,8 % y 5,1%, respectivamente).
Según un informe reciente de las Naciones Unidas, “la economía mundial se encuentra al borde de otra gran recesión”. La Zona Euro, por ejemplo, termina decreciendo un -0,4 % en 2012 (para el 2013 apenas se espera un -0,2 %), arrastrado a la baja por el crecimiento de Italia, del -2,3 % (-0,7 % para 2013), de España con -1,5 % (-1,3 % para 2013) y de los países fuertes de la zona que apenas pasaron en negro: Alemania, con 0,9 % para el 2012 (lo mismo esperan para 2013) y Francia, con muy magro 0,1 % en el 2012 (y para 2013 apenas 0,4%).
En Estados Unidos, la economía se desaceleró. La debilidad en el consumo, la pérdida de confianza, las condiciones financieras relativamente restrictivas, la ausencia de correctivos fiscales y el descontento social, serán los principales obstáculos para un crecimiento más dinámico.
Hay una clara contracción fiscal en Japón. Sigue disminuyendo la demanda mundial, la confianza en el sistema se deteriora y no hay manera de disimularla, porque el descontento social ya salió a las calles de Madrid, de París y de muchas otras ciudades símbolo de aquellos años que se creyeron dorados y eternos.
Importante mencionar que el crecimiento de las economías avanzadas previsto para el 2013 sigue siendo muy modesto, apenas 1,5 % (2010 fue 3 %, 2011, 1,6 %y 2012, 1,3 %). De tal forma, que el crecimiento del mundo sigue estando apalancado en las economías de mercados emergentes y en desarrollo (es decir, nosotros, los “muertos” de finales del siglo XX). Y se espera crezcan 5,6 % en el 2013, superando incluso el 5,2% establecido para el presente año.
¿Dónde quedó la política?
En su disputa con la derecha tradicional por el centro del electorado, los partidos cercanos a la socialdemocracia formularon proposiciones pasibles de satisfacer tanto las necesidades como los temores de ese sector. Pero esto supuso un chantaje descarado a la izquierda (no es lo que esperas, pero vótame). Eso devino en estafa, tanto a la izquierda como al centro, cuando aún ganando gobernaron como la peor derecha apenas descafeinada y convirtieron a sus electores en garantes de una política que nunca votarían si les fuese formulada con claridad. El resultado errático de las recientes elecciones europeas y las perspectivas de las que vienen en fecha próxima, ilustran este rechazo: derecha dura en España, centro izquierda flu en Francia, perspectivas para el centro en Italia (o vuelta a Berlusconi), incertidumbre en Alemania, caos en Grecia.
El fenómeno es, por cierto, mundial. El escritor español Javier Marías opina que “los políticos son, a la postre, gente tan insustancial y voluble que no vale la pena ocuparse de ellos“. En Europa se multiplican los llamados para que la sociedad se organice, presione y vigile a los dirigentes políticos, y “haga” la política, hoy más que nunca en medio de un caos en parte buscado. La política fue secuestrada y es necesario rescatarla. Porque se trata de una noble e imprescindible actividad a la que es preciso devolverle dignidad, prestigio y altura de miras. Exigirle l´ostinato rigore que predicaba Leonardo Da Vinci. Pero claro, él escribía al revés. Y estos piensan al revés.