Quiso asaltar a un gendarme y recibió un tiro en una pierna. Dos embarazadas lo liberaron. Dejaron esposado al custodio.
Dos hombres se llevan una moto. Moto que usan para intentar asaltar a un joven. Joven que, siendo un gendarme de civil, se resiste a tiros. Tiros que lastiman a uno de los dos hombres, quien termina internado bajo custodia en el hospital Gutiérrez. pero no por mucho tiempo: dos mujeres embarazadas se presentan allí como visitas y, armadas, obligan a uno de los policías a quitarle las esposas al preso, para colocárselas al mismo policía. Entonces sí, se fueron. Hay varios detalles más en esta historia que parece de película, aunque no lo es. Todo esto pasó frente a unos seis pacientes, poco antes de la una de la tarde y cuando el segundo custodio se había ido al buffet a comprar un sandwich, según informaron fuentes oficiales. Las mujeres y el evadido -con un tiro en la pierna- se fueron, aparentemente en una moto. Hasta anoche nada se sabía de ellos. Ni los policías ni los pacientes sufrieron heridas. Ribetes insolitos. Todo empezó cuando faltaba poco para que terminara el viernes.
Antenoche, alrededor de las 23 horas, dos sujetos encañonaron al empleado de una pizzería de Tolosa para obligarlo a entregarles su moto, una YBR 125 color bordó con patente 124 DVD. La víctima, de 22 años, no opuso resistencia y se las dio, para luego dirigirse a la comisaría 6ta. y radicar la denuncia por “robo calificado de motovehículo”. Pero la noche no terminaba ahí ni para estos sujetos, quienes a eso de las 00.30 de ayer se cruzaron con un gendarme de 23 años que, franco de servicio, caminaba por 1 y 35. “Es delgado, iba solo y de civil”, describió un jefe policial, antes de agregar que los motochorros “lo abordaron y amenazaron con un arma para que les diera sus pertenencias”. No está claro si el gendarme -que sería del Conurbano y fue asignado a las tareas de prevención del delito en La Plata- sacó enseguida su arma reglamentaria, o intentó alejarse. Lo que figura en la causa es que los ladrones le habrían efectuado un disparo -al parecer de escopeta- con pésima puntería, por suerte. El agente de inmediato repelió la agresión con su pistola reglamentaria calibre 9 milímetros, que gatilló entre dos y tres veces mientras los atacantes se daban a la fuga. La víctima llamó al 911 y al lugar acudieron los policías de la comisaría 2da. quienes advirtieron en la calle el inconfundible rastro de un goteo de sangre. Sospechando que al menos uno de los delincuentes podía estar herido, los efectivos alertaron a las guardias de todos los hospitales, cursando además una descripción de los sujetos y de la moto, a todas las dependencias de la Región. El operativo no tardó demasiado en arrojar resultados: un patrullero de la comisaría 6ta. vio a la YBR en Tolosa. Ya no viajaban dos hombres, sino uno solo. La persiguieron hasta 517 entre 120 y 121, donde el conductor la dejó en la vereda y se metió en una casa. De acuerdo con la información oficial, el sujeto “se cambió de ropa y minutos después salió del lugar con la pierna ensangrentada”. Para entonces ya habían arribado a la escena varios móviles debido a que se trata de una zona en la que los procedimientos suelen complicarse. Un jefe policial admitió que el de ayer a la madrugada no fue sencillo, pero el sospechoso- al que identificaron como Roberto Carlos Agüero Olmos, de 32 años- fue reducido y trasladado al Hospital Gutiérrez, bajo custodia. Al secuestrar la moto que había dejado en la vereda confirmaron que tenía pedido de secuestro por la denuncia radicada unas horas antes en la comisaría 6ta.El caso parecía cerrado. Sin embargo, no estaba todo dicho. Los médicos, enfermeras y empleados del Gutiérrez, igual que los de la mayoría de los hospitales públicos, están acostumbrados a asistir a detenidos que ingresan por distintas cuestiones. En el caso de Agüero Olmos, tenía un impacto de bala con orificio de entrada y de salida en su muslo izquierdo, por el que lo intervinieron y dejaron alojado -fuera de peligro- en la sala 3, que está ubicada en la planta baja de ese centro asistencial de 39 entre 119 y 120. En el mismo lugar había “unos seis pacientes más”, dijeron las fuentes, pero el preso quedó esposado y bajo la custodia de 2 suboficiales de las comisarías Primera y Segunda. La noche fue tranquila. Igual la mañana. Todo cambió a la una de la tarde. Según contaron distintas fuentes oficiales a EL DIA, a esa hora llegaron dos mujeres que se presentaron como familiares de Agüero Olmos y exigieron visitarlo. Estaban embarazadas. O, por lo menos, lo parecían. Accedieron por fin a la sala donde estaba el preso, custodiado por uno de los policías. “El otro se había retirado a comprar un sandwich en el buffet” ubicado a pocos metros, dijeron las fuentes. Sin perder el tiempo, apenas ingresaron en la sala una de las mujeres sacó un revólver calibre 38 con el que le apuntó al sargento ordenándole que le quitara las esposas al detenido. El suboficial lo hizo. Y la mujer fue por más: le indicó que se las colocara a sí mismo, para que quedara inmovilizado mientras ellos huían. Un dato curioso es que no le sacaron el arma reglamentaria, quizás para no demorar lo que podía ser una retirada complicada. No lo fue. “Creemos que escaparon por el estacionamiento; Agüero Olmos y una de las mujeres en moto y la otra supuestamente a pie”, dijo un pesquisa. Cuando el policía que había ido al buffet regresó con su sandwich encontró al compañero esposado y a los pacientes en shock. El preso no estaba. Se montó un impresionante operativo para encontrarlo, que no resultó efectivo. Se convocó a la DDI La Plata y entre todos salieron en busca de cámaras de seguridad que ayudaran a identificar a las cómplices, o, al menos, saber hacia dónde y en qué escaparon. Voceros oficiales dijeron que “no había filmaciones”. Siguen tratando de localizar alguna. En la sala donde ocurrió todo secuestraron el par de esposas, aunque las sospechosas no las habrían tocado en ningún momento. Con la descripción que de ellas hicieron los testigos, los pesquisas intentaron establecer si podía tratarse de alguna familiar o pareja del evadido. EL DIA se dirigió al hospital poco después de la fuga. Los empleados se limitaron a decir que “los compañeros que estaban cuando pasó ya se fueron. No sabemos nada”.