Raffaella Petrini, la monja italiana que se convierte en la mujer de más alto rango en el Estado del Vaticano

El nombramiento es un paso adelante en la inclusión de las mujeres en la Iglesia católica.

La mayor inclusión de las mujeres en la Iglesia es uno de los grandes desafíos del pontificado de Francisco. Un nuevo nombramiento es un paso adelante en esta dirección: el de Raffaella Petrini, una monja italiana que se acaba de convertir en la mujer de más alto rango en el Estado del Vaticano.

Petrini, religiosa franciscana de 52 años, ha sido designada secretaria general de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano, lo que significa que de facto se convierte en la “número dos” de la entidad del Estado más pequeño del mundo. Su trabajo será parecido al de una vicealcaldesa sobre un microestado que apenas tiene unos 600 ciudadanos, pero más de 2.000 empleados.

En su nuevo puesto Petrini trabajará mano a mano con el nuevo gobernador, el arzobispo español Fernando Vérgez Alzaga, en la supervisión de las operaciones administrativas de la Ciudad del Vaticano, donde se encuentran sus famosos Museos Vaticanos –su principal fuente de ingresos–, su policía, sus bomberos o su servicio de sanidad.

Nacida en Roma en 1969, Petrini cuenta con un currículum académico a sus espaldas. Es politóloga por la prestigiosa universidad Luiss Guido Carli de Roma y profesora de doctrina social cristiana en la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino, donde se doctoró. Entró en la Curia del Vaticano como oficial en la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

Trabajará muy cerca de otra mujer con un cargo importante, la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, nombrada por Francisco en el 2016. En los últimos meses el Papa ha dado un empujón a la elección de mujeres en departamentos vaticanos, aunque en muchos casos tienen un equipo más pequeño.

Su perfil se parece al de Alessandra Smerilli, otra monja italiana y docente que fue nombrada en agosto secretaria interina del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y delegada de la Comisión vaticana Covid-19. El Papa también eligió hace dos semanas a la profesora alemana Charlotte Kreuter-Kirchhof como número dos del Consejo de Economía del Vaticano.

Otra de las mujeres con más poder es la religiosa Nathalie Becquart, número dos del Sínodo de Obispos, un ente que prepara las reuniones de los prelados del mundo. Es la primera mujer con derecho a voto en este organismo. Además, la catalana Núria Calduch-Benages fue elegida en marzo nueva secretaria de la Pontificia Comisión Bíblica y hay seis mujeres en el organismo supervisor de todas las actividades económicas del Vaticano.

En enero, en un pequeño paso hacia la igualdad de las mujeres en la Iglesia, el Papa cambió el derecho canónico para permitir que las católicas puedan leer durante las misas la palabra de Dios, ayudar en el altar y distribuir la comunión. Es algo que ya sucedía desde hace años en muchos países, pero Francisco lo institucionalizó para impedir que los obispos más conservadores prohíban que las mujeres de sus diócesis desempeñen estas funciones.

El Pontífice también ha establecido una segunda comisión para estudiar su papel en los primeros años del cristianismo y saber si pueden ser diaconisas, después de que una primera no lograra llegar a un consenso. El diaconado femenino es una de las grandes reivindicaciones del feminismo en la Iglesia, y sus defensoras creen que ayudaría a las mujeres a tener más protagonismo a la vez que daría un servicio en los lugares del mundo donde hay una falta de sacerdotes. Sin embargo, Bergoglio ha cerrado la puerta definitivamente a que las mujeres puedan ser ordenadas sacerdotes.