El historiador se refirió, en el día del Maestro, a la vida de Domingo Faustino Sarmiento y, sobre todo, su modelo de país donde la educación tenía un rol fundamental desde lo político.
La historia tiene un lugar especial reservado para Domingo Faustino Sarmiento, un prócer de la Argentina vinculado siempre a la educación, pero que tenía en base a ello una visión de país para desarrollar y que pudo implementar en parte cuando le tocó ser presidente.
El historiador Ricardo De Titto hizo un repaso en la 99.9 por los principales aspectos de su forma de ver el país, pero también señaló que han sido injustos los destratos que sufrió en los últimos tiempos donde trataron de denigrar su imagen: “es un personaje sobre el que ha habido períodos donde el revisionismo histórico se ha encargado de denostarlo creando una figura aún más controversial, para mi gusto en forma injusta y equivocada”. Se trató de buscar una imagen que nunca tuvo y puede tomar desprevenido a aquél que no investigue lo suficiente: “se trató de diseñar un Sarmiento aparentemente complicado en el genocidio de los aborígenes que es una exageración absoluta porque no tuvo participación directa. Se lo involucra como responsable de la Guerra del Paraguay donde no tuvo nada que ver con las acciones militares concretas”.
Pero lo que aclaró De Titto es que había una visión clara para Sarmiento de lo que debía hacerse en el país y la educación, era parte de esa estrategia: “virtualmente Sarmiento es el único estadista que tuvo la historia argentina. La única figura política que miró estratégicamente el país pergeñando ideas para dos, tres o cinco generaciones. Esto se plasma en el proyecto educativo donde plantea que la igualdad de oportunidades permitirá construir ciudadanía capaz de participar activamente en el desarrollo republicano”.
Si bien su principal aspecto era la alfabetización, tenía ese sentido detrás del cuál poco se habla: “la necesidad de la lectura estaba ligada a un proyecto industrial-económico porque las personas que tenían su propio negocio tenían un interés superior en la cosa pública porque para el empleado, nada cambiaba demasiado y no necesitaba involucrarse”, explicó De Titto.
La visión de país que tenía nadie la pudo poner en práctica ni siquiera en la actualidad, a pesar de los avances que generó para la epoca: “muchas veces se reduce su proyecto sólo en tener una población culta, cuando no es así. En un sólo período presidencial suyo se fundaron 800 escuelas. Esta pasión por la educación tiene que ver con un proyecto de país donde el ciudadano sea propietario de su parcela agraria y desde ahí, un ciudadano consciente en la participación de los hechos del país”.