Llegará a 20 muertes cada 100 mil habitantes. En 2012, el promedio fue de 15. Desde 2010, los asesinatos en el departamento casi se duplicaron y menos del 5% se dio en la zona central.
Faltando un bimestre para terminar el año, los homicidios dolosos en el departamento Rosario superaron en forma copiosa el mayor registro histórico que se había producido el año pasado. En 2012 habían sido 185 casos. Al terminar octubre de 2013, la cifra llegó a 209 . De sumarse los últimos cuatro días de noviembre, hasta el cierre de esta edición, los números cantan un total de 211 asesinatos.
Así como las marcas suben año a año en una espiral indetenible, el último mes también resultó el más crítico. Con 32 homicidios, octubre de 2013 quedó como el mes con más casos de la historia. Por primera vez hubo más de una muerte por día en el departamento más poblado de la provincia: fueron 28 en Rosario y 5 en Villa Gobernador Gálvez.
La tasa de homicidios del departamento Rosario había tenido su pico histórico en 2012, con 15 casos cada 100 mil habitantes. A esta fecha, la tasa anual es de 17 casos. Si el año en curso terminara en un cálculo muy conservador, con 240 asesinatos en total, la tasa de 2013 llegará a 20 hechos cada 100 mil habitantes.
Esta situación de escalada persistente, con los diversos tipos de violencia que entraña, no se interrumpe desde 2005 a la fecha. No se precisa afán de impacto para enunciarlo. En apenas tres años, en Rosario casi se duplicaron las muertes violentas, algo que supone un déficit de política social y criminal de primer orden. Más allá de cierta utilización política de los guarismos y de la falta de estadística idónea en otras jurisdicciones, como para trazar comparaciones, el problema es mayúsculo y tiende a agravarse.
Los homicidios en 2013 en el departamento Rosario afianzan rasgos tradicionales y producen otros nuevos. Estos son algunos significativos:
- Las víctimas son, en abrumadora mayoría varones, menores de 35 años (el 70% del total) y procedentes de sectores populares.
- Más del 75% de los casos se consumaron con uso de armas de fuego.
El mapa de los homicidios muestra el dibujo de una ciudad partida. En la zona central (comisarías 1ª a 7ª) se registraron 11 homicidios, menos del 5% de los casos. Eso ofrece un parámetro de la distribución desigual de la violencia. Solo como contraste: en seis seccionales de la zona sudeste, donde están los barrios La Tablada, Saladillo y Las Flores, por ejemplo, hubo 48 asesinatos en el año.
Uno de los lugares más críticos del departamento es la ciudad de Villa Gobernador Gálvez. Allí se registraron 27 homicidios desde el inicio del año, contra 17 acumulados en todo 2012. Siendo que su población es de 78 mil habitantes y considerando que tiene 27 casos de homicidios en diez meses es, por muy lejos, la ciudad con la tasa más crítica de la provincia. Incluso supera el récord histórico de la provincia, que fue la ciudad de Santa Fe con 24 casos cada 100 mil en 2007.
Un dato muy importante para comprender lo complejo de la problemática de la violencia en una población, surge de vincular los casos de homicidio con los ataques donde hay heridos que sobreviven. A esto se le llama “tasa de letalidad”. Este registro, en Rosario, fluctúa históricamente en torno del 15%. Es decir que solamente 15 de cada 100 personas que sufren heridas en un ataque homicida pierden la vida.
El factor narco. Un planteo que surge todo el tiempo es el que identifica el alza de los homicidios en Rosario con el narcotráfico. Es indudable que las muertes y las situaciones de violencia producto del comercio de drogas se agudizan y suben. Pero no alcanzan para explicar un crecimiento tan brusco donde, en realidad, todas las formas de violencia crecen. En Rosario, los conflictos entre familiares, vecinos o conocidos que se saldan de manera cruenta son el factor más determinante de los homicidios. A veces, quienes matan o mueren en una disputa puede tener inserción en una economía delictiva sin que sea ésta lo que determina el móvil de la muerte.
Esto es un punto discutido. Una persona puede ser blanco de homicidio cerca de un búnker sin que tenga que ver con un tema de drogas. Lo que es indudable es que la existencia del búnker introduce en el territorio una condición de conflictividad que sería distinta en caso de no estar allí.
Entre las causas del alza de homicidios, el fiscal regional de Rosario, Jorge Baclini, distingue variantes. Una es aquella donde el móvil criminal fue una economía delictiva. Allí agrupa el tráfico de drogas, el robo de vehículos, de celulares, de electrodomésticos o de viviendas. La reiteración de estos hechos tienen conexión, según entiende, “con el bajísimo índice de esclarecimiento de los casos y de la identificación de sus autores”.
El subsecretario de Análisis Criminal, Andrés Ferrato, señala, a propósito de lo que dice Baclini, que los casos de muerte relacionadas directamente con el narcotráfico no superan en el año el 16% del total de homicidios. Los que se dan en ocasión de robo no van más allá de otro 12%, según afirma con los números oficiales.
Precisamente, en una segunda categoría de homicidios que se han incrementado, el fiscal regional Baclini encuadra a los que se producen por una mayor violencia familiar y la intolerancia social: “aquí están las peleas entre conocidos o a través de terceros, en bares o boliches. También la violencia de género, producto de reyertas menores o hechos que comienzan siendo de poca monta pero que desencadenan en homicidios cuando sus contendientes se encuentran bajo efecto parcial de estupefacientes o alcohol, que en su mayoría ocurren por la noche y entre los viernes y domingos”.
El fiscal señala que los homicidios vinculados a otros delitos, como robo o ataque sexual, son los que producen mayor alarma, pero no se incrementaron. Como se dijo oscilan entre el 12 y el 15 por ciento del total.
También destaca que la desigualdad, la exclusión social y la carencia de empleo descubren por qué la mayor cantidad de homicidios están en zonas periféricas. “La necesidad de subsistencia se transforma en la violencia para la subsistencia. Todo provoca desvalorización por la vida de personas en condiciones desfavorables: si mi vida no vale, la de nadie puede valer”, refiere Baclini. Y también destaca que la impunidad es una causal básica de la comisión de homicidio, así como la corrupción de las fuerzas de seguridad y su relación con el delito.
A principios de año, el criminólogo Máximo Sozzo observó: “es notorio cómo determinadas redes de drogas ilegales, con protección policial muchas veces, penetran los territorios de la marginalidad urbana. Esas redes producen violencia por conflictos al interior de ellas, que a veces reverberan en el centro de la ciudad, con hechos que implican autos de alta gama y personajes que no vienen de la marginalidad. Pero hay una violencia visible de personas armadas en zonas relegadas que van más allá de la competencia por el mercado. Hay que diferenciar ambas cosas. Eso evitaría tomar gato por liebre, pensar que todo está relacionado con la red ilegal y que todo es un ajuste de cuentas. Debemos apuntar a cómo volver más pacífica la convivencia en lugares más conflictivos, donde hay a menudo fuertes privaciones que no son resultado de un cataclismo sino del abandono social. Para bajar el nivel de homicidios hay que colocar el tema en el centro del debate y generar pactos políticos”. Parece indispensable.