El Padre “Pepe” Di Paola, pionero entre los religiosos que trabajan en las villas para erradicar las drogas, habló esta mañana en la 99.9 sobre la tolerancia social al consumo. Destacó que “se vuelve habitual algo que no debería serlo”.
La tolerancia a las drogas es un tema que preocupa sobremanera a la Iglesia Católica Argentina; y las expresiones al respecto, se multiplican cada día. El Padre “Pepe” Di Paola se ha caracterizado por trabajar durante años dentro de las villas buscando la erradicación del consumo.
Esta mañana en la 99.9, el sacerdote explicó que “una de las cosas que hicimos desde Iglesia fue resaltar la tolerancia social. Se vuelve habitual algo que no debería serlo. Sabemos por experiencia que muchos chicos se iniciaron en la droga a través de la marihuana, les hacen creer que es inofensivo o que es igual a un cigarrillo común. De ahí se lo lleva poco a poco a drogas más pesadas”.
En búsqueda de una mayor concientización y cercanía con la sociedad, se intentan establecer nuevos espacios de trabajo: “nosotros proponemos los centros barriales para poner como protagonistas a las personas y las instituciones de cada lugar. Creemos que hay una responsabilidad fundamental del Estado, pero también de la sociedad civil y de los credos ,que debemos armar acciones”. Estas áreas ya las han conformado desde la Iglesia y han funcionado: “en las villas de Buenos Aires fuimos armando centros a partir de la Iglesia, donde se iban sumando otros sectores con respuesta positiva”.
Argentina tiene un grave problema con la rehabilitación y el seguimiento de los adictos. Si es que funcionan los centros dedicados a este tema, una vez que vuelven a las calles, los adictos regresan a los mismos lugares que merodeaban previamente: “los chicos cuando salen de una granja de rehabilitación, tendrán más éxito si tienen un centro barrial donde puedan seguir su atención y sus propósitos una vez que se desintoxicaron y están buscando iniciar su vida en base a ideales. El fracaso pasaba porque salían con alegría y entusiasmo, pero iban a los mismos lugares de consumo. Cuando la sociedad se organiza, puede haber una respuesta”.
En este marco, donde parece que todo está bien si alguien está fumando marihuana en la calle, se busca legalizar el consumo en base a mentiras. “Sabemos que la marihuana trae alteraciones psicológicas, estados ánimos falsos, inestabilidad, ataques de pánico. Además, del riesgo de volverse un policonsumidor. Hay una cultura de gente más pudiente que quiere imponer esto de la tolerancia”, indicó el Padre “Pepe”.
Esto tiene que ver también con una lucha entre las clases sociales: “en los sectores más bajos, la marihuana explota en otras situaciones, pero mientras un chico fume marihuana y tenga un padre y una madre que le puedan sostener la vida, puede seguir. Los sectores populares tienen un deterioro tan grande que se tiene que trabajar en la inclusión”.
El negocio de la droga sigue cambiando y evolucionando, tratando de engañar a los consumidores para tener un mercado más amplio. “La marihuana no es la misma que fumaban los hippies antes, ahora es más potente. La mayoría de los chicos que están en centros de recuperación te dirán que empezaron con un consumo recreativo de la marihuana y terminaron en un consumo absoluto de la sustancia, que les provoca hasta la propia muerte”, explicó el sacerdote. En ese camino es donde el dinero se torna fundamental para entender: “hay un negocio detrás de esto y hay alguien que lo quiere llevar adelante. Qué mejor que hacer creer que es algo inofensivo”.