El lanzamiento del Plan Estratégico Mar del Plata 2013/2030 es una buena oportunidad para que cada uno diga lo que piensa acerca del destino de nuestra ciudad. Para que lo diga ahora o calle para siempre.
Mar del Plata no ha sido una ciudad que se caracterice por su planificación. Tal vez, por su original destino turístico (quienes venían a estas playas no tenían muchas ganas de escuchar hablar del futuro y, en su mayoría, no lo necesitaban), o quizá por una clase política que rara vez estuvo a la altura de las circunstancias, lo cierto es que los años fueron pasando con el criterio de la inmediatez como único derrotero.
Muchas veces, la cuestión del “mañana” aparecía en el discurso. Otras tantas, se pensaba en una ciudad “del futuro” sin tener en cuenta que la púnica manera de construirlo es pensándolo, resolviéndolo y luego llevándolo adelante. Sin embargo, el camino elegido nunca fue el correcto.
Se inauguraban obras, a veces faraónicas, pero que tenían en todos los casos un orden común: la búsqueda de la franja costera para el lucimiento y la rentabilidad. Y como no podía ser de otra manera, eso fue generando una saturación arquitectónica que poco a poco nos quitó espacio y proyección; y que, además, distorsionó el paisaje hasta convertirlo en un abigarrado conglomerado de cosas horrendas.
Y nada tuvo su espacio, y nada logró su lucimiento. Mucho menos, claro está, el conjunto-ciudad que debió ser Mar del Plata. Y en ese pecado está el gran valor de la presentación que hoy se hace del Plan Estratégico Mar del Plata 2013/2030.
Por primera vez, la ciudad busca contar con un plan pensado desde todos los ejes apuntando a un urbanismo dinámico y vivo. No solo se elige un “allá vamos” hacia el oeste, sino que se piensa en todo lo que tiene que ver con la calidad de vida de una sociedad desarrollada.
Transporte, espacios verdes, servicios esenciales, tránsito, producción, calidad de empleo, paisajismo y equilibrio están presentes a lo largo de un trabajo que, aún sujeto a debates y enriquecimiento, marca un punto de partida que bueno sería tomásemos todos para ponernos por fin a discutir la Mar del Plata que queremos.
Estamos frente a una oportunidad sin precedentes. Y sería una verdadera pena que por aquellas pequeñas mezquindades que nos llevaron a desperdiciar, al menos, parte de nuestro destino, el trabajo de pensarnos hacia adelante quedase en el camino.
Y si para apoyar o denostar nos quedamos con que este es el plan de Pulti, estaremos achicando el horizonte que significa la rara oportunidad de contestarnos a nosotros mismos cual es la urbe en la que queremos vivir.
Seguramente, los marplatenses de este tiempo midamos la importancia de la idea con la misma vara que cotidianamente nos acerca o nos aleja de la figura del jefe comunal. Es que las pasiones son del “ahora”, y las urgencias están a la vuelta de la esquina. Esto lo pone frente al gran desafío de ser a la vez pensador y realizador, y es sabido que para enamorar en las grandes causas hay que ser confiable en el día a día.
Las reglas de la democracia ponen al funcionario en el eterno riesgo de perder el apoyo popular necesario para completar sueños y proyectos. Nadie tiene la seguridad de que lo que ahora inicia pueda concretarlo en el tiempo. Pero está en el dirigente convencido la capacidad de transmitir a los demás esa pasión por la construcción de un nuevo camino.
Y nada de lo presentado –producto de un trabajo de más de una década en el que intervinieron decenas de profesionales, algunos de primer nivel internacional, y que despertó el interés y la participación del Banco Interamericano de Desarrollo y la atención y consulta de importantes municipios de América- servirá si quienes toman del poder político de nuestra ciudad no son capaces de hacer suyo el proyecto, continuarlo y a su tiempo concretarlo.
Unos y otros deberán estar a la altura de las circunstancias.
La presentación del proyecto supone un día histórico para Mar del Plata. Desde el fenomenal “Mar del Plata 70” de Jorge Raúl Lombardo hasta la fecha, nada se había hecho mirando hacia el futuro. Tal vez el Plan Estratégico Mar del Plata 2013/2030 tenga el valor agregado del trabajo en conjunto, el profesionalismo y la sistematización del conocimiento en acción.
Discutamos el plan, mejoremos el plan, enriquezcamos el plan, pero adoptemos un plan. Porque es bueno saber lo que vamos a encontrar al final del camino.
Y pararse en la vereda de enfrente a sacudir piedrazos contra la idea es no comprender que, esta vez, todos tenemos la posibilidad de opinar sobre un tema que nos importa a todos y que puede marcar el futuro de la ciudad en la que vivimos. Nada menos.