Después de las lluvias que inundaron Capital Federal y La Plata y dejaron un saldo de 59 muertos, se pusieron en evidencia algunas causas que se esconden detrás de la catástrofe. Según los expertos, las obras que faltan son necesarias pero no es lo único urgente. Reclaman un plan de ordenamiento urbano frente al cambio climático y planes de contingencia para atender las emergencias.
Si bien ya comenzó a bajar el agua, las víctimas de la inundación buscan explicaciones para un dolor que se mantendrá en el tiempo. Las familias de los 59 fallecidos en La Plata y Buenos Aires, junto con los más de 6.000 evacuados y una sociedad que todavía está perpleja ante semejante catástrofe, tratan de entender cómo la lluvia devino en una delas peores tragedias de la historia reciente argentina.
Entre tanto, algunos interrogantes se centran en las responsabilidades de cada actor en este tema. Uno de los mayores cuestionamientos tiene que ver con las obras. El ministro de Ambiente y Espacio Público, Diego Santilli, afirmó que “no hubo ninguna subejecución en mantenimiento e infraestructura pluvial”. La Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP) señaló que ha sido “muy baja la ejecución de las Obras de Infraestructura Urbana” y que se utilizó “el 5 por ciento de los $107,0 millones asignados”. De acuerdo a los propios informes de la ASAP, del tercer trimestre de 2012 el ministerio porteño que menos ejecución de obras tuvo fue el de Desarrollo Urbano, que utilizó el 61,4 por ciento de las partidas asignadas. El Ministerio de Hacienda porteño indica que de los 147 millones de pesos destinados al mantenimiento de la red pluvial se ejecutó un 95 por ciento, aunque el desarrollo de la infraestructura de la red pluvial apenas ejecutó un 24 por ciento (50 millones) de sus recursos y el área de Construcciones el 12 por ciento de los 40,5 millones asignados.
En el caso de la Provincia de Buenos Aires, a septiembre de 2012 el rubro “Agua Potable, Alcantarillado y Desagües Pluviales” del presupuesto contaba con una partida de $ 1053 millones, de los cuales hasta ese momento se habían ejecutado $ 671,9 millones (el 63, 8 por ciento). Durante 2011, el presupuesto destinado al mismo ítem había sido de $ 952,8 millones y no fue ejecutado en su totalidad, ya que se utilizó el 81 por ciento de los fondos.
El arquitecto Carlos Levinton, especialista en el tema de reconstrucción de ciudades después de catástrofes naturales en El Salvador, Haití e Italia, descree de las soluciones que puede traer la construcción de canales aliviadores y vías de descarga de los arroyos subterráneos: “la respuesta no está en las grandes obras de infraestructura, que implicarían un mayor endeudamiento y resultados dudosos a mediano y largo plazo. Los resultados están a la vista, ya que todo lo que se ha hecho no resolvió la situación. Pero no sólo en Buenos Aires, sino en otras ciudades, como vemos ahora en La Plata. Es un déficit nacional”.
El segundo punto tiene que ver con el clima. Ante cada tormenta en Buenos Aires el gobierno porteño suele esgrimir la hipótesis de tropicalización del clima de la ciudad: “los niveles de precipitación de este cambio climático vinieron para quedarse”, afirmó reiteradas veces el ministro de Ambiente y Espacio Público, Diego Santilli, después de que cayeran 155 milímetros en la madrugada del martes pasado.
El investigador del CONICET y director del programa de ambiente de la UCA, Pablo Canziani, indicó que más que tropicalización “hay un fortalecimiento de eventos extremos. Mientras a nivel global no se produzcan avances con respecto al cambio climático, seguirán produciéndose”. Durante 2012, el clima sorprendió con su violencia en muchas oportunidades: “ninguna región de la Argentina se considera con clima tropical, ya que uno de los criterios para considerar dicha clasificación es que en el mes más frío del año la temperatura media sea igual o superior a 18°C. En nuestro caso, no se cumple”, indicaba un parte oficial del SMN ante la seguidilla de inundaciones ocurridas hacia fines del año pasado. De todas maneras, Buenos Aires está lejos de una tropicalización, ya que según se indica “su clima se clasifica como templado sin estación seca y con verano cálido”. Levinton destacó también que el cambio climático es imparable y que en los próximos años habrá más lluvias, de mayor intensidad y en unidades de tiempo más cortas.
El tercer punto en cuestión es el descontrol urbano. En este caso, se pone bajo la lupa el impacto de la construcción indiscriminada de centros urbanos: “en primer lugar, la ciudad está ubicada geográfica y geológicamente de tal modo que la hacen propensa a la inundación”, afirma Raúl Estrada Oyuela, embajador y experto en temas ambientales que representó a la Argentina en negociaciones ambientales internacionales, e integrante del Comité de Cumplimiento del Protocolo de Kioto. “A esa vulnerabilidad se le suma una planificación urbana que responde al negocio pero no a cómo está el terreno”, agrega.
Levinton defiende la idea de que en los barrios más propensos a sufrir inundaciones exista una legislación urbana especial que incluya, por ejemplo, la obligación de que los nuevos proyectos inmobiliarios tengan financiación del Gobierno para instalar techos ecológicos cubiertos de pasto, lo que permitirá minimizar el impacto de la lluvia y reutilizar el agua. “Desde hace quince años que no se introducen cambios en la forma de construir en la ciudad, de manera tal que los edificios sean eficientes desde el punto de vista energético”, agrega Estrada Oyuela.
Dentro de los factores políticos que influyeron en la catástrofe, la gran deduda está en las obras a corto plazo que se plantean siempre y no se concretan. Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas (Cipol), indicó: “me parece que lo sucedido es un episodio más que revela la imprevisión”. Luego de pasar dos días sin luz en el barrio de Saavedra, señaló que “a Macri lo agarró con el pie izquierdo. En el Gobierno porteño quedó en evidencia que no hay más de dos o tres funcionarios para hacerse cargo. Solo Horacio Rodríguez Larreta, pero como no estaba, se evidenció que (la vicejefa, María Eugenia) Vidal no estuvo a la altura de la situación”. En el caso de la provincia, Novaro agregó sobre Scioli: “nada garantiza que no tenga que pagar un costo político. ¿Dónde está la obra pública de la que se habla hace 10 años?”. También cuestionó el rol de la presidenta Cristina Kirchner: “cuando (desde el Gobierno nacional) vieron que les servía, recapacitaron sobre la marcha, porque con tesitura se puede generar una indignación general. Hubo una sobreactuación, como lo fue ir a Roma (a entrevistarse con el Papa)”.
Otra de las opiniones recogidas fue la de Natalia Aquilino, directora del Programa de Incidencia, Monitoreo y Evaluación del CIPPEC: “no se trabajó conjuntamente en el monitoreo y la evaluación de las obras. Puede haber como instancias esporádicas de control, pero no hay sistematicidad y no hay un plan para saber cómo avanzan las obras en el país. Se debe profundizar en cómo las obras mejoran la calidad de vida de la gente. Sobre todo para saber si los impactos son positivos o trajeron problemas adicionales”.
Por su parte, Julio Burdman, socio de la consultora Analytica, sostuvo que “la primera comunicación pública de Macri no estuvo bien: estaba descolocado frente a la tragedia y, en lugar de ejercer el liderazgo público, se enredó en una telaraña de excusas, explicaciones y justificaciones que no daban cuenta de lo que estaba sucediendo. Cristina Kirchner hizo lo que tenía que hacer, y que debió haber hecho en otros casos: poner el cuerpo, estar cerca de las víctimas y motivar a los funcionarios”.
Otra cuestión tiene que ver con las emergencias y los planes de acción. Las respuestas para saber cómo actuar ante una situación como la vivida en La Plata están a disposición, pero no todos las conocen. “En el municipio de La Plata hay un plan de respuesta. Pero ahí la principal falla tiene que ver con la inadecuada difusión del plan, ya que no todos los platenses lo conocen. Entonces, cuando la sociedad tiene que responder, no sabe qué hacer”, explica Pablo Bruno, director nacional de Gestión del Riesgo de Emergencia y Desastres de Cruz Roja Argentina. “El otro vacío típico tiene que ver con la coordinación de los niveles nacional, provincial y municipal”, asegura.
A la hora de recomendar una forma de confeccionar ese plan de emergencia, Bruno indicó que “deben participar todos los actores de la sociedad de todos los niveles (organismos públicos, ONGs, dirigentes políticos). Se debe aclarar qué organismo lleva adelante cada plan en cada lugar y hay que realizar una permanente difusión del plan”.
En otro plano, entra otra problemática: los alertas. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) estuvo envuelto en críticas después de lo sucedido. Los meteorólogos sabían que ambas ciudades iban a ser castigadas por fuertes tormentas, pero el grueso de la población hizo caso omiso a las alertas. Algunos indican que las alertas meteorológicas se usan mal y otros se enfocan en la idoneidad del organismo para pronosticar los fenómenos climáticos. “El SNM no está en condiciones de informar qué es lo que va a pasar, porque no tiene equipamiento ni recursos para hacerlo. Creo que ha abusado de la alerta meteorológica. La gente no le hace caso y ahora es el cuento del pastorcito mentiroso: vino el lobo y nadie escuchó”, opina Estrada Oyuela. Por su parte, Canziani agrega que “el SMN hace lo que puede con lo que tiene. Es un organismo que fue desmantelado y recién ahora está recuperándose”.
Por último, se debe analizar el rol de la comunidad. Los habitantes del Área Metropolitana generan 17.000 toneladas de basura por día. El servicio de recolección está jaqueado por un conflicto por la ampliación del predio del Ceamse que involucra a los gobiernos nacional, provincial y porteño. La exposición de los residuos en las calles se tornó una costumbre.
Esto hace que el rol de los vecinos sea fundamental ante la amenaza de tormentas. Entre las causas de la inundación está clara la influencia del acumulamiento de basura durante los feriados de Semana Santa, que obstruyó parte de las bocas de drenado. Levinton, en este sentido, propone un plan estratégico de prevención que incluye la instalación de un mecanismo de alerta temprana que notifique a la comunidad local. Para el experto en emergencias, ante la falta de reacción del Estado los vecinos pueden jugar un rol importante al momento de mitigar el impacto de estas catástrofes: “de la misma manera en que, por ejemplo en Núñez, los vecinos armaron una red de seguridad vecinal con normas para combatir los hechos de violencia, también podrían autogestionar un plan contra las inundaciones”.