Los padres que decidieron donar el corazón de su hija continúan internados, recuperándose del accidente en el que murió la niña. Su decisión permitió que Renzo recibiera un nuevo corazón. Hoy reciben la solidaridad de todos los argentinos.
La solidaridad volvió a ser protagonista de un caso que conmovió al país. Ayer se hizo pública la dramática situación de la familia que donó los órganos de su hija de 2 años, lo que permitió trasplantarle un corazón a Renzo Antonelli. El abuelo de la nena habló abiertamente de las necesidades de la familia y pidió ayuda; los padres siguen internados tras el choque. En pocas horas llovieron muestras de apoyo y se consiguieron los clavos necesarios para operar al padre, que está en terapia intensiva.
El matrimonio, cuya hija donó el hígado e intestinos para otros dos chicos, es oriunda de la localidad de Itatí. Allí, cuida coches en los estacionamientos y vende estampitas. Su marido trabaja como albañil.
A causa del accidente, no podrán trabajar por meses ya que ambos tienen fracturas que obligan a intervenciones y recuperaciones prolongadas, indicaron los médicos del Hospital Escuela. Mientras tanto, una hermana de la mujer y su abuelo deberán contener y ayudar con la subsistencia de la otra hija de la pareja, de 5 años.
“La nena necesita contención psicológica”, dijo ayer su abuelo, quien aclaró que todo tipo de ayuda será bien recibida. El primer paso está dado: los elementos necesarios para la cirugía están ya casi todos disponibles, confirmaron a Clarín desde el Ministerio de Salud Pública; solo restaba que lleguen algunos que no podían conseguirse en Corrientes.
Mientras la ayuda oficial se organizaba –“ya está en marcha”, dijeron voceros del Gobierno provincial sin dar detalles–, la solidaridad surgió espontáneamente desde las redes sociales y los medios de comunicación. Desde muchos puntos del país llamaron pidiendo detalles sobre cómo ayudar.
A pesar de las múltiples heridas y fracturas, la madre de la donante está estable y en una sala común. Ayer, tras reconocer que no sabía nada de ablación de órganos, habló con los medios y contó que fue su hija la que la “inspiró a donar, sé que ella quería eso, salvar la vida de otros tres niños. Aunque toda mi familia hubiera estado en contra, yo hubiera apoyado la donación. El dolor de perder a mi hija no lo voy a superar, pero hice la voluntad que ella puso en mi corazón”, dijo la mujer de 23 años que dice hoy estar “en paz”. Aunque admitió: “quiero conocer al bebé operado y abrazarlo, porque sé que mi hija vive en él y que eso me va a dar fuerzas para seguir luchando por mi otra hija y mi marido”.
El jueves 30, alrededor de las 14.30, a unos 3 kilómetros de Itatí, sobre la ruta provincial 20, la pareja viajaba en moto junto a su hija de dos años cuando fueron atropellados de frente por un auto que se cruzó de carril. Los tres fueron trasladados a hospitales de Corrientes; la nena, al Pediátrico Juan Pablo II, y ellos al Escuela General San Martín. El sábado, la niña falleció. Los padres recibieron la noticia en su cama de hospital y, tras ser informados, decidieron donar sus órganos y abrir así tres nuevas esperanzas.