La solución posible para terminar con la basura plástica es transformarla en electricidad, asegura la Fundación ‘Race for Water’, con sede en Suiza, al término de su viaje alrededor del mundo dedicado a analizar la contaminación en el mar, calificada hoy de “desastrosa”.
“Estamos frente a una situación desastrosa”, indicó, en Lausana, el presidente de la Fundación Marco Simeoni a su vuelta del periplo alrededor del mundo a principios de este mes.
“Tal y como anunció el Foro Económico Mundial (WEF), si no hacemos nada, de aquí a 2050, nuestros océanos contendrán, en términos de peso, más plástico que peces”, indica en su informe.
La producción de plástico aumenta de forma exponencial. En 50 años pasó de 15 toneladas (1964) a 311 millones de toneladas (2014). Se estima que hoy más de 5 000 000 000 de pedazos de plástico 5 000 000 000 de pedazos de plástico flotan en el mar, provocando serios daños a la cadena alimenticia.
La Fundación realizó el año pasado la expedición científica ‘Race for Water Odyssey’, de 300 días en los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, para estudiar el problema. Los investigadores visitaron cinco “remolinos” oceánicos, gigantescos torbellinos en cuyo centro se acumulan los desechos plásticos. Estudiaron el impacto de esa contaminación en las poblaciones isleñas cercanas.
El equipo de seis personas inspeccionó áreas de 10m2 en 15 playas. Colectó pruebas de basura plástica y las envió a la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), a la Universidad de Bordeaux y a la Escuela de Estudios Superiores de Ingeniería y Arquitectura de Friburgo, para su análisis. El informe final se publicará este verano, pero los primeros resultados indican que la contaminación por los desechos de plásticos, ya sea macro (más de 2,5 cm) o micro (menos de 5 mm) está muy expandida.
“En ciertos lugares, uno tiene la impresión de caminar sobre un basurero público”, señaló Marco Simeoni. Y advirtió que peces o tortugas habían mordisqueado cerca del 80% de los macrodesechos recolectados.
La cantidad de desechos varía según el lugar. En el área analizada en la playa de la Isla de Pascua hubo 26 pedazos macro de desechos (como botellas, cepillos de dientes o frascos). En la Isla Grande de Hawái, 162.
A la captura del plástico
‘Race for Water’ no está sola en la lucha contra la basura en los océanos. Varias iniciativas de gran envergadura han sido emprendidas. La prensa a seguido de cerca al joven holandés Boyan Slat, (21 años), fundador de la organización Ocean Cleanup, que prevé instalar una barrera flotante en el Mar del Norte, de 23 km de longitud en las costas de Países Bajos.
En los próximos meses, Slat espera instalar un primer cerco de 100 metros para contener los desechos plásticos y poder así recuperarlos y reciclarlos. Su objetivo final es poder establecer una red de 100 km de largo que en diez años podría “limpiar hasta la mitad de la basura plástica” en los océanos. Otro proyecto similar se planifica este año a lo largo de la isla japonesa de Tsushima.
Por otra parte, unos investigadores ingleses trabajan en el SeaVax, un barco alimentado con energía solar y eólica. La nave, afirman, puede aspirar y almacenar 150 toneladas de basura plástica.
Pero Marco Simeoni es escéptico sobre estos proyectos de limpieza a gran escala que califica de “irrealistas”.
“Una gran parte de la basura se encuentra bajo el agua. No se podrán colectar los microplásticos dispersos y transportados por las corrientes internas. Y en los remolinos, descienden a profundidades de entre 1 000 y 5 000 metros, donde no se puede anclar ninguna máquina. El costo de estos proyectos será muy alto, en comparación con el resultado”, explica el presidente de ‘Race for Water’.
Su Fundación está convencida: una vez que un pedazo de plástico entra en el océano, es ya muy tarde. El desafío es actuar en tierra firme, cerca de las fuentes de basura, para evitar que el plástico entre en el agua. La solución es encontrar los medios para hacer que todos estos plásticos sean vistos como materia prima preciosa para el reciclaje.
Fuente de energía
En numerosas grandes ciudades del mundo, la gente sobrevive colectando los desechos (vidrio, aluminio, fierro, papel y, a veces, botellas de plástico reciclables) para venderlos. Entonces, ¿por qué no hacer lo mismo con el plástico?
La organización cree haber encontrado una solución rentable que permitiría pagar a la gente por colectar el plástico para transformarlo en electricidad.
‘Race to Water’ está en tratos con una sociedad, que prefiere permanecer en el anonimato. Esta empresa se encargaría de desarrollar procedimientos de hidrolisis (gasificación) a altísimas temperaturas. Ya ha desarrollado unidades experimentales con reactores que queman los desechos a 1 200- 1 400 grados, sin oxígeno. A esas temperaturas, el plástico se transforma instantáneamente en gas sintético, una mezcla de hidrógeno, metano, dióxido y monóxido de carbono. Esos gases combustibles podrían ser utilizados para activar turbinas y producir electricidad.
“Una unidad de cinco toneladas puede transformar 1 680 toneladas de desechos plásticos por año en 3 500 megavatios de energía. Suficiente para cubrir las necesidades eléctricas de 2 000 hogares insulares”, indica Simeoni.
El procedimiento tiene la ventaja de no generar emisiones tóxicas y poder incluir a todos los plásticos en su conjunto, sin tener que hacer una preselección y limpiarlos.
Si todo ocurre como esperado, la Fundación espera usar esta tecnología para lanzar un proyecto piloto en la Isla de Pascua a finales de 2016. La idea podría después extenderse a otras islas y finalmente a las ciudades costeras, que son la principal fuente de contaminación en los océanos.
Pero aún quedan muchos obstáculos en el camino. Marco Simeoni admite que esta nueva tecnología es compleja y no se domina aún al 100%. Sin olvidar el problema principal: el dinero.
“Debemos movilizar a la gente, despertar consciencias y cambiar comportamientos, pero no es una misión fácil. Buscamos patrocinadores y donadores, pero hablar de basura y contaminación nunca ha sido muy atractivo”.