Trump indultó al exsheriff Joe Arpaio

El expolicía, considerado el rostro del racismo contra los inmigrantes, había sido condenado por desacato y esperaba sentencia.

Mientras Estados Unidos debate si tiene un presidente racista, Donald Trump decide premiar el racismo. El presidente anunció por sorpresa, el viernes por la noche, con el país pendiente del huracán Harvey, un indulto presidencial al exsheriff Joe Arpaio, el rostro del racismo antiinmigrante. Arpaio, condenado por ignorar las órdenes de un juez federal, ni siquiera había recibido sentencia aún. Las inusuales circunstancias de la medida revelan que se trata de una decisión absolutamente personal para salvar a un aliado político y satisfacer a los trumpistas más ultras.
Un comunicado de la Casa Blanca en la noche del viernes afirmaba que la carrera de Arpaio, que ha trabajado durante 50 años en las fuerzas de seguridad, desde el Ejército a la DEA, pasando por varios cuerpos de policía, “ejemplifica el servicio público desinteresado”. A partir de 1992, “durante su etapa como sheriff, Arpaio continuó su trabajo protegiendo al público del azote de la inmigración ilegal” en el condado de Maricopa (área de Phoenix, Arizona). El presidente considera que la edad (85 años) de Arpaio y sus décadas de servicio público le hacen merecedor de la extraordinaria medida.
Durante el mitin de campaña que celebró el pasado martes en Phoenix, Trump dejó claras sus intenciones en este asunto. A pesar de que la Casa Blanca afirmó que no habría ninguna decisión al respecto esa noche, Trump dijo: “Voy a hacer una predicción. Creo que (a Arpaio) le va a ir bien”.
Trump afirmó entonces que no lo anunciaría esa noche porque no quería “causar una polémica”. Con miles de manifestantes en las calles de Phoenix acusando al presidente de racista, el anuncio del indulto podía haber sido explosivo. La Casa Blanca ha hecho el anuncio pasadas las 8 de la noche de un viernes, con el presidente en Camp David y el país entero pendiente del peor huracán en 12 años, a punto de tocar tierra en la costa de Texas.
Arpaio es una de las figuras más controvertidas de Estados Unidos. Fue sheriff del condado de Maricopa durante 24 años hasta que el pasado noviembre, en las mismas elecciones que ganó Trump, fue sacado del cargo principalmente por la movilización del electorado latino de Arizona. En la última década, se hizo famoso como el sheriff más duro de América (título que se dio él mismo) con una persecución feroz de los inmigrantes irregulares. Arpaio básicamente ordenó a sus agentes detener a todo aquel que pareciera indocumentado. Y solo hay una forma de parecer indocumentado, por el color de la piel.
El sheriff gustaba además de hacer de la ley un espectáculo y montó una cárcel al are libre (en Phoenix en verano la temperatura media pueden ser 45 grados) con tiendas de campaña que llamó tent city. Allí los detenidos eran humillados con trajes de rayas y penaban al sol del desierto.
Arpaio aterrorizó a los inmigrantes latinos de Arizona hasta que fue demandado por discriminación racial. Un juez federal le condenó en 2012 y ordenó que cesara en estas prácticas. Arpaio ignoró la orden, según sus críticos porque era bueno para su campaña electoral de ese año. El pasado mes de julio fue condenado por desacato. Esa condena desapareció virtualmente este viernes.
El presidente de Estados Unidos tiene poder absoluto para conceder indultos. Ni siquiera hace falta que la persona haya recibido aún sentencia, como en el caso del sheriff. Por ejemplo, el presidente Gerald Ford dictó un indulto preventivo para su antecesor, Richard Nixon, por cualquier delito relacionado con el escándalo Watergate cuando ni siquiera había sido encausado.
Sin embargo, son raros los indultos de tanto valor político. Normalmente, la medida refleja prioridades de una administración. Por ejemplo, Barack Obama dio muchos indultos a personas con penas de cárcel por pequeños delitos de tráfico de drogas, como parte de su campaña por una reforma del sistema penal. Los indultos, además, se piden a la Casa Blanca. Las peticiones son revisadas por una oficina especializada del Departamento de Justicia, que valora las circunstancias de la persona que lo pide.

Sin sentencia

En el caso de Arpaio, ni el sheriff había pedido formalmente el indulto ni el Departamento de Justicia ha tenido nada que ver con la decisión. El sheriff no tenía aún sentencia. Siendo un delito relativamente menor, con 85 años y sin antecedentes, se enfrentaba como mucho a seis meses de prisión, y según expertos legales sería raro que llegara a ingresar en la cárcel. El indulto del presidente, en estas circunstancias, es un mensaje de que a sus aliados políticos no les va a pasar nada.
Trump y Arpaio son amigos desde hace años. En temas de inmigración, el sheriff es básicamente Trump con uniforme. Las ideas de Arpaio, que considera a los inmigrantes el origen de todos los males de Estados Unidos, encontraron voz en Trump cuando presentó su campaña. El sheriff hizo campaña junto al candidato. Uno ganó las elecciones y el otro las perdió. Ambos, además, fueron los princpiales impulsores del bulo racista según el cual el presidente Barack Obama no había nacido en Estados Unidos.
En Twitter, el exsheriff agradeció el indulto y de paso dejó claro lo que opina de la Justicia: “Gracias Donald Trump por ver mi condena como lo que es: una caza de brujas política de los restos de Obama en el Departamento de Justicia”. A continuación, publicó un mensaje sobre cómo donar dinero para costear su defensa.
“Perdonar a Joe Arpaio es una bofetada en la cara de la gente del condado de Maricopa, especialmente la comunidad latina, y aquellos a los que hizo víctimas de la violación sistemática de derechos civiles”, dijo en un comunicado el alcalde de Phoenix, el demócrata Greg Stanton. “El sheriff Arpaio aterrorizó a familias latinas por el color de su piel. Un juez federal le ordenó que parara y se negó”.
El senador republicano por Arizona Jeff Flake, el republicano más abiertamente enfrentado a Trump en todo el Capitolio, dijo en Twitter: “Habría preferido que el presidente honrara el procedimiento judicial y dejara que siguiera su curso”. El otro senador de Arizona, el también republicano John McCain, publicó un comunicado diciendo que el perdón “socava sus afirmaciones sobre el respeto al imperio de la ley, pues el señor Arpaio no ha mostrado arrepentimiento por sus acciones”.
El perdón a Arpaio provocó la condena inmediata de grupos de defensa de los inmigrantes, líderes demócratas y hasta alcaldes de otras ciudades. El alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, con un 50% de población latina, dijo en un comunicado que era “un ataque directo a la capacidad de los tribunales de obligar a gente poderosa a cumplir con la ley, y se convierte en un vergonzoso apoyo al racismo que socava los derechos y la seguridad de todos”.