Un año desigual

Ya hemos hecho anteriormente un balance general de un año deportivo que tuvo a los Juegos Olímpicos como llamador central. Pero ocurrieron otras cosas que vale destacar.

pag 13 foto aNo fue un buen año para el fútbol argentino. Más allá de la esperada consolidación de Lio Messi como líder indiscutido de nuestra selección o de alguna alegría individual que ahora cuesta recordar, el período estuvo signado principalmente por las noticias vinculadas a la violencia, a los desmanes dirigenciales y al inocultable manejo que el poder ha hecho del más popular de los deportes.

Las barras bravas reinaron con la impunidad de siempre en los estadios, y la imagen solitaria de Javier Cantero –una refrescante aparición en la conducción de clubes en problemas- es un signo más que evidente del verdadero fondo de la cuestión.

Mientras Brasil se convierte en un mercado que poco y nada tiene que envidiarle a Europa, y clubes de Asia y África comienzan tibiamente a sonar en el mundo de la alta competencia, Argentina no encuentra la forma de cambiar la debilidad de sus instituciones por algo de tranquilidad y progreso y se convierte en un país expulsor de talentos que además abandonan nuestro fútbol a edades tan tempranas que a veces suenan hasta obscenas.

El panorama no puede entonces ser peor: clubes pobres, violencia imparable, dirigencias incapaces cuando no cómplices del deterioro, estadio obsoletos y destruidos; todo un símbolo del presente del fútbol argentino.

La Liga Nacional de Básquetbol, a pesar de las dificultades planteadas por un cepo cambiario que complica mucho la negociación de contratos con las fichas extranjeras, sigue dando síntomas de una muy buena salud.

La performance en los Juegos ha sido más que aceptable, y el hecho de mantenernos entre los cuatro mejores equipos es demostrativo de que el trabajo se ha hecho, y muy bien. El recambio generacional, que es ya hoy inevitable, indicará seguramente que ese trabajo excedió en mucho a la coincidencia de una generación maravillosa que se retira dejando una huella que otros podrán transitar con igual brillo.

Y Mar del Plata ha recogido mucho de esa herencia. El tricampeonato de Peñarol y la presencia de cuatro de sus jugadores en la selección olímpica, con Sergio Hernández integrando el cuerpo técnico, eximen de mayores comentarios. Un club que supo hacer bien las cosas, que apostó a un proyecto sostenido en el tiempo y que hoy recoge los frutos de una triple alianza (jugadores-directivos-cuerpo técnico) tan difícil de conseguir como indispensable para lograr resultados positivos.

La muy distinta realidad del otro grande de la ciudad estaría indicando cuál es el camino equivocado que invariablemente lleva al fracaso. Un recambio dirigencial y un proyecto deportivo humilde pero serio hacen que hoy Quilmes marche en el sentido correcto, lo que seguramente redundará en beneficios aunque lleve un tiempo siempre necesario en la consolidación de ideas.

El vóley, el remo y el atletismo nos dieron también alegrías en un año que deberá ser aprovechado en lo bueno y en lo malo para sacar conclusiones.

Cristian Rosso, Marita Peralta y BAU lograron estar en la consideración del deporte nacional y en algunos casos en el mundial, a partir de trabajos encarados con seriedad y constancia que no siempre contaron con el suficiente apoyo –algo que no faltó por cierto en el caso de un súper profesionalizado vóley- a pesar de una nueva etapa y una prometedora mecánica de subsidios por parte de un ENARD que cierra el año con muy marcadas expectativas de cara a lo que viene en el deporte de alta competencia.

El fútbol local, en la meseta levemente inclinada hacia el abismo que lo caracteriza desde hace muchos años. Mientras se insista en torneos sin competencia ni aliciente tendremos entre nosotros al fracaso como aliado inmodificable. Estadio impresentables, falta de público, inexistencia de apoyos por sponsoreo, jugadores que emigran a la primera oportunidad y esa sensación permanente de que algo o alguien se está beneficiando con las cosas tan mal hechas son la constante de esta verdadera deuda del deporte local. El José María Minella, abandonado y casi inútil para cualquier acontecimiento de importancia, es la postal necesaria y suficiente del problema.

Es importante rescatar entonces un año en el que el balance no ha sido esplendoroso pero en el que parece notarse en muchas disciplinas la voluntad por comenzar a hacer bien las cosas.

Lograrlo dependerá en mucho de la asistencia y acompañamiento de políticas públicas que pongan la mira en lo realmente importante y estén dispuestas a invertir durante el tiempo necesario para dejar a la vista resultados sólidos y no deslumbramientos pasajeros.

El encumbramiento en ámbitos de decisión de hombres jóvenes, de experiencia probada y que saben “de adentro” de lo que se trata, como los hermanos Curuchet y la ex patinadora Nora Vega, son datos esperanzadores a nivel nacional y que no dejan de despertar orgullo en los marplatenses por tratarse de nuestros atletas y nuestra gente.

El año 2013 debería ser la consolidación de las tendencias acertadas y de revisión en todo aquello en lo que se están cometiendo errores que aún es temprano para subsanar.

Un ejemplo de vida

pag 13 foto bCristian Rosso ha sido uno de los deportistas más destacados del año. Su cuarto puesto en los juegos olímpicos disparó una serie de reconocimientos que encarnaron en el Lobo de Mar de Oro, compartido con Marcos Mata, y en el Olimpia de Plata al mejor en su disciplina.

Pero esos logros no pueden hacer olvidar la historia que se esconde detrás del marplatense. Todo esfuerzo, todo sacrificio, todo vocación… Días enteros de inclemencias climáticas y dificultades burocráticas que llegaron a ponerlo en riesgo al momento de competir fueron la constante en una trayectoria que hoy recoge los frutos del esfuerzo pero que es un símbolo de lo que le toca vivir a la mayoría de nuestros deportistas no rentados en la búsqueda de sus sueños de gloria.

Rosso, que se hizo a la vez el tiempo necesario para no abandonar sus estudios y recibirse de abogado, no ha llegado a su techo, y seguramente nos dará nuevas satisfacciones en torneos internacionales de primer nivel.

 El gigante diminuto

pag 13 foto c “¿Quién es ese “enano”?….no puede jugar al básquet”, decían los entendidos al ver a Facundo Campazzo dentro de una cancha. Y sin embargo, a fuerza de talento y personalidad, el “enano” llegó a los niveles más altos de la competencia y se convirtió en el mejor exponente de la actividad en el año que termina, además de pasar más que dignamente por Londres 2012.

 Una patada al futuro

pag 13 foto dSebastián Crismanich se trajo el único oro que la Argentina cosechó en Londres. Y lo hizo también desde una historia de esfuerzos y soledades. Este gran atleta, tan humilde en lo cotidiano como decidido en la competencia. Tiene por delante un futuro esplendoroso del que deberá tomar cuenta el ENARD a la hora de facilitar el la preparaCión para Río 2016.