Para lograr volver a la normalidad el gobierno chino han lanzado el mayor experimento online de su historia: escuelas virtuales para millones de estudiantes.
Aunque China continúa luchando contra el coronavirus, con 80.422 casos (pero solo 122 nuevos) y 2.984 muertos, el gobierno ya ha dicho a sus ciudadanos que es hora de volver a sus puestos de trabajo. La necesidad apremia. Los negocios no quieren continuar perdiendo dinero y los estudiantes no quieren quedarse atrás en la carrera académica. Para lograr volver a la normalidad el gobierno y empresas de todo el país han lanzado el mayor experimento online de su historia: escuelas virtuales para millones de estudiantes y teletrabajo para muchos de los que todavía siguen atrapados en los lugares donde fueron a pasar el año nuevo lunar.
La disminución de casos del coronavirus esta semana fuera de Hubei ha llevado a que el Gobierno comience a relajar las medidas de contención. Muchos ciudadanos han vuelto por fin a sus puestos de trabajo en muchas provincias. Eso sí, los controles se mantienen. A la entrada y salida de las oficinas hay puestos donde se mide la temperatura a cualquiera que pase, está prohibido subir al ascensor con más de dos personas y se aconseja comer guardando la distancia entre los compañeros.
La mayor escuela virtual del mundo
Cerca de 200 millones de niños, adolescentes y padres desconocen cuándo colegios e institutos volverán a abrir sus puertas. “No sabemos cuándo van a comenzar las clases. Primero nos dijeron que podría ser en marzo. Hemos escuchado rumores que hablan de abril e incluso mayo”, dice Andrea, una madre uruguaya afincada en Fujian, al sur de China.
Sin embargo, que el comienzo del semestre se ha retrasado no significa que los estudiantes en China estén de vacaciones. Desde mediados de febrero millones de niños han transformado los salones de sus casas en áreas de estudio y han sustituido sus cuadernos por pantallas táctiles y ordenadores. La carga lectiva es casi tan exigente como cuando los niños acuden a las aulas.
“Empezamos con las clases en directo a partir de las 8 de la mañana, luego hacemos una pausa para comer y por la tarde seguimos repasando. Los niños de primaria estudian, sobre todo, caligrafía y matemáticas sin olvidar el ejercicio físico. Se nos hacen casi las 8 de la noche”, continúa explicando Andrea por WeChat, la aplicación móvil china equivalente a WhatsApp en Europa.
Decenas de ‘apps’
Para muchos padres, este experimento online está convirtiéndose en una pesadilla por la cantidad de aplicaciones que tienen que descargar y de materiales que les toca enviar cada día. La situación se complica mucho más cuando son los abuelos los que se quedan al cargo de la educación de los pequeños. “Hemos empezado a ir a la oficina y los niños se quedan con mis padres a pasar el día. A ellos les está costando muchísimo seguir este método porque no saben cómo usar las aplicaciones o enviar los documentos”, explica Lin, otra madre que trabaja en una consultoría en Cantón.
La migración de los niños de las aulas a sus ordenadores también ha servido para desvelar la brecha digital entre generaciones, áreas urbanas y rurales. En China se calcula que cerca de 60 millones de niños viven en pequeñas ciudades o en el campo bajo el cuidado de sus abuelos. La mayoría son hijos de trabajadores que han emigrado a otras provincias a la búsqueda de mejores oportunidades que las que ofrecen sus lugares de origen.
Los padres suelen dejarlos con los abuelos por dos razones. La primera son las largas jornadas laborales que les impiden hacerse cargo de sus hijos. La segunda es el que el ‘hukou’, similar a un pasaporte por comunidad autónoma, en muchas ocasiones limita que los hijos de padres migrantes puedan recibir educación en las ciudades donde se trasladan. Para aquellos que se encuentran en esta situación o tienen difícil el acceso a Internet, la Red de Educación China ha estado emitiendo clases desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche desde el 17 de febrero.
El gobierno también ha puesto en marcha una plataforma online con más de 169 lecciones que se actualizan constantemente para los estudiantes de secundaria. Los mayores operadores móviles del país y otras compañías como Huawei, Baidu o Alibaba han trabajado para que esta plataforma cuente con 90 terabytes de banda ancha y 7.000 servidores. Según ha explicado la televisión nacional CCTV, cerca de 50 millones de estudiantes pueden utilizar este servicio al mismo tiempo.
Teletrabajo para las personas atrapadas
Mientras el país intenta volver a la normalidad, todavía hay millones de personas que continúan sin poder regresar a las ciudades donde tienen sus trabajos ya que el estallido de la epidemia les pilló en plenas vacaciones de Año Nuevo chino. Hubei, el epicentro del brote, mantiene sus fronteras cerradas y sus vecinos siguen teniendo prohibido salir de sus casas.
Bo Liu, un empresario textil en Cantón, reconoce que la situación le está generando problemas porque muchos de sus empleados todavía no han logrado reincorporarse. “En la fábrica más de la mitad del equipo no ha podido regresar debido a las limitaciones en el transporte y cuarentenas. Aquellos que están en la parte comercial afortunadamente han podido continuar trabajando online. Mientras tengan internet, no hay problema”, dice Bo Liu.
Pero el teletrabajo no lo soluciona todo. “Estamos teniendo muchos problemas con nuestros proveedores. Si no nos llegan los materiales no podemos enviar nuestros pedidos. De momento, tengo más de 3.000 paralizados”, dice este joven empresario de 31 años.
Para que los trabajadores puedan volver a sus empleos, el gobierno de varias localidades y empresas han empezado a pagar vuelos y billetes de tren a sus trabajadores. Algunas ciudades como Taizhou se ha ofrecido a reembolsar a los empleados el coste íntegro de sus viajes en autobús y trenes de alta velocidad.
En otros casos, como le ocurre a Mei Li, trabajar online ha sido muy positivo. “Al principio fue difícil. No era muy productiva y me distraía con facilidad, pero al cabo de los días pude ver las ventajas. No pierdo tiempo en transportes ni arreglándome y además, puedo comer en casa. Prefiero tener la flexibilidad para elegir si quiero trabajar en una cafetería y organizarme por mí misma. Creo que muchas otras empresas como la mía incorporarán esta forma de trabajo después del coronavirus”, explica la joven de 29 años, que trabaja para una consultoría en Shanghái.
Trabajadores migrantes, no pueden retrasar más volver a sus empleos
Quienes con más desesperación necesitan que la situación vuelva a la normalidad son los trabajadores migrantes en China. “Me daba mucho miedo subirme al tren y volverme a Zhuhai desde mi ciudad, pero no tengo elección. Si no vuelvo, no tengo salario. Además, si retrasamos la apertura de la peluquería quizá las pérdidas acaben cerrándola”, dice Qing Hua, un peluquero que trabaja en una peluquería en el centro de Zhuhai y que comparte habitación con otros dos compañeros en el piso alquilado por su jefe.
Se calcula que en China existen cerca de 300 millones de trabajadores que se han mudado de zonas rurales o ciudades pequeñas a otras más grandes en busca de trabajos mejores. A pesar de que estos trabajadores han sido el motor del milagro económico chino, muchos de ellos siguen bajo condiciones laborales precarias y sueldos bajos.
La mayor parte de ellos están empleados en fábricas, en la construcción y, cada vez más, en la industria de servicios. Aunque los salarios han ido creciendo en los últimos años según el boletín laboral chino, su sueldo continúa siendo bajo con una media de 500 euros mensuales.
A pesar de ser grandes ahorradores guardando cerca del 20% de sus salarios, según explica The Economist, la situación es crítica para ellos. Muchos llevan semanas sin trabajar y no saben cuándo las fábricas o las empresas donde están empleados volverán a abrir sus puertas. La situación de aquéllos que tienen un ‘hukou’ de Hubei todavía es más complicada. Muchos están siendo discriminados a pesar de no haber estado en la provincia incluso desde hace años.
Para que la normalidad vuelva al país es importante la protección de estos trabajadores, pues de ellos depende en gran medida que China vuelva a tener el motor de su economía funcionando.